Declaración de la Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta)
Sobre la Situación Actual y la Táctica de los Comunistas
A finales del año pasado y principios de este, los apologistas del sistema capitalista anunciaban el fin de la crisis económica. Sin embargo, el proletariado consciente insistía en que eran vanas ilusiones por cuanto los llamados planes de salvamento habían sido para auxiliar a los grandes capitales monopolistas de la industria y del sector financiero mientras se ensañaban contra las conquistas obreras, se despedían por millones los proletarios en los cinco continentes, se arruinaban a los pequeños y medianos productores, se condenaban al hambre y la miseria a cientos de millones de personas en los países oprimidos… Pronosticaban el fracaso de los planes anti-crisis y la prolongación de los padecimientos de la sociedad que sólo tiene ante sí la perspectiva reaccionaria de una nueva guerra mundial, de rapiña imperialista o la perspectiva revolucionaria de la lucha por impedir con la revolución una nueva carnicería mundial o desatar la guerra revolucionaria en caso de presentarse la guerra imperialista.
Se hace necesario entonces, echarle un vistazo a la situación mundial para comprobar la justeza de nuestras apreciaciones.
¡El Mundo Debe Cambiar de Base!
Pues bien, las afirmaciones de los comunistas no se apoyan en sus deseos subjetivos, sino tienen su base en la comprensión de que la presente crisis económica mundial es la más catastrófica de toda la existencia del capitalismo, pues ocurre en las postrimerías de su agonía y cobija todas las ramas de la economía de todos los países del mundo; en momentos en que el capitalismo se ha convertido en un sistema mundial de opresión y explotación ya no solo por su contenido, sino también por su forma –que los teóricos burgueses llaman globalización– donde su contradicción fundamental se ha agudizado al extremo y está completamente madura para ser resuelta por la Revolución Proletaria Mundial. Crisis que no tiende a ser de recuperación rápida como lo añoran los explotadores y lo pronostican algunas de las instituciones imperialistas: “el imperialismo tiene menos margen de maniobra, ya no cuenta con la reserva de fuerza de trabajo, inversión y mercado que le han proporcionado los países ex socialistas, y la propia crisis viene mostrando la fenomenal exacerbación de la contradicción fundamental del sistema, el reloj que marca el tiempo de vida que le queda al capitalismo. En tales condiciones, esta crisis tiende a retardar los siguientes ciclos de recuperación, auge y nuevo declive, incluso a que dichos ciclos sean bajos y cortos, convirtiendo todo el proceso en una especie de crisis permanente, hasta que una nueva guerra mundial destruya el planeta, o la revolución proletaria lo salve y lo lleve al comunismo.”
1
Hoy, a casi un año de esa revolucionaria declaración, la evolución de los acontecimientos confirma la cientificidad de su análisis. En efecto, todas las medidas “anti crisis” y los “planes de salvamento” adoptados por los Estados para salvar las grandes compañías imperialistas no sólo han favorecido la concentración del capital, como ocurre en todas las crisis, sino además han agudizado todas las contradicciones, a pesar de la recuperación momentánea de la economía en distintos países.
En lo que va corrido del año 2010, las agencias económicas registran que se han utilizado un total aproximado de 27 billones de dólares para evitar que grandes compañías y magnates del capital entren en bancarrota. Un gigantesco esfuerzo que le cuesta a la sociedad la mitad de lo producido en términos absolutos por los obreros y los campesinos del mundo durante todo un año. Y aún así, a pesar de este suplicio a que es sometida la sociedad mundial por los capitalistas, no logran más que aumentar el problema, acumular las consecuencias para que la crisis, como manifestación de la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación, se presente con más fuerza y más dramáticamente, tal como lo reconocen impotentes algunos columnistas internacionales de la burguesía.
No sólo continúa creciendo el desempleo en Estados Unidos y se ha intensificado como nunca antes la deportación de los inmigrantes, ya no bajo la mano siniestra de Bush pero sí del puño demócrata de Obama, sino además, la crisis hace ahora sus estragos principalmente en Europa y anuncia nuevos cataclismos en las economías de China, India y América Latina, consideradas por los analistas como las locomotoras de la economía mundial en el presente período.
En Europa, un diario alemán llamaba la atención en mayo diciendo que se presentaba una “situación de emergencia histórica sin parangón, que podría tener drásticas consecuencias en la estabilidad de la zona euro”, que ya no sólo se trata de la crisis del euro y de la crisis financiera, que “ya no se trata solamente de evitar la quiebra de bancos, sino la quiebra de Estados”. Efectivamente, países enteros como Grecia, España, Hungría, Irlanda, Portugal… están quebrados y condenados a quedar hipotecados a las instituciones financieras imperialistas.
Las condiciones impuestas por el capital financiero, el rey del capital que hoy domina la vida económica, política y social del mundo entero, implican recortar las migajas con que la burguesía cebaba a la aristocracia obrera en los países imperialistas y acabar con las conquistas sociales adquiridas por el movimiento obrero en los demás países: aumento de los impuestos, supresión de los seguros al desempleo, rebajas pensionales, drásticos recortes al sistema de salud pública y de seguridad social, rebaja de salarios… pero además ensañarse contra el proletariado inmigrante, no sólo agravando aún más sus pésimas condiciones de existencia, sino arrojándolo en masa a sus países de origen, y ello ocasiona la respuesta masiva y revolucionaria de los trabajadores, como se ha visto en las insurrecciones, levantamientos, huelgas y manifestaciones en Grecia, España, Portugal…
La situación no es mejor en las llamadas locomotoras de la economía mundial en el presente período, donde las economías de China e India han decrecido, así como el crecimiento de América Latina es pasajero según los propios analistas de la burguesía y el imperialismo. Y no podía ser de otra forma pues tanto en Asia como en América Latina el crecimiento ha sido a cuenta de estrujar salvajemente la fuerza de trabajo: arrojar al arroyo a millones de proletarios, aumentar la jornada, intensificar el trabajo, rebajar los salarios y las pensiones... con lo cual la burguesía prepara una nueva recaída más amplia y más profunda.
La crisis revela así de forma brutal las espantosas lacras del capitalismo y saca a la superficie las contradicciones antagónicas del sistema que no tienen otra solución que la Revolución Proletaria Mundial:
La crisis, ha mostrado el peso y la importancia de los sepultureros del capitalismo imperialista, destacando la contradicción entre el proletariado y la burguesía como la principal en el mundo; evidente no solo en el ámbito económico sino también en el político y social, en los enfrentamientos, paros generales, huelgas políticas e insurrecciones, tanto en los países oprimidos como en los imperialistas; contradicción que por ser la más revolucionaria y la expresión de la contradicción fundamental del sistema capitalista en el terreno social, agudiza todas las demás contradicciones del imperialismo y las influencia en la dirección de la Revolución Proletaria Mundial, la principal tendencia de la época. Ahora mismo en Estados Unidos se presenta un nuevo levantamiento obrero en respuesta a la ley de inmigración, así como en Europa se prepara una huelga general en todo el continente para el 29 de septiembre, iniciativa acogida por algunos sectores en distintos países del mundo y ahora ya se habla de huelga general mundial para el 29 de septiembre.
La crisis, también ha atizado al extremo la contradicción entre los países imperialistas y los países oprimidos, donde los imperialistas tienen el respaldo de las clases dominantes lacayas para compartir la superexplotación y opresión de los trabajadores, ya sea bajo la forma semi-colonial o directamente con la agresión armada a países y naciones como Afganistán, Irak, Palestina… o bajo la amenaza latente como es el caso de Irán, Corea del Norte, Pakistán, Venezuela… avivando así el repudio mundial al imperialismo e incentivando la rebelión de pueblos, naciones y países oprimidos, que responden con la guerra de resistencia, e incluso con la Guerra Popular que avanza en la India, persiste en Filipinas, y se reanuda en el Perú. Guerras que le infringen derrotas y socaban la dominación imperialista como ha dejado en evidencia el retiro de las tropas yanquis de Irak y el avance de la revolución y la guerra popular en la India.
La crisis a su vez ha exacerbado la contradicción que enfrenta a los países imperialistas y a los grupos monopolistas entre sí por el dominio mundial, acrecentando la disputa por las colonias y semi-colonias, por los mercados, las materias primas y la fuerza de trabajo, aumentando los preparativos y el peligro de una nueva guerra mundial, preparativos que por ahora le dan salida a la inversión de grandes capitales en la industria militar, y que de concretarse les permitirá quemar una gran parte de las fuerzas productivas para empezar de nuevo.
Es así como miles de billones de dólares son destinados para la matanza entre los pueblos, las potencias imperialistas se arman y arman a sus regímenes lacayos de los países oprimidos, como puede verse en Grecia, cuya crisis estatal tiene, entre otras causas, los compromisos adquiridos en la compra de armamentos a cambio de créditos; o sin ir muy lejos, en los países de América Latina, donde los imperialistas yanquis buscan instalar bases militares en Colombia y todos los gobiernos de la región han aumentado el presupuesto de guerra, y realizado acuerdos y tratados militares y comerciales con las grandes potencias, con miras a la guerra. Igual sucede en el Sur de Asia y en el Medio Oriente, mientras África continúa desgarrada y bañada en sangre por los ejércitos títeres y mercenarios de los imperialistas norteamericanos, europeos y asiáticos.
Crece el peligro de una nueva guerra mundial y el proletariado debe impedir que estalle con su lucha revolucionaria y, si en todo caso los imperialistas la desatan, transformarla en guerra civil por el triunfo de la revolución proletaria.
Finalmente, y aun cuando no es una consecuencia directa de la crisis, en los últimos meses se ha demostrado hasta la saciedad que el imperialismo no sólo sacrifica la vida de los hombres que producen la riqueza, sino también destruye la naturaleza. El deshielo de los polos, el calentamiento global, la contaminación ambiental y las grandes catástrofes que azotan el planeta tienen su causa más profunda en la explotación irracional de los recursos naturales. Situación que pone en peligro la existencia misma de la vida sobre el planeta, obligando el surgimiento de nuevos movimientos ambientalistas y su acercamiento a la idea de que no es posible salvar la naturaleza sin acabar con el capitalismo imperialista, ante las declaraciones mentirosas, los acuerdos incumplidos y el desenfrenado apetito de ganancia de los capitalistas.
Aunque las crisis del capitalismo son desastrosas para el proletariado y las masas trabajadoras en general, también destacan inevitablemente la principal tendencia histórica de la sociedad: la revolución.
Las crisis económicas y ésta en particular, aportan pruebas materiales para que los proletarios del mundo sepan y comprendan que más allá del imperialismo sólo sigue la revolución proletaria, su vigencia e ineludible necesidad histórica para sepultar al imperialismo, suprimir la propiedad privada sobre los medios sociales de producción, acabar para siempre la explotación del hombre por el hombre, y con ellas, la división de la sociedad en clases antagónicas.
Y si en la declaración del 1º de Mayo del 2009 llamábamos al proletariado a enarbolar como bandera de lucha: El capitalismo imperialista está en crisis, ¡Viva el Socialismo y el Comunismo! y en marzo 4 de este año convocábamos a los obreros ¡Al combate Contra los Desastres Causados por la Crisis Capitalista Mundial! Como viene ocurriendo y se observa en sus manifestaciones en Europa anunciando en sus pasacalles ¡El Mundo Debe Cambiar de Base! Hoy se hace aún más urgente avanzar en la organización para dirigir la Revolución Proletaria Mundial que viene caminando, la Internacional Comunista que junte en una sola y única lucha, todos los esfuerzos de los pobres del mundo, para dar paso al sistema socialista cuyas premisas materiales ya han sido creadas por el capitalismo.
Ha Surgido la Imperiosa Necesidad de Formular una Línea General del Movimiento Comunista Internacional
Frente a las magníficas condiciones objetivas que brinda la situación mundial y la agudización de todas las contradicciones del imperialismo, resultan impotentes las fuerzas subjetivas de la Revolución Proletaria Mundial, las fuerzas del Movimiento Comunista Internacional que aún no se reponen del golpe traidor del revisionismo prachandista en Nepal, siendo su situación de confusión ideológica y de dispersión organizativa, aun cuando tienen importantes avances como lo atestigua la marcha de la revolución en la India, que se ha consolidado como la avanzada de la Revolución Proletaria Mundial.
Hoy, ya es completamente claro que el ataque del revisionismo prachandista causó una gran conmoción en el Movimiento Comunista Internacional, ante el cual sucumbió el centro de dirección ideológico y político conquistado por los Marxistas Leninista Maoístas en cabeza del Movimiento Revolucionario Internacionalista - MRI.
Pero también es claro que la lucha de líneas de los diversos partidos y organizaciones Marxistas Leninistas Maoístas conquistó una victoria ideológica general del marxismo revolucionario sobre el revisionismo prachandista, siendo refutadas sus teorías apologéticas del imperialismo, el capitalismo y la democracia burguesa; demostrada su renuncia a los principios del marxismo; denunciada y repudiada su capitulación ante el imperialismo, y su traición a la revolución, al proletariado mundial y al Movimiento Comunista Internacional. Victoria que en el terreno político significó aislar al revisionista Partido Comunista de Nepal Unificado (Maoísta) de las filas Marxistas Leninistas Maoístas, impedir que su plataforma revisionista prevaleciera y se convirtiera en línea general del Movimiento Comunista Internacional, evitar que la desmoralización contaminara todo el movimiento, y reavivar las llamas de la revolución en diversos países, especialmente en la India donde desde años atrás arde la hoguera de la guerra popular.
Además, la lucha teórica de los Marxis-tas Leninista Maoístas contra el revisionismo prachandista, profundizó la diferencia entre las tendencias actuales del Movimiento Comunista Interna-cional, permitiendo ir más allá de las divisiones formales entre los partidos y agrupaciones, diferenciando aún más el auténtico Marxismo Leninismo Maoís-mo del revisionismo clásico, del revisionismo hoxista y semi-maoísta (“Marxista Leninista” – “ML”), mejorando las condiciones para la unidad y escisión alrededor de una Línea General del Movimiento Comunista Internacional.
Aparte de lo anterior, la lucha de líneas en el seno de los Marxistas Leni-nistas Maoístas disolvió la mezcolanza de tendencias en el seno del Movimiento Revolucionario Internacio-nalista, distinguiendo entre el Marxismo Leni-nismo Maoísmo y el revisionismo, y confrontando el centrismo, la principal característica de ese movimiento en esta lucha, a la vez que resaltó importantes divergencias que deben confrontarse en el período actual.
La comprensión de este balance de la lucha contra el revisionismo prachandista es decisiva para consolidar esta victoria del Marxismo Leninismo Maoísmo y avanzar con paso firme en la unidad de las fuerzas del proletariado revolucionario. En ese sentido, el apoyo a la revolución en la India contribuye a tal propósito, siempre y cuando los comunistas revolucionarios desplieguen una actividad más enérgica diferenciándose de los secuaces del prachandismo. 5
Como puede observarse, el Movimiento Comunista Internacional logró sobreponerse de la gran conmoción causada por el ataque del revisionismo prachandista, impulsándolo a un nuevo período cuya característica es la confusión ideológica y la extrema dispersión de sus fuerzas. Tal estado de cosas plantea la imperiosa la necesidad de formular una Línea General para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional, que sistematice y concrete el nuevo y gran deslinde entre el marxismo revolucionario y el falso, ya no solo en relación al revisionismo prachandista, sino en las filas de los Marxistas Leninistas Maoístas, distinguiendo entre el Marxismo Leninismo Maoísmo auténtico y el “maoísmo” a secas –de derecha o “izquierda”– para poder avanzar hacia una nueva Conferencia Internacional de los Marxistas Leninista Maoístas y hacia la Internacional Comunista de nuevo tipo.
Se Prolonga la Crisis Económica y se Agrava la Crisis Social en Colombia
El oxígeno brindado a la economía por el capital de los sicotrópicos no logró que Colombia escapara a la crisis mundial. Ese fue el “blindaje” anunciado por el régimen mafioso que tampoco aguantó los embates de la crisis mundial haciendo que aquí también hiciera sus estragos: “En 2009, el crecimiento se desplomó, llegando a 0,4%”
En lo que va corrido del 2010, a pesar de que los industriales anuncian la mejoría de los negocios éstos no logran y no lograrán alcanzar un crecimiento mayúsculo, por lo que se prevé la prolongación de la crisis.
Las cifras de crecimiento presentadas por los analistas se amparan en las utilidades obtenidas por el capital parásito financiero que indudablemente ha tenido un crecimiento descomunal, al punto que ahora les permite a los burgueses colombianos incursionar en el mercado mundial y comprar bancos en otros países, como lo hizo recientemente el grupo Sarmiento Angulo en centro América.
Pero además, el crecimiento obedece a la llamada Inversión Extranjera Directa (IED) que según los analistas se cuadruplicó en el gobierno de Uribe pasando de 2.134 millones en el 2002, a 7.201 millones de dólares en 2009 y según esperan las clases dominantes llegará este año a 10.000 millones de dólares. Inversión destinada sobre todo a la extracción de petróleo y a la minería que, dicho sea de paso, aumenta la dependencia semi-colonial y son los sectores que menos empleo generan.
Por consiguiente, a pesar de que los grandes capitalistas se ufanen de las multimillonarias ganancias obtenidas a pesar de la crisis y pregonen el fin de la “recesión”, el llamado crecimiento no se ha producido en los sectores determinantes de la economía, a la vez que la agricultura se encuentra en bancarrota. De ahí que la dicha de ahora será flor de un día, la crisis seguirá haciendo estragos y agudizando todas las contradicciones sociales y políticas del país.
Las multimillonarias inversiones del capital imperialista sobre todo en la extracción de petróleo y minería, así como la firma de los “Tratados de Libre Comercio” con Canadá y Europa y la inestabilidad de importantes mercados como el de Venezuela, tienen repercusiones inmediatas y a mediano plazo en la ruina de los pequeños y medianos productores del campo y la ciudad, mayor dependencia del país, aumento de las condiciones de explotación y opresión de los trabajadores del campo y la ciudad, así como aumento de la destrucción de la naturaleza.
No es casual que los analistas burgueses e incluso sus diarios de cabecera llamen la atención de las clases dominantes sobre la situación social: “La oleada de optimismo no deja por fuera la preocupación por el alto nivel de desempleo que enfrenta al país... De acuerdo con lo expresado por los empresarios, Colombia mantendrá el deshonroso primer lugar de desempleo en América Latina, que ostenta desde hace unos cuatro años”.
Y no es para menos, son miles los obreros arrojados a la calle y según las cifras mentirosas y maquilladas del DANE el desempleo alcanzó en mayo de este año el 12,1%, lo que significa en términos reales la alarmante cifra del 50%, si se tiene en cuenta que el llamado trabajo informal, la población obrera flotante que la estadística cuenta como empleada, llega al 60%. Igualmente, según los sociólogos burgueses, 29 millones de colombianos viven en la pobreza y 7 de ellos en la indigencia. Lo cual significa que en las principales ciudades abundan los proletarios buscándose el sustento en calles y semáforos; en otras palabras, que el hambre azota la sociedad colombiana. Y Mientras en la mayoría de la sociedad trabajadora se concentra el hambre y la pobreza, en la minoría parásita se concentra la riqueza, como lo indican las utilidades del capital financiero, que alcanzaron también la cifra histórica de 8,5 billones a diciembre de 2009.
A la tragedia que padecen las masas proletarias se agrega la ruina de los pequeños propietarios y la no menos alarmante situación de las víctimas de la guerra reaccionaria, que por más de 20 años ha arrebatado a los pobres del campo cerca de 6 millones de hectáreas de las mejores tierras, proletarizando a sangre y fuego a más de 4 millones de personas; un verdadero ejército cuyo sostenimiento ha recaído también sobre el proletariado en activo. Pero a su vez son las nuevas fuerzas del poderoso ejército de los sepultureros del capitalismo, cuyo drama sólo será remediado con la revolución socialista.
Tal es un resumen apretado del panorama general de la situación, de la cual puede deducirse, no sólo la prolongación de la crisis económica, sino el agravamiento de la crisis social que hará estallar una y otra vez rebeliones y asonadas, huelgas y paros, manifestaciones y enfrentamientos de las masas contra sus enemigos; especialmente, contra el Estado como representante de los explotadores. A la vez que agudizará las contradicciones en el seno de las clases dominantes, haciendo que, a pesar de las pretensiones de un “gobierno de unidad nacional” por parte de Santos, se sigan presentando crisis en la cúpula del poder y tornando inestable la situación política, brindando ocasión para el avance de la revolución.
Cambios en el Régimen e Inestabilidad del Gobierno
En el ámbito político, la elección de Juan Manuel Santos a la presidencia significa cambios en el régimen de Uribe; del cual la Unión Obrera Comunista (mlm) dijo hace ocho años que era un régimen especial, pues las clases dominantes habían puesto a la cabeza del Estado a la facción de la burguesía y los terratenientes cuyas ganancias provenían de la industria de los sicotrópicos; caracterizándolo como un régimen mafioso y paramilitar. Hoy han puesto en cabeza del Estado a la burguesía industrial, lo cual no quiere decir que la mafia y los paramilitares hayan renunciado a la lucha por el poder del Estado ni sigan en el gobierno.
La “unidad nacional” proclamada por el nuevo presidente no es más que un acuerdo entre las clases dominantes para garantizar el apoyo de la mafia al nuevo gobierno, así como el reconocimiento de que su Estado, en poder de la mafia y el paramilitarismo durante los ocho años pasados, quedó quebrantado y necesitan reconstruir la confianza en él, como instrumento de su dictadura de clase y administrador colectivo de sus negocios.
Aun cuando el régimen de Uribe personificó la aplicación terrorista y sangrienta de la dictadura burguesa contra el pueblo, asegurando con ella las multimillonarias ganancias de los capitalistas nacionales y extranjeros, el poder en manos del sector de las clases dominantes ligadas a la industria de los sicotrópicos, ocasionó el despilfarro de los recursos estatales en las limosnas de “Familias en Acción”, la quiebra del sistema de salud pública, la crisis en la educación y un enorme retroceso de las vías de comunicación, como también les acarreó a los explotadores profundas divisiones intestinas, desprestigio y relativo aislamiento internacional que afecta sus negocios; y sobre todo, al agravar las contradicciones entre el pueblo y el gobierno lo convirtieron en un régimen profundamente inestable. 7
Una situación que ponía en peligro, ya no sólo un gobierno sino todo el poder del capital. Tales fueron las razones para impedir una segunda reelección de Uribe y cambiar de gobierno, muy a pesar del enorme poderío económico de las mafias y del dominio adquirido en 8 años con el poder político en sus manos.
El “gobierno de unidad nacional” de Santos no significa entonces gobernar sin la mafia, ni implica cambios en la esencia del Estado burgués, terrateniente y proimperialista colombiano. Por consiguiente, el nuevo gobierno no cambiará las relaciones de dependencia del país respecto al imperialismo; estará, como todos los gobiernos en el capitalismo, al servicio de los explotadores nacionales y extranjeros y en contra del pueblo; seguirá siendo, como todos los gobiernos en el Estado burgués, democracia para los ricos y dictadura contra el pueblo; será un gobierno antiobrero y antipopular como lo anuncian sus nuevas reformas, las cuales exacerbarán aún más la contradicción entre el proletariado y la burguesía y del pueblo contra el Estado, obligando a los trabajadores del campo y la ciudad a resistir los embates de los explotadores y a continuar luchando revo-lu-cio-nariamente para evitar su degradación física y espiritual.
Además, la pretendida “unidad nacional” sólo es un acuerdo temporal de los reaccionarios mafiosos, industriales, banqueros, comerciantes y terratenientes para que Uribe y su pandilla de mafiosos salgan del gobierno por la puerta grande. Acuerdo en el cual también está comprometido un sector de la pequeña burguesía y el oportunismo a través del Polo Democrático, recibiendo cargos en el gobierno como ya lo hizo Angelino Garzón y se prevé que lo hará Petro y desde la oposición oficial en el establo parlamentario como lo anunció Robledo; acuerdo del cual también quiere hacerse partícipe la cúpula del revisionismo armado de las Farc, según las declaraciones, recomendaciones y llamados a dialogar hechos recientemente por alias “Alfonso Cano” al presidente Santos.
Pero un acuerdo reaccionario como ese, sólo puede ser temporal y terminará por romperse como producto de las contradicciones que continuarán agudizándose, tanto del conjunto de las clases dominantes tradicionales con el sector mafioso y paramilitar que no renunciará a su pretensión de continuar gobernando (sólo basta mirar la reacción de los mafiosos frente a la pretensión de Santos de nombrar a Vargas Lleras como ministro de defensa), así como entre todas las facciones de las clases dominantes frente a los nuevos estragos que la crisis depara. A ello hay que agregar que se presentarán nuevos y más grandes conflictos como producto de la agudización de la crisis social y del persistente ascenso del movimiento de masas, quitándole al gobierno los velos de la supuesta unidad nacional y desgarrando abiertamente la sociedad en una aguda lucha de clases, lo cual crea condiciones magníficas para el avance de la revolución y el triunfo del socialismo.
El poderoso y sostenido ascenso del movimiento de masas, así como las contradicciones en el seno de las clases dominantes, permite afirmar que continuamos en un período de ofensiva táctica dentro de una etapa de defensiva estratégica de la revolución. Es decir, que debemos reafirmar la orientación de la VIII Asamblea que llamaba a ¡Avanzar en la preparación práctica de la huelga política de masas! A unir e intensificar la lucha política del pueblo contra el régimen y el Estado. A ampliar la actividad política abierta de los revolucionarios y comunistas, haciéndola más sistemática, coordinada y contundente. A aislar el oportunismo, principal auxiliador y lugarteniente de la burguesía y mayor obstáculo del movimiento revolucionario de las masas.
¡Avanzar en la Preparación Práctica de la Huelga Política de Masas!
El rechazo mayoritario del pueblo al camino de la politiquería propuesto por sus falsos amigos, así como la persistente lucha de los explotados y oprimidos que no se han dejado seducir por las promesas demagógicas del nuevo presidente, ratifican la marcha del movimiento social hacia una gran huelga política de masas como la tendencia objetiva más poderosa de la lucha de clases en Colombia.
Tendencia que debilita al régimen, desorganiza al oportunismo y compromete a los revolucionarios, pues las masas continúan dando pasos en la preparación práctica de la Huelga Política de Masas, por un camino tortuoso dada la influencia del oportunismo y la falta de audacia y persistencia de los comunistas para hacer realidad la organización independiente de la lucha en los Comités de Huelga para generalizar el movimiento.
Es tan poderoso este movimiento, que hoy por hoy ningún partido niega su existencia e importancia, y hasta los analistas de la burguesía admiten que en Colombia se presenta un sostenido ascenso de la lucha de masas en los últimos años: los curas del Centro de Investigación Popular (Cinep), por ejemplo, hablaban el año pasado de más de una movilización al día en promedio durante el gobierno de Uribe, y hasta la socialdemócrata Escuela Nacional Sindical (ENS), que no hace mucho argumentaba la supuesta desaparición de la clase obrera, hoy dice que durante el 2009 creció la lucha del movimiento obrero: “se realizaron 103 movilizaciones y protestas laborales. Hubo una reactivación de la movilización, si se le compara con el año anterior, cuando se registraron 93 acciones. El panorama de la movilización estuvo marcado por la presencia de 28 huelgas, 24 jornadas de protesta, 27 marchas, 20 tomas o bloqueos, 2 paros.”
Esta tendencia al aumento de las movilizaciones, paros y huelgas obreros se ha conservado en lo transcurrido del 2010, siendo significativas las huelgas de los petroleros en los llanos orientales, quienes en su lucha arrastraron a los pobladores de los municipios adyacentes a los pozos, así como la reciente huelga de los mineros del carbón en la Jagua de Ibirico en el departamento del Cesar; luchas donde los valerosos obreros resistieron las arremetidas de las fuerzas policiales, las amenazas y atentados contra sus dirigentes. Significativas gestas que no opacan los enormes esfuerzos de los proletarios de la industria, sobre todo de los obreros sin estabilidad laboral y con contratos miserables (temporales, de las mal llamadas cooperativas de trabajo asociado, de los contratados por prestación de servicios…) por hacer valer sus organizaciones y presentar pliegos de peticiones para impedir que los capitalistas descarguen todo el peso de la crisis sobre ellos.
Igualmente, el papel destacado de las luchas obreras no opaca los esfuerzos de los desplazados que resisten y no permiten ser tratados como parias, con nuevas manifestaciones, bloqueos y tomas; no le quitan importancia a la persistente lucha de las masas campesinas e indígenas, por frenar el terrorismo de Estado y la guerra contra el pueblo; no desdicen de los habitantes, sobre todo de la costa, que con sus frecuentes asonadas exigen el servicio de energía, ni de los habitantes en barrios de las grandes ciudades y poblados en sus constantes levantamientos y refriegas contra los abusos de las fuerzas policiales.
Es de esta situación objetiva que los comunistas derivan sus tareas y responsabilidades frente a las masas. Es de allí de donde parten para asegurar que ¡Avanzar en la preparación práctica de la huelga política de masas! continúa siendo la orientación revolucionaria para el movimiento de masas; orientación que reafirmamos para que los revolucionarios y comunistas se apresten a dirigir los combates de las masas populares, agrupándolos y generalizándolos en una sola lucha que se transforme en ofensiva, que se convierta en un poderoso combate político de clase contra los enemigos del pueblo, que esté ligado mediante la propaganda y la agitación al objetivo estratégico de destruir todo el poder del capital, manteniendo siempre viva la denuncia política al viejo Estado de los explotadores, y la proclamación de sus banderas y consignas: ¡Contra el Régimen y por la Revolución Socialista, Preparar la Huelga Política de Masas!, ¡No basta Cambiar el Gobierno para Cambiar la Situación del Pueblo!
¡Abajo el podrido Estado burgués! ¡Viva el futuro Estado de obreros y campesinos!
Banderas y consignas que encuentran eco en la masa de obreros y campesinos como demostró la reciente “marcha patriótica y cabildo abierto por la independencia” del 19 al 21 de julio en Bogotá, en la cual, aun cuando convocada por jefes liberales, socialdemócratas y oportunistas para depositar unas peticiones respetuosas en el establo parlamentario, se abrió camino la posición revolucionaria cuestionando tales propuestas y consignas, obligándoles a comprometerse con la lucha y en la “preparación inmediata de un paro cívico nacional” por el conjunto de las reivindicaciones inmediatas del pueblo.
Reafirmar el camino de avanzar en la preparación práctica de la Huelga Política de Masas exige de los activistas y luchadores, nuevos esfuerzos por promover la organización de amplios Comités de Huelga, para que las masas retomen su iniciativa creadora, unifiquen sus reivindicaciones en una Plataforma común y la conquisten con la fuerza de la huelga política de masas en todo el país, contra el Estado representante político de los capitalistas, contra el nuevo gobierno administrador de sus negocios, y por avanzar más allá de hacer llevaderas las condiciones de la esclavitud asalariada: hasta la Revolución Socialista que suprima para siempre las causas de la explotación del hombre por el hombre.
Por su parte, el movimiento sindical continua reanimado por el empuje de las bases que repudian las traiciones y componendas de las camarillas dirigentes; y contra la voluntad conciliadora de los jefes vendeobreros, ha ido fortaleciendo su resistencia a los despidos, a la rebaja del salario y conquistado mejoras salariales incluso en plena crisis; movimiento que tiende a engrosar sus filas con la organización de nuevos destacamentos casi siempre de obreros temporales que, haciendo uso de la organización y de la huelga, han ido conquistando en la práctica su derecho a ser reconocidos como trabajadores de la empresa. Sin embargo, a pesar de esa enorme vitalidad y de la creciente rebeldía de las bases, el movimiento sindical todavía se encuentra amordazado por la dirección de las camarillas oportunistas que lo paralizan y desvían, destacando la necesidad de retomar firmemente el trabajo por su reestructuración en la independencia de clase, pensando en la Central Sindical Revolucionaria, que ligue la lucha de resistencia a la lucha general de la clase obrera por su emancipación, y en lo inmediato, contribuya a la preparación de la Huelga Política de Masas.
¡Aprovechar la División y el Desprestigio del Oportunismo, para Hacer Avanzar la Revolución!
El compromiso del oportunismo con la democracia pequeño burguesa en el Polo Democrático Alternativo y de este partido en el ejercicio descarado de la dictadura de los explotadores en la alcaldía de Bogotá, el compromiso de algunos de sus cuadros con el nuevo gobierno y su declaración de ser apenas la oposición en el parlamento, así como sus traiciones y oposición a la lucha revolucionaria de las masas lo ha desprestigiado, agudizado sus propias contradicciones y dividido su filas, demostrando en los hechos que ese partido era, como habíamos anunciado desde su fundación, un Polo Politiquero y Sin Alternativa.
Hoy es más claro para las masas a dónde conduce el camino electorero de los oportunistas, demostrando con el gobierno de Samuel Moreno en Bogotá, al cual impulsaron y defienden, que el interés oportunista de remodelar el Estado reaccionario para gobernar “a favor” del pueblo es palabrería huera, pues el gobierno avalado por ellos sólo ha servido para defender y salvaguardar los privilegios de clase de los explotadores y aplastar con las fuerzas represivas la rebeldía popular.
El desprestigio del Polo entre las masas en la capital, es compensado con el aprecio manifiesto de las clases dominantes, pues a ellas sí les ha servido para apagar el detonante de la crisis social, justamente en Bogotá, el centro del poder de los capitalistas: demagogia politiquera sobre la entrega de las tierras de los narcos y ayuda básica a los desplazados, mientras garrotea, persigue y criminaliza a los desarraigados que exigen el cumplimiento de los acuerdos firmados; jugosos negociados a favor de los grandes monopolistas del transporte, mientras aplasta con la fuerza bruta la justa indignación de los pequeños transportadores que ayudaron a su elección; declaraciones demagógicas de ayuda a la lucha de las masas y de oposición al régimen, mientras disuade el movimiento con promesas, aísla los conflictos, envía los perros del escuadrón antimotines a someter por la fuerza las protestas y hace migas con los reaccionarios contra el pueblo. Papel criminal para el que se ha prestado el oportunismo electorero.
Pero a su vez, esa actuación abierta a favor de los explotadores y su desprestigio entre las masas, ha ocasionado la crisis y división en el seno del Polo, así como ha agudizado la lucha entre las camarillas dirigentes y la base engañada de los partidos oportunistas, que ansía la lucha y desborda la talanquera impuesta por sus jefes. Situación que les obligará a ponerse nuevamente la “camisa roja” de la lucha para seguir cabalgando sobre el movimiento, pero que les permite a los comunistas y revolucionarios desenmascarar la vacilación y el compromiso de los dirigentes oportunistas con el enemigo de clase.
Por otra parte, para la sociedad ya es claro que la guerra de las Farc no es una guerra popular, sino una guerra contra el pueblo; una guerra por la renta que brindan las explotaciones mineras, las modernas plantaciones de palma africana, las plantaciones de coca y amapola…, una guerra que despoja a los pobres del campo y donde no mueren los enemigos del pueblo sino los hijos de los obreros y los campesinos.
Para los revolucionarios ya no hay duda tampoco que las propuestas de las Farc no van más allá de la aspiración pequeñoburguesa de “liberar” al país de los imperialistas yanquis para entregárselo a los imperialistas europeos y asiáticos, y de reformar el Estado de los explotadores, dejando intacta la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, salvaguardando la base de la explotación y la opresión.
Aún así, a pesar de que el pueblo sabe por experiencia propia y dolorosa lo que significan las Farc, la palabrería aparentemente revolucionaria y los llamados a la lucha por parte de su brazo político, el Partido Comunista Clandestino de Colombia (PCCC), ha conquistado simpatía entre algunos dirigentes y activistas de las masas, constituyéndose su posición en un gran peligro para el movimiento, pues apoyándose en el justo deseo de lucha de las masas y en el desprestigio de los politiqueros, pretende utilizar la lucha revolucionaria de los trabajadores para presionar un acuerdo de paz con los enemigos del pueblo.
Por consiguiente, sigue siendo necesario mantener firme la dirección del golpe principal de la táctica revolucionaria: “aislar al oportunismo utilizando el método magistral de tomar la iniciativa en la lucha política de las masas y al frente de su movimiento, denunciar el compromiso electoral politiquero del oportunismo con el Estado burgués y los capitalistas, y tomarle la palabra cuando pose de revolucionario en el movimiento de masas, para combatirle ante éste, su inconsecuencia, vacilación y tendencia a la traición. Es un momento favorable para quebrar el palo oportunista en la rueda de la revolución, pero es imposible hacerlo con el solo dinamismo revolucionario del movimiento de masas; es imprescindible y determinante la actuación de los comunistas.”
¡Acelerar los Preparativos del Congreso del Partido!
En Colombia el proletariado se ha convertido en el representante único y natural de todos los trabajadores, pero no puede cumplir su papel si no se expresa como clase consciente; es decir, si no se organiza como Partido político independiente. Construir ese Partido ha sido la tarea central de los marxistas leninistas maoístas y, particularmente, de la Unión Obrera Comunista (MLM) quien atendiendo a esa necesidad, cada vez más urgente para responder a la lucha de clases tanto nacional como internacionalmente, llamó a todos los Marxistas Leninistas Maoístas de Colombia a preparar y convocar conjuntamente el Congreso del Partido.
Ese llamado, realizado por la VIII Asamblea de la Unión en octubre de 2009, significa avanzar a un nuevo período, dar un paso adelante para derrotar la impotencia política y la dispersión organizativa. Y tal desafío, que es un grito de guerra contra la burguesía, los terratenientes e imperialistas y sus secuaces oportunistas, fue recibido con escepticismo por los demás grupos comunistas en Colombia, con simpatía por sectores avanzados del proletariado y algunos representantes de los pobres del campo, contando con la voz de aliento de obreros de otros países.
La osadía de atreverse a plantear una tarea que no se había propuesto el proletariado desde el 10º Congreso del Partido Comunista (marxista leninista) en 1965, ha puesto a prueba las convicciones comunistas y ha desatado una gran lucha de líneas entre avanzar hacia el Congreso o continuar sosteniendo los vetustos e impotentes grupos dispersos; entre disponerse a luchar sinceramente y de verdad por la unidad alrededor del programa revolucionario o seguir alimentando el espíritu de secta; entre atreverse a romper con el pasado y disponerse a elevarse como jefes de la clase obrera o seguir esperando que surjan de la nada los nuevos dirigentes del Partido; entre ponerse a la cabeza del pujante movimiento revolucionario de las masas o continuar con la rutinaria actividad estrecha de los círculos; entre apoyar el enorme esfuerzo del proletariado por sostener su prensa revolucionaria pensando en el diario de la revolución o continuar denigrando de ella.
En el fondo, se trata de una enconada lucha que, como manifestación de las tendencias en el Movimiento Comunista Internacional, encuentra en Colombia los seguidores del revisionismo prachandista así nadie lo defienda abiertamente, encuentra también los seguidores del centrismo en sus variadas manifestaciones como los buscadores y defensores de la “nueva síntesis” y del simplemente “maoísmo”, pero también encuentra los defensores de la línea proletaria revolucionaria que derrotó al revisionismo del siglo XXI.
Es una lucha de líneas que los comunistas revolucionarios debemos desarrollar y desplegar con acierto de tal forma que nos lleve a dar el salto a la nueva cualidad; es decir, desarrollar el proceso de unidad – lucha – UNIDAD que permita la negación de los actuales grupos y organizaciones comunistas en la forma superior de organización: el Partido.
En esa lucha, la Unión Obrera Comunista (MLM) no sólo está comprometida, sino que tiene una responsabilidad especial, tanto para atraer a los demás camaradas y grupos en el propósito de marchar conjuntamente hacia el Congreso, echando abajo las barreras del sectarismo, como en el desarrollo de su propio plan de trabajo que también tiene la preparación del Congreso como hilo conductor de todas su tareas.
Por tanto, contribuir a la preparación del Congreso exige ahora combatir el escepticismo rompiendo el estancamiento de las tareas; lo cual obliga acelerar los preparativos del Congreso en la misma línea definida por la VIII Asamblea: reafirmando al periódico Revolución Obrera como la herramienta principal de todo el trabajo; fortaleciendo la organización abriéndole más las puertas a los obreros y a los dirigentes de masas; promoviendo, formando, trasladando, especializando y profesionalizando a los cuadros, disponiéndolos para fortalecer los centros de dirección, consolidando los actuales regionales y lanzándose a extender y profundizar la organización y su influencia en las principales ramas y centros industriales, a las otras ciudades y zonas de importancia económica, a las otras clases revolucionarias…
Tales son las consideraciones que le permiten a la IV Reunión Plenaria del Comité de Dirección de la VIII Asamblea de la Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta):
Llamar a los Marxistas Leninistas Maoístas en el Mundo a Combatir la Confusión y laDispersión, Desarrollando la Lucha de Líneas para Formular la Línea General para el Movimiento Comunista Internacional y a Desplegar la Solidaridad Internacionalista con la Revolución y la Guerra Popular en la India.
Llamar al Proletariado de Todos los Países a Persistir en el Combate Contra los Desastres Causados por la Crisis Capitalista Mundial y a Fijar en su Mira el Socialismo: ¡El Mundo Debe Cambiar de Base!
Llamar a los Marxistas Leninistas Maoístas en Colombia a Desplegar la Lucha de Líneas y a Acelerar los Preparativos del Congreso del Partido.
Llamar a las Masas Populares, a los Comunistas y Revolucionarios, a Preparar la Huelga Política de Masas contra el Régimen y por la Revolución Socialista.
IV Plenaria del Comité de Dirección VIII Asamblea Unión Obrera Comunista (MLM)
Colombia, agosto de 2010
Publicado en Revolución Obrera # 319
No hay comentarios:
Publicar un comentario