El Gran Sol Rojo del Amanecer

viernes, 10 de febrero de 2012

LAS CINCO ESPADAS


Las cinco espadas de acero templado de los comunistas revolucionarios panameños son Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. Ellos son los Clásicos del Marxismo-Leninismo, las cinco espadas en rojo llameante del proletariado mundial, tan necesarias para rasgar el telón negro que oculta el luminoso futuro de la humanidad trabajadora, al Gran Sol Rojo del Amanecer de la Nueva Democracia Popular, del Socialismo y del Comunismo. 

Cinco espadas en rojo y cinco Clásicos de la ciencia de la revolución proletaria. La humanidad proletaria hoy, entrado este tercer milenio, ni ha generado otro Clásico ni permitirá la suplantación de cualquiera de ellos. Dado que quitar a uno u otro sería romper el enlace histórico del desarrollo del pensamiento científico marxista, del materialismo dialéctico e histórico, la teoría y la práctica del comunismo, la herencia de la experiencia histórica de la revolución y construcción socialista en la URSS y en los países de democracia popular de Europa y Asia y toda la historia del movimiento obrero internacional. ¡Ay, de nosotros si tiráramos una de esas cinco espadas rojas! Que hiciéramos eso complacería sobremanera a la burguesía imperialista, la ama del mundo capitalista de hoy y que en modo alguno ha tirado la suya, a los falsos comunistas, a los revisionistas y neorevisionistas sus fieles sirvientes y desviaría a la clase obrera y a sus aliados sociales y políticos de la justa senda emancipatoria.

   La clase obrera panameña, los proletarios y pueblos oprimidos del mundo han recibido de Carlos Marx y Federico Engels los primeros elementos fundamentales de la Concepción General Comunista del mundo, con ella un método científico-dialéctico de análisis y de guía práctica revolucionaria, la doctrina marxista, que le han permitido conocer y combatir exitosamente al capitalismo y los residuos de otros modos de explotación del hombre por el hombre; de Lenin y Stalin, coautores del paso del marxismo a una segunda y superior etapa de desarrollo teórico-científico, al Marxismo-Leninismo, la teoría y la práctica concreta, la táctica y la estrategia concernientes a la revolución y construcción socialista en la época del imperialismo y la Dictadura del Proletariado; de Mao Tse-tung la teoría y la aplicación creadora de las enseñanzas del camino de Octubre ruso a la revolución proletaria en las condiciones de los países feudales y semifeudales nacionalmente oprimidos, la teoría y la práctica de la guerra revolucionaria prolongada, la teoría, la línea política y práctica concreta de la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado. 

En esto, el camarada Mao no se ha conformado con asumir y defender la herencia imperecedera del marxismo-leninismo, con aplicar a las condiciones concretas de China sus principios universales, sino que la ha alzado, llevándolo a una nueva, tercera y superior etapa de desarrollo, legando con ello a la humanidad comunista y trabajadora como herencia universalmente valida el Marxismo-Leninismo-Pensamiento Mao Tse-tung.

   El camarada Mao ha dado, en el transcurso de su prolongada actividad revolucionaria y elaboraciones teóricas, una gran contribución histórica al proceso de emancipación ideológica de la clase obrera iniciado por Marx y Engels y proseguida por Lenin y Stalin, a la lucha contra la cosmovisión burguesa en el plano filosófico, teórico y cultural. Tales contribuciones y aportaciones al tesoro común de la ideología socialista han hecho de él el más grande revolucionario de nuestro tiempo.

      Gracias  a Mao la ideología marxista-leninista resulta más clara y comprensible a las masas y ganado un nuevo estadio de desarrollo. Entre el pensamiento teórico de Mao Tse-tung y el Marxismo-Leninismo se da una relación de la misma naturaleza que aquella que se ha dado entre el pensamiento de Lenin y el pensamiento de Marx y Engels. Lenin en nuevas condiciones histórico-políticas de desarrollo del  marxismo permaneciendo fiel a su verdad universal. Lo mismo ha hecho Mao con el marxismo-leninismo desde el segundo tercio del siglo XX.

   El primer mérito de Mao Tse-tung ha sido a nivel internacional cuando ha retomado y relanzado la ideología marxista-leninista adulterada, viciada y renegada por los revisionistas modernos. Ningún auténtico marxista-leninista podrá olvidar jamás que, cuando la camarilla revisionista jruschevista en el transcurso del XX Congreso del PCUS, en 1956,  dio su contrarrevolucionario y antisocialista golpe de Estado y pasó a revisar el contenido revolucionario del marxismo-leninismo, fue él, Mao, casi solo, quién alzó la espada roja de Stalin, tirada por los soviéticos, y se lanzó a enfrentar el capitulacionismo jruschevista y el desborde internacional del revisionismo moderno.

   Otro gran mérito del camarada Mao, entre otras muchas toma de posición, respecto a Lenin y Stalin que no han vivido el asalto y posesionamiento del poder del Estado y de la sociedad socialista por una banda revisionista partidaria del camino capitalista, habiéndose encontrado con ello en una situación nueva e inédita, supo enfrentarla y resolverla brillantemente, como el marxista-leninista que era. Primero lo denunció y alertó a los trabajadores socialistas y a los proletarios del resto del mundo: “la llegada de los revisionistas al poder, es la llegada de la burguesía al poder”, dijo.  Luego, se lanzó al combate paraqué se persistiese en la continuación de la lucha de clases y resolver las contradicciones en las condiciones de la Dictadura del Proletariado, para prevenir o arrancar de manos de los partidarios del camino capitalista las áreas de poder que habían usurpado, movilizar a las masas trabajadoras socialistas contra la línea de restauración capitalista en la nueva sociedad y asegurar recurriendo a ellas el triunfo del comunismo. Fue esa una lucha titánica y de importancia internacional, dado que hubo de enfrentar a los propulsores de la línea negra en sus tres frentes de lucha: el Cuartel general contrarrevolucionario revisionista, social fascista y socialimperialista posesionado de la ex URSS de Lenin y Stalin; el Cuartel general contrarrevolucionario imperialista occidental, y; el Cuartel general de los partidarios del camino capitalista en China Popular que habían puestos sus reales en áreas del poder allí.

   Aprendiendo de las experiencias positivas y negativas de la construcción del socialismo en la URSS y de la lucha entre las fuerzas de la restauración y de la antirestauración, así como de la lucha entre socialistas y antisocialistas en China Popular, el camarada Mao pudo establecer que: “La sociedad socialista abarca una fase histórica asaz larga. En esa fase histórica del socialismo existen aún las clases, las contradicciones de clases y la lucha de clases, existe la lucha entre las dos vías, el socialismo y el capitalismo y existe el peligro de la restauración del capitalismo”. Haciendo con ello un descubrimiento histórico: la ley de la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado. Inmediatamente sacó conclusiones prácticas, ideó, promovió y dirigió la Gran Revolución Cultural Socialista Proletaria.

   Esta revolución política del pueblo chino en las condiciones de la sociedad socialista era el instrumento que le permitiría transformar la mente y la conciencia de las masas trabajadoras y de las nuevas generaciones, y así extirpar de raíz el revisionismo y el liberalismo burgués.

   Sin duda se ha tratado de un suceso sin precedente en la historia, cuya validez permanece intacta –pese a que hoy día los revisionistas chinos están en el poder y China se ha convertido en una superpotencia capitalista e imperialista-, por lo que sus enseñanzas son guía para todos aquellos que aspiramos y luchamos por una sociedad socialista aquí en Panamá.

   De ahí, podemos extraer el fundamento de los comunistas revolucionario y de los auténticos marxistas-leninistas para reclamar para el camarada Mao un sitial igual a los demás Clásicos del Marxismo-Leninismo. Por ello, hoy, en el siglo XXI como antes no se podía ser socialdemócrata revolucionario sin ser marxista, como después no se podía ser marxista sin ser leninista, al presente no se puede ser marxista-leninista, si no se es Maoísta.

   Un hilo rojo une irrompiblemente, a lo largo de la historia del movimiento obrero y comunista internacional, al camarada Mao a sus grandes predecesores Marx, Engels, Lenin y Stalin. Para los comunistas (marxista-leninistas) estos cinco Clásicos, nuestros Maestros, están situados en el mismo plano y poseen el mismo valor. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Lenin, José Stalin y Mao Tse-tung se encuentran unidos entre sí como los dedos en un mismo puño, el puño del proletariado. Si quitáramos uno de ellos, el puño proletario perdería su contundencia y toda su potencia revolucionaria. Los aportes y desarrollos teóricos de cada uno de ellos, en los momentos históricos que le ha tocado elaborarlos y llevarlos a realización práctica, no tiene interrupción ni saltos rupturistas, representan una única teoría, la que se ha enriquecido continuamente, paso a paso, por el desarrollo de la lucha de clases y los avances de la revolución mundial, de la investigación y experimentación de las ciencias naturales y sociales, por el impulso dado al progreso social de la humanidad.

   La historia de la humanidad, que es la de la sociedad de clases, ha demostrado que cada clase social tiene su propio su propio pensamiento-guía, al cual se remite para defender sus intereses, particulares que generales,  y que la justifica en sus afanes de construirse un mundo a su imagen y semejanza. Así al presente la clase burguesa posee su cuerpo doctrinal, el liberalismo, que es su Pensamiento-guía, al que se reclama para defender su propia organización económica de la vida social –el individualismo y la esclavitud asalariada de los trabajadores- y para justificar la necesidad de expandir su acción predatoria a escala planetaria, ideología que, en las condiciones propias de la postrimería del Siglo XX e inicios del XXI, ha degenerado en pensamiento irracionalista y antihumanista, terrorista y belicista, en fascismo globalizado.

También que la clase de los proletarios, los obreros modernos de este sistema asalariado globalizado, tiene su Pensamiento-guía, su propio cuerpo de doctrina, al cual remitirse para poder comprender la causas de su explotación y miseria, para encontrar justo camino para su liberación nacional y su emancipación social. De frente al pensamiento-guía, el liberalismo y el fascismo que son dos caras de una misma moneda, de su antagónico rival, la clase de los proletarios levanta la doctrina del individuo socializado y del comunismo: del Marxismo, del Leninismo y del Maoísmo.  Como guía y ciencia de la revolución proletaria internacional para el derrocamiento del semifeudalismo, del capitalismo y del imperialismo, y así hacer triunfar su ideal de una República Mundial del Trabajo.

   Desde que Marx y Engels han creado y elaborado la teoría del socialismo proletario, así como por los aportes y desarrollos dados por  sus continuadores Lenin, Stalin a Mao, la historia obrera sólo ha conocido espadas rojas y en la historia de sus 163 años sólo ha habido  espadas en mano del proletariado o espadas en manos de la burguesía (vale señalar: Thiers, asesino de los heroicos Comuneros de París de 1871, Mussolini e Hitler, Bush y Obama). Las espadas o son rojas o son blancas, al servicio de la revolución o al servicio de la contrarrevolución. Y en esto, no hay una tercera posición. Se trata pues de dos concepciones, de dos pensamiento-guías, de dos modo de ver las cosas, de pensarlas, vivirlas, de actuar y luchar, mutuamente excluyentes y en antagónica contienda por conquistar y dominar la mente de la gente, las que reflejan los intereses contrastantes  e irreconciliables entre la burguesía y la clase obrera. Es por eso que cada individuo, clase y partido tiene sus propios maestros, sus propios ideólogos y su propio pensamiento-guía que le inspiran e impulsan en la defensa de sus propios intereses económicos, políticos y culturales.
  Esas cinco espadas rojas, además de ser un arma potente y auténticamente revolucionaria tan necesarias para la lucha de la clase obrera contra sus opresores, por su filo especial, resultan un arma incisiva que permite arrancarle de un tajo la máscara a los falsos partidos comunistas y a los falsos “marxistas leninistas”, en realidad radicales pequeño burgueses, quienes cubren desde la izquierda a la burguesía burocrática-compradora en nuestros países. 

   Estos cinco maestros del marxismo-leninismo, cinco espadas rojas llameantes, le dan al proletariado internacional la inspiración y la fuerza necesarias para la lucha revolucionaria, separando con toda claridad a las dos clases en antagónica confrontación histórica y, al mismo tiempo, en el campo de la “izquierda” tienen el poder desnudar a los comunistas burgueses y a los reformistas con el uniforme equivocado que tienen la tarea asignada, sean consciente o no, de actuar de bomberos de la revolución, de desarmar política e ideológicamente a la clase obrera. Estos falsos partidos “marxistas”-“leninistas” realizan estas tareas propalando a gritos destemplados ideas tales como la recuperación de la línea general de restauración del capitalismo de Nikita Jruschev y sus sucesores hasta Gorbachov. Por consiguiente, negando el proceso contrarrevolucionario antisocialista iniciado con el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, realizado en 1956. Para ocultar todo eso, hablarán y propagandizarán alrededor de “implosión”, “bancarrota del socialismo real”, “inviabilidad del socialismo soviético”, “fracaso del marxismo-leninismo”, etc.;

   Identificando el socialismo con la estatización económica, independientemente que clase está en el poder del Estado. De ahí, rechaza la necesidad de la  dictadura democrático-popular como coronamiento de la revolución de nueva democracia, y de la dictadura del proletariado; negación de la existencia de las clases y de la lucha de clases en el socialismo como nuevo sistema social; se oponen al derecho de autodeterminación de las naciones bajo el socialismo; omitiendo la crítica a la teoría revisionista de las fuerzas productivas;  negando el papel del Partido Comunista y marxista leninista como fuerza dirigente en la revolución, en la dictadura del proletariado y en la construcción socialista camino al comunismo.
 
   El rechazo airado a la tesis marxista-leninista que cuando un país de economía socialista –con su alta centralización estatal de la administración, colectivización de sus relaciones de producción y concentración de la economía- cambia tal sistema social por otro de explotación de clases, se convierte o bien en una potencia imperialista o en comprador-neocolonial. La dictadura del proletariado (o ya sea, en su forma de dictadura democrático-popular) es convertida en dictadura burguesa fascista. 
 
   Asimismo, aquella podrida teoría capitulacionista de “que estamos en un período de reflujo, donde la derrota de las fuerzas revolucionarias sufrida con la desaparición de la URSS en 1991, lo que habría dejado a la revolución mundial sin una base de apoyo estatal revolucionaria”, y, en Panamá por la derrota que significó la invasión yanqui del 20 de diciembre de 1989. “Olvidan”, muy oportunamente, que esa derrota ocurrió en 1956, no en 1991, por obra del revisionismo moderno y del socialimperialismo soviético. La invasión fue un acto de ajuste de cuentas del imperialismo contra la dictadura militar, agente directa suya, y propiciadora a la retoma de todo el poder del Estado para la burguesía burocrático-compradora. Ello con mira a ocultar la lógica de su pensamiento capitulacionista, que el yugo imperialista y la dictadura oligárquica, sea en la forma cívico- burocrática o sea en la forma de fascismo, en países neocoloniales y semicoloniales necesaria e inevitablemente genera una situación revolucionaria en desarrollo, lo que pone al día frente a los revolucionarios la ruptura violenta del orden político y estatal burgués neocolonial.

   En consecuencia, su tarea es sembrar ilusiones constitucionalistas, el legalismo, el pacifismo, el desarrollar luchas de masas dentro de los marcos del orden imperante y terminante en la concertación social y política con los explotadores. En otras palabras, confundir la mente del pueblo e impedir que el proletariado adquiera conciencia de clase comunista. Ellos actúan como bolsones de reclutamiento de la burguesía, de captación de los elementos más avanzados y combativos para desviarlos de la correcta lucha, para corromperlos o desanimarlos, para impedir que las masas obreras y populares rompan la desunión y desorganización de las propias filas, se organicen junto a otros elementos revolucionarios. Fundamentalmente, por sus obras, conducta y hechos políticos, cumplen un papel de desprestigio del movimiento marxista-leninista-maoísta internacional.

   Ejemplo grande de desilusión y desaliento ha sido la destrucción “desde adentro” de los primeros países socialistas, centralmente de la URSS. Se oculta taimadamente quienes fueron los enterradores de la gran patria socialista de Lenin y Stalin, de la China Popular de Mao y demás países socialistas, pero lo que no logran es destruir sus enseñanzas que aún continúan vivas, ni arrancarlas de la mente de los esclavos del capital.

   La destrucción del Campo Socialista es un hecho histórico, no hay por qué ponerse a llorar sobre la leche derramada, pero ello demuestra no el fracaso del socialismo como sistema social o como teoría, sino el fracaso de los revisionistas y demás oportunistas de derecha disfrazados de revolucionarios y comunistas que con embrollos y mentiras, unos, de manera subrepticia pasaron su contrarrevolución antisocialista, restauraron el capitalismo allí, y luego criminalmente reinstauraron la dictadura de la burguesía monopolista burocrática; los otros, esos que han hecho nido en el seno de la clase obrera o por lo menos en parte de ella, beneficiándose de la confusión ideológica generada por esos hechos, han degenerado en soporte de “izquierda” y ayuda de cámara de la burguesía burocrática disfrazada de “democrática” o de “socialistas del siglo XXI”. Pese a sus rejuegos antirrevolucionarios, no podrán ocultar por mucho tiempo que el socialismo es uno, el socialismo proletario, científico, creado y desarrollado por nuestros cinco Maestros.

   En sus manos estas cinco espadas rojas llameantes han resultado melladas, adulteradas y se ha pretendido convertirlas en armas al servicio de la burguesía de “izquierda”. Los partidos, movimiento y estructuras políticas que siguen esa línea de conducta seguirán llamándose “comunistas” y “marxistas”-“leninistas”, engañarán a muchos y por lo visto por bastante tiempo, ya que  financiados por la reaccionaria burguesía del propio país o aquella continental siguen siendo un polo de atracción por su adopción roja, como alternativa a los desprestigiados partidos oligárquicos tradicionales; sin embargo, su esencia blanca algún día saldrá a la luz y aparecerán ante los ojos de las masas trabajadoras como lo que realmente son ala izquierda de la burguesía dominante y opresora.

   Estos partidos, movimiento y estructuras políticas, tal y como el Partido revolucionario democrático, no tienen interés alguno en la clase obrera, en su lucha de clase, ni en el socialismo científico. Para su visión y línea radicalista burguesa la clase obrera sólo tiene la función de “servir de base estratégica” o para sus componendas políticas sin principios con la Gran Burguesía o para, si es que el poder cayera en sus manos muertas, con mucho para impulsar una especie de capitalismo burocrático de  Estado. Estos partidos no son una verdadera oposición de clase y proletaria revolucionaria contra la burguesía y el imperialismo, garantía segura contra los regímenes neofascistas que se desbordan por toda América Latina.

   Hemos de sorprendernos, pues, que cuando la marea de la luchas de masas y de los movimientos de masas, estos partidos levanten banderas rojas y lancen gritos ensordecedores revolucionarista, pero eso sí quitando de sus banderas y simbologías a uno, dos o tres de los cinco Maestros, con miras de impedir que se organicen todos aquellos que quieren y se muestran dispuesto a luchar por el socialismo. Tanto las clases dominantes como el imperialismo, va en su interés de clase, bloqueará siempre a los sinceros revolucionarios proletarios y comunistas y una de sus armas más sutiles es hacer recurso de estos falsos  comunistas, portadores de ideas liberal burguesas al seno del movimiento obrero.

   Estos últimos cargan toda la culpa del por qué el socialismo haya perdido toda su fuerza de atracción, del por qué  en la memoria histórica de tantos jóvenes americanos y panameños las enseñanzas  de las cinco espadas rojas (Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao) sean tabula rasa. Del desborde de la desideologización (en realidad, dominio efectivo de la ideología burguesa), de la convivencia y tolerancia con las ideas erróneas, la suplantación del materialismo con el idealismo, el eclecticismo en la teoría y el oportunismo en la práctica social de cada día, en fin su impregnación con el reformismo socialdemocrático pasado como posición de izquierda. A ellos es debido que el marxismo-leninismo se ha dejado de difundir y el que el pensamiento de Mao sea aún desconocido, como poco conocido resulta que éste ha desarrollado aun más la teoría marxista-leninista, elevándola a una nueva, superior y III tercera etapa de desarrollo.

   Debido a ello, al vacio de lucha y difusión de las verdades universales del marxismo-leninismo  provocado por los revisionistas, es que nosotros hemos decidido empuñar con nuevos bríos las cinco espadas rojas de la emancipación de los oprimidos, liberando sus mentes de toda la basura acumulada.  Sólo con estas cinco espadas la clase obrera de este Continente y de todo el mundo podrá derrotar al semifeudalismo, al capitalismo burocrático y al imperialismo, principalmente al imperialismo estadounidense, y la primera forma de atacar con estas valiosa y cortantes espadas es difundiendo la teoría de los Cinco Grandes Clásicos del Marxismo-Leninismo-Maoísmo. ¡Eah, proletarios istmeños y americanos! ¡Con los cinco Maestros, Venceremos!

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.