Por los ICC de la ILPS y de la ICOR, 25 de septiembre de 2011
El 11 de marzo de 2011, un gran terremoto y un tsunami provocaron en Fukushima (Japón) la catástrofe nuclear más grave desde Hiroshima y Nagasaki. La fusión del núcleo que se ocasionó, aún no está bajo control. Tiene el potencial de hacer inhabitables vastas zonas de las densamente pobladas islas japonesas, contaminar con radiactividad la cadena alimentaria humana a nivel mundial y propagar graves enfermedades en las próximas décadas.
La catástrofe de Fukushima ha generado nuevas protestas y resistencia a escala mundial contra el uso de la energía nuclear, además de manifestar una crisis de toda la política energética del capital financiero internacional.
Ante tal situación, la ILPS (International League of People’s Struggle) y la ICOR (International Coordination of Revolutionary Parties and Organizations), junto a sus organizaciones afiliadas, lanzan la siguiente convocatoria: ¡Organicen conjuntamente, a partir del 1º de septiembre de 2011, una campaña internacional de un año bajo la consigna: "¡Cerrar todas las centrales nucleares!"
Los gobiernos imperialistas con sus monopolios energéticos promueven tanto el uso local como la exportación de la energía nuclear como "energía limpia" y alternativa, supuestamente para evitar la catástrofe climática. El gobierno japonés, por ejemplo, ha cerrado contratos para construir dos centrales nucleares en Vietnam y ahora intenta exportarlas a otros países. Fue demagógico el hecho de que en los últimos años, los gobiernos imperialistas reforzaron la energía nuclear, presentándola como alternativa para evitar la catástrofe climática.
Fukushima y otras grandes catástrofes nucleares, como la de Three Mile Island en los EE.UU. en 1979 y de Chernóbil en Ucrania en 1986, así como un gran número de otros acontecimientos potencialmente catastróficos, han demostrado claramente que la producción de energía nuclear, con el nivel de la técnica de hoy, conlleva riesgos incalculables e incontrolables. También es muy susceptible a influencias externas tales como tsunamis, terremotos, actos de sabotaje, así como a otras catástrofes naturales o provocadas por el ser humano.
Incluso sin accidentes y catástrofes, los trabajadores están expuestos forzosa e inevitablemente a dosis peligrosas de radiactividad durante todo el proceso de producción de la energía nuclear: empezando por la extracción de uranio y otros minerales radiactivos, pasando por la operación y administración de las centrales nucleares hasta la eliminación de los residuos nucleares tóxicos. El desgaste y la corrosión no se pueden evitar, como tampoco los fallos humanos durante la construcción y operación de centrales nucleares con consecuencias potencialmente devastadoras.
Los gobiernos, monopolios y consorcios de medios de comunicación que defienden la energía nuclear, aúnan sus fuerzas para encubrir los peligros para la vida y la salud, alegando los llamados "estándares de seguridad internacionales" o "niveles de radiación seguros" que han sido establecidos por organismos internacionales tales como la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) siguiendo supuestamente severos criterios científicos. Este mito aún se mantiene aunque la propia ICRP ya ha admitido en 1960 que no existe ninguna cantidad de radiación que sea "segura". La energía nuclear tiene consecuencias serias –posibles e inevitables– que no son justificables y que amenazan la salud y la vida de de las grandes masas.
Los residuos tóxicos de estas centrales emiten radiaciones mortales durante un período de hasta un millón de años. A pesar de que se lleva produciendo energía nuclear desde hace más de sesenta años, aún no se han encontrado métodos aceptables y seguros para eliminar los residuos radiactivos. La extracción de uranio, la construcción de centrales nucleares y de centros de investigación nuclear siempre conllevan enormes daños medioambientales y una cantidad inadmisible de residuos tóxicos.
En algunos países las centrales nucleares son construidas y operadas como tapadera y como paso hacia la producción de armas atómicas que dependen de uranio enriquecido. El bombardeo de las grandes ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki en 1945 se ha grabado inextinguiblemente en la memoria y la conciencia de los pueblos del mundo y demuestra las consecuencias inconmensurablemente horribles del uso de las armas atómicas.
La afirmación de que se trata de la forma más económica de producir energía es falsa. La construcción de una central nuclear cuesta entre 4.000 y 7.000 millones de dólares estadounidenses. Ninguna otra producción de energía está tan subvencionada por el Estado. Esto sólo ha producido ganancias máximas para los consorcios energéticos, mientras que los trabajadores asumen la carga principal de la capitalización.
Sostener que la construcción y la operación de centrales nucleares garantizan la soberanía nacional de los países dependientes que no disponen de materias primas, es pura demagogia. La tecnología y la producción de la energía nuclear están en manos y bajo el control de unos pocos monopolios energéticos y constructores de plantas internacionales como Siemens (Alemania), Toshiba (Japón), Westinghouse (EE.UU.), General Electric (EE.UU.), Areva (Francia) y Rosatom (Rusia). Estas empresas guardan celosamente sus conocimientos técnicos como propiedad intelectual exclusiva que no puede ser ni compartida ni transmitida.
Desde los acontecimientos de Fukushima no se puede seguir negando que esta forma de producir energía es inauditamente peligrosa y amenaza la existencia de la humanidad. Sin embargo, en la Cumbre del G-8 en mayo de 2011, el capital financiero internacional, por puro afán de lucro, planteó provocativamente la construcción ulterior de más de 500 centrales nucleares a nivel mundial, con un volumen de pedidos de aproximadamente tres billones de dólares estadounidenses.
Ante una ola mundial de protestas masivas, algunos gobiernos se vieron forzados a distanciarse de estos planes o a reducirlos. En Alemania se cerraron ocho centrales inmediatamente y el gobierno tuvo que decidir el cierre de las nueve centrales restantes hasta 2022. En Italia se rechazó mediante un referéndum la propuesta de reanudar la construcción de centrales nucleares; y en Venezuela, Chile y Suiza se canceló la construcción de nuevas centrales. En la actualidad, el 82 por ciento de la población japonesa se pronuncia en contra de seguir usando la energía nuclear.
Las organizaciones afiliadas a la ILPS y a la ICOR son parte de este movimiento mundial de resistencia activa. Su campaña conjunta a favor del cierre de todas las centrales nucleares y la prohibición y destrucción de todo el armamento atómico se realiza como una tarea principal del movimiento revolucionario y obrero internacional en la lucha contra el imperialismo.
Esta campaña tiene como objetivo realizar un trabajo sistemático de educación y esclarecimiento entre las grandes masas, así como construir amplias alianzas de la resistencia activa. Eso también implica incluir a científicos y técnicos, llevar a cabo eventos informativos y culturales, días de lucha conjuntos, bloqueos y huelgas. Se debe desenmascarar a fondo el imperialismo o capitalismo monopolista de Estado y oponerle resistencia, ya que como beneficiario y propulsor es el verdadero culpable de la extensión de las centrales nucleares por todo el mundo.
Cada vez hay más personas en todas partes del mundo que luchan para evitar una catástrofe climática global, provocada por el hombre, que podría llevar al exterminio de la humanidad. La lucha por la conservación del medio ambiente natural es parte de la lucha por la liberación nacional y social y por la producción y reproducción de la vida humana, en armonía con la naturaleza y en el más alto nivel de la civilización.
Esta campaña se realiza bajo las siguientes consignas principales:
· ¡Resistencia activa por el cierre de todas las centrales y plantas nucleares!
· ¡Los consorcios propietarios de las centrales nucleares deben asumir los costos del cierre y de la eliminación!
· ¡Que el Estado y los consorcios, como operadores o dueños de las centrales nucleares, asuman la indemnización y atención médica adecuada para todas las víctimas que sufren enfermedades a consecuencia de la radiación nuclear de las centrales y sus residuos tóxicos!
· ¡Salvar el medio ambiente ante el afán de lucro de los monopolios!
· ¡Realizar y extender la investigación, el fomento y la propagación de energías y fuentes energéticas respetuosas con el medio ambiente!
· ¡Prohibición y destrucción de todas las armas atómicas, biológicas y químicas!
· ¡Fortalecer el frente internacional de la resistencia activa por la protección del medio ambiente natural!
· ¡Lucha contra el imperialismo y por una sociedad que pueda realizar la mejor armonia entre el ser humano y la naturaleza!
Comité de Coordinación Internacional (ICC) de la
International League of People’s Struggle
Comité de Coordinación Internacional (ICC) de la
International Coordination of Revolutionary Parties and Organizations
(Nota de LUMINOSO FUTURO: Nuestro Colectivo invita a los Partidos, Organizaciones y Colectivos marxistas-leninistas y marxistas-leninistas-maoístas, a los Partidos y Organizaciones revolucionarias y antiimperialistas, a intelectuales y personalidades democráticas y patrióticas de todo el mundo, en particular de Panamá, a sumarse a esta lucha común por la destrucción de las armas de destrucción masiva, de las Centrales Nucleares, por derrotar a las potencias imperialistas y su política de guerra contrarrevolucionaria prolongada. ¡Una paloma aislada es presa fácil, juntas todas las palomas derrotan al halcón (de la guerra)!)
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