El gobierno de Santos como fiel lacayo del imperialismo y protector de los intereses de la burguesía y los terratenientes ha firmado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y ya saltan a la palestra los efectos de tal acuerdo sobre los intereses de cada clase social.
La burguesía, los terratenientes y sobre todo, los imperialistas norteamericanos, ensalzan al TLC como “un salto hacia la consolidación del progreso económico y la mejora en el bienestar de los colombianos”; y el coro lo hace el presidente de ACOPI quien afirma que la pequeña burguesía, la pequeña y mediana empresa (Pyme), es la “ganadora neta en el proceso de negociación del TLC”. Y en todo caso, dicen todos, los pequeños perjuicios son “daños colaterales” que se resarcirán a los damnificados con más impuestos sobre el pueblo. De nuevo se repite la legendaria artimaña de la burguesía, de no defender abiertamente sus intereses de clase, sino presentarlos como los intereses de todo el pueblo, de toda la nación, de todo el país, de toda la sociedad.
Muy contradictoriamente, a los jefes del Polo Democrático Alternativo (alianza electorera de la democracia pequeñoburguesa y la “izquierda” oportunista), natos defensores de la pequeña propiedad, lo que más les duele del TLC son los “daños colaterales” sobre la “producción nacional” de la burguesía, sobre todo de la burguesía agraria, donde por décadas han buscado infructuosamente una burguesía nacional antiimperialista, que se erija en timonel de su programa de reformas.
Por su parte, los comunistas revolucionarios, defensores conscientes e intransigentes de los intereses del proletariado, desde el comienzo mismo de las tales negociaciones, dijimos que el TLC era un acuerdo a favor del capital monopolista para beneficiar a los imperialistas norteamericanos en asocio con sus lacayos en Colombia, la burguesía y los terratenientes, a cuenta de multiplicar la superexplotación de la clase obrera, la ruina acelerada de la pequeña producción y la entrega de los recursos naturales.
¿Por qué un simple tratado comercial puede ocasionar conclusiones tan disímiles?
Porque el TLC beneficia o afecta directamente los intereses económicos de las clases, y por tanto, lo que se diga del TLC, sólo puede ser un juicio de clase.
En primer lugar existen diversas concepciones de clase sobre la época en que vivimos. Para los explotadores ésta es la época “más esplendorosa de la humanidad” y por tanto el capitalismo debe ser un reino eterno. También para los ideólogos de la pequeña burguesía el capitalismo es la mejor sociedad a la que se puede aspirar siempre y cuando se limiten los abusos de la burguesía monopolista y se resanen las lacras del sistema. Para los proletarios, ésta es la fase agónica del capitalismo, donde el imperialismo se ha convertido en un sistema mundial de opresión y explotación, cuya derrota por la revolución proletaria mundial es inevitable y necesaria para dar paso a la sociedad socialista.
En segundo lugar, existen diversas concepciones de clase sobre el carácter de la sociedad colombiana con relación al imperialismo. La burguesía y los terratenientes declaran en su Constitución Política que Colombia es una nación independiente y soberana. Los teóricos de la pequeña burguesía y sus jefes políticos demócratas y oportunistas, también lo creen, y como ciudadanos respetuosos del Estado y de sus leyes, les choca que los imperialistas mancillen la soberanía nacional con tratados como el TLC. Para los proletarios Colombia es una sociedad capitalista, dominada semicolonialmente por el imperialismo, es decir, independencia en las palabras y en las leyes, pero en los hechos dependencia económica y política; una forma de dominación específica de la época del imperialismo, que al profundizar las diferencias típicas del capitalismo entre el proletariado y la burguesía, entre el trabajo manual y el intelectual, entre la ciudad y el campo, entre el hombre y la mujer, agudiza el antagonismo de las contradicciones de clase en la sociedad colombiana.
De ahí, que mientras los burgueses y terratenientes se envanecen del TLC como un tratado comercial “de tú a tú” con los Estados Unidos, la democracia pequeño burguesa y el oportunismo, se rasgan las vestiduras ante tal “imposición” del imperialismo y reniegan de la burguesía apátrida que no hizo respetar la soberanía nacional.
Por su parte, el proletariado no puede distraerse y confundirse por las apariencias, sino que conociendo las contradicciones y leyes de la sociedad colombiana y del imperialismo, debe atenerse a lo que indican los hechos: el TLC es la carne viva de la dominación semicolonial imperialista sobre la sociedad colombiana, donde los burgueses y terratenientes no son víctimas de una imposición imperialista, sino sus socios lacayos, no por entregar la soberanía nacional que nada vale en una semicolonia, sino por pactar un negocio que le dispensará superganancias a la burguesía imperialista norteamericana para reposicionarse en el continente en su enfrentamiento mundial con el imperialismo europeo; y desde luego, también jugosas ganancias a la burguesía y los terratenientes, como socios cómplices que necesitan el oxígeno del comercio internacional para frenar la inexorable tendencia a la baja en la cuota de ganancia de una cada vez mayor producción capitalista de mercancías con menos cantidad de fuerza de trabajo. Y todo este gigantesco negocio del TLC está basado en la apropiación del trabajo de la sociedad colombiana, principalmente el de la clase obrera, que será sometida a una más intensa superexplotación; además de llevar al límite la entrega de los recursos naturales y por tanto, incrementar el impacto destructivo del capitalismo sobre la naturaleza. La pequeña burguesía muy lejos de ser la ganadora neta del TLC, será la arruinada neta, frente a lo cual será una simple caricatura la ruina o la merma en las ganancias que el TLC pueda ocasionar en algunos sectores de la burguesía, que no por eso dejará de servir para atizar las divisiones y contradicciones interburguesas.
Ante este aleve ataque de la alianza semicolonial entre imperialistas, burgueses y terratenientes, contra la sociedad colombiana, los jefes de la gran coalición de liberales, socialdemócratas y oportunistas, no ven otro recurso inmediato para enfrentar el TLC, que el litigio de sus politiqueros en el Congreso; no tienen más bandera que “salvar la producción nacional”, soñando con perpetuar la explotación asalariada para edificar una Colombia capitalista sin interferencias monopolistas, lo cual es reaccionario en lo económico, pues significa el regreso a una fase del capitalismo históricamente superada por el imperialismo o fase del dominio de los monopolios; y reaccionario en lo político al pretender perpetuar el Estado de dictadura de la burguesía, una clase que ya no es compatible con la existencia de la sociedad en Colombia y en el mundo.
El proletariado en cambio, sí tiene una táctica y una estrategia acordes con las necesidades reales de la sociedad. El TLC empeora la situación del pueblo y beneficia a sus enemigos; por tanto en lo inmediato, equivale a más pólvora para el enfrentamiento de clases cuyo estallido podemos y debemos canalizar hacia una huelga política de masas contra el gobierno de Santos y sus lesivas medidas y por la Revolución Socialista, pues las terribles consecuencias del TLC sobre las masas trabajadoras de la sociedad colombiana, refuerzan objetivamente la alianza de clases entre obreros y campesinos, y tornan más urgentes y necesarias sus reivindicaciones.
Y ese será apenas un paso en la preparación y acumulación de fuerzas, en el camino hacia el asalto de la fortaleza enemiga, que eche abajo todo el poder del capital, derrocando el Estado burgués terrateniente y proimperialista, demoliendo el dominio de clase de la burguesía y los terratenientes y el dominio semicolonial imperialista, porque en Colombia, país capitalista oprimido, es inútil pensar en derrotar al imperialismo dejando intacto el poder del capitalismo; es imprescindible ligar la guerra civil de clases con el movimiento revolucionario antiimperialista. Este es el profundo contenido de la Revolución Socialista en Colombia, cuya vía es la guerra popular que instaure al proletariado como clase dominante, y en alianza con los campesinos, destruya el yugo semicolonial imperialista y suprima para siempre el régimen de la explotación asalariada, manantial de todos los privilegios de clase de los capitalistas. Se comprende entonces, por qué el proletariado es la clase de vanguardia y la más consecuentemente antiimperialista.
Comité Ejecutivo
Unión Obrera Comunista (mlm) de Colombia
Tomado de R. O., Nº 327
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