La economía capitalista griega en la bancarrota, el Estado burgués en la bancarrota. Grecia, en estos últimos dos años parece un inerme barco a la deriva, sometido a las olas enfurecidas e incontrolables, sin timón ni timonel que la saque de la vorágine. Las medidas de salvataje, propuestas por el FMI, la Banca Mundial y de aquella de la Unión Europea, como aquellas a tomar por el gobierno y el parlamento burgués bajo la falsa excusa de rescate de la deuda, semejan más el ofrecerle una cuerda al suicida. Nuevas y más olas de despidos en masas, recortes en las áreas sociales del presupuesto público, caída en picada de los sobres semanales y congelamiento de los salarios, alzas en cadena de los impuestos, empeoramiento de los ingresos de la gente. En fin, que el gobierno griego se ha propuesto salvar la crisis de la deuda, metiendo mano en los bolsillos de los trabajadores y del pueblo todo. Tal y como exigen los acreedores internacionales, USA, Alemania y Francia, para inyectarle nuevos fondos de rescate.
Un indignado obrero público con rabia ha remarcado:”¿A quién intentan engañar? El Gobierno no va a salvarnos. Con estas medidas los pobres se hacen más pobres y los ricos, más ricos. Bueno, yo digo 'No, gracias. No quiero vuestro rescate”. Y es cierto, salvar a los ricos, a los especuladores financieros, a los auténticos causantes de la crisis estallada, a costa del pueblo trabajador, es lo que se ha propuesto el gobierno de ese país. No sólo Grecia, sino que las economías de Portugal, Irlanda, España, Gran Bretaña, etc., se bambolean peligrosamente. Sólo falta que una pieza de dominó caiga para que se venga abajo todo el sistema capitalista en su integridad.
De qué sorprenderse, pues, que la policía de las ciudades de Estados Unidos haga razzias con los llamados “indignados”; de que aquellas de Roma prohíban las manifestaciones en las calles de la ciudad; de las cargas policíacas contra los manifestantes y huelguistas griegos, las medidas arbitrarias y represivas contra las masas en Bélgica, Francia, Alemania, etc. Tras las pacíficas manifestaciones de los “indignados”; de las comedidas huelgas que los sindicalistas del orden se han visto forzados a declarar por presión de las bases y de las grandes mayorías no-organizadas; de las platónicas e insustanciales Declaraciones de los partidos obreros reformistas y revisionistas; las autoridades gubernamentales y la burguesía de las potencias imperialistas perciben el resurgir del fantasma que convierte sus deliciosos sueños en pesadilla: la revolución socialista internacional.
Y no es por gusto. La crisis financiera y económica, profundizada por y empatada con la Crisis General del Sistema Capitalista Mundial, contra su voluntad y para sorpresa misma de los trabajadores del mundo entero, ha terminado por engendrar una Situación Revolucionaria inmediata. De ahí el terror y el odio que despierta en los explotadores y sus gobierno el sólo escuchar por doquier –de Atenas a París, de Londres a Madrid, de Berlín a Nueva York- las mismas consignas políticas de “¡Abajo el gobierno masacrador social!”, “¡Con mí dinero NO”, “¡Que los ricos paguen la crisis que han provocado!”.
Para salvarse de su crisis global, pretenden o hundirnos en la sima de la pauperización absoluta o convertirnos en carne de cañón de sus de predatorias guerras colonialistas y de redistribución de las áreas energéticas, de mano de obra barata y áreas estratégicas militares. Eso, no lo aceptan ni aceptarán jamás las masas trabajadoras y las masas populares de todos los países del mundo. Por eso se acrecienta la lucha de clases por doquier, por eso se acrecienta incontenible la solidaridad combativa internacional de los trabajadores, de los comunistas (marxista-leninistas) junto a ellas.
Desde un inicio, de la crisis y de la rebelión popular internacional, los trabajadores y el pueblo griego se han colocado valerosamente a la punta del ejército reivindicativo internacional. Ellos han organizado combativas y airadas protestas, manifestaciones, acampadas, huelgas generales y diversas formas de resistencias a los ataques represivos de las fuerzas del desorden institucionalizado (… perdón, del “orden”).
Los trabajadores griegos, en estos días, han hecho pública su declaratoria de de Huelga General de 48 horas. La jornada huelguística se ha desarrollado exitosamente y extendido por todo el país. El paro ha sido total, obreros públicos, de las empresas privadas, fábricas y bancos, artesanos, líneas aéreas, estudiantes y jóvenes en general. Entre las acciones a desarrollar, el asedio del Parlamento griego, en Atenas. Y en el cual en estudio y proceso de aprobación de todo un paquete de medidas económicas (“austeridad”, dicen los zánganos acretinados que se dicen parlamentarios) de “salvamento”, altamente lesivas a los intereses de las masas trabajadoras y populares.
Al arribar los manifestantes a los aledaños del mismo, la policía y la gendarmería se ha lanzado provocadoramente contra ellos con miras de dispersarlos, atemorizar al pueblo y al hacer arrestos masivos. Ante la provocación los protestatarios han respondido con acciones casi igualitarias a la antipopular violencia policíaca. Se les ha lanzado lluvias de piedra, lanzamientos de cócteles molotovs y enfrentamientos físicos.
Un corresponsal de la prensa imperialista estadounidense ha recontado: “La mayor parte de los 100.000 manifestantes que acudieron al centro de Atenas lo hicieron en forma pacífica, pero la multitud concentrada frente al parlamento se encaró con la policía, que los dispersó por medio de gases lacrimógenos”. Agregando, como ilustración de su imparcialidad comprada, “Cerca del lugar, grupos de manifestantes arrancaron con martillos y palanquetas cascotes de mármol de los edificios aledaños y destrozaron escaparates y carteles de bancos… Muchos de los que participaron en la violencia vestían de negro y usaban capuchas negras, máscaras o cascos de motocicleta. Los vendedores ambulantes ofrecían máscaras de natación a los revoltosos, que las usaban como remedio contra los gases lacrimógenos”.
Al día de hoy, jueves, la lucha huelguística sigue. La chispa ha incendiado la pradera… y las calles de las ciudades griegas. El fuego de la rebelión sigue ardiendo y no se pagará tan fácilmente. Dado que la única solución, aquella que va a la raíz de la explotación y miseria de las masas trabajadoras y masas populares, el capitalismo mismo, resulta ser la revolución proletaria socialista.
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