La invoca
el ministro del exterior mientras esta de partida el contingente italiano
Un grupo de 15 militares italianos
se aprestaba el 10 de mayo a partir para Siria y participar en la misión de los
observadores de la ONU, compuesta de 300 hombres y prevista por el plan de paz
de Annan aceptado por Assad. Son pocos afirmaba el ministro del exterior Giuli
Terzi que para sentirse igual con el colega general Di Paola de la defensa se
calzaba yelmo e invocaba el retorno “al Consejo de Seguridad para pedir una fuerza
más robusta, hasta de 2-3,000 hombres y en grado de intervenir en base al
capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas.. Una misión esto es armada, capaz de garantizar la
protección de algunas áreas y la seguridad de los observadores que hoy está
confiada al gobierno sirio”.
Precisamente el día precedente una explosión
había golpeado a un camión gubernamental que escoltaba el convoy de los
observadores de la ONU dirigido a Deraa, en el sur de país. Del convoy hacía
parte también el jefe de la misión ONU “Unsmis”, el general noruego Robert
Mood, que guía al centenar de observadores hasta ahora dislocada en la ciudad
de Damasco, Homs, Deraa, Hama, Idlib y Aleppo según mandato establecido por la
Resolución 2043 del Consejo de Seguridad.
La tarea de garantizar la seguridad de los observadores
deberá ser confiada a una misión armada, afirma Terzi, porque el gobierno sirio
no estaría en grado de hacerlo. Pero al ministro Terzi no interesa la
protección de los observadores, más que todo la injerencia en Siria. Afirma que
“el modelo libio es irrepetible” paro de hecho elenca las causales que lo
rindieron necesario: “Damasco está utilizando una fuerza desproporcionada, inimaginable
aún en presencia de una insurgencia. El régimen continúa en comportarse de modo
violento, no ha retirado los soldados a las casermas, no ha dado acceso humanitario
donde sea, no ha garantizado la libre circulación a la prensa”. Y se rige sólo sobre el “control total de las
fuerzas armadas, un fuerte coligamiento con Rusia y con Irán que asegura
abastecimiento militares”.
El ministro toma como pretexto los crímenes cometidos
por el régimen de Damasco para invocar la intervención imperialista. Pero si es
verdad que Assad se ha manchado del crimen de masacrar a su pueblo, es al
pueblo sirio que compete el derecho de decidir su propio futuro, no a los
países imperialistas.
Mucho menos a Terzi que distribuye pagos entre
los opositores sirios, olvidando las organizaciones que al interno del país
organizan la revuelta apoyando al Consejo Nacional Sirio, el organismo de los
refugiados en el exterior forrajeados por los países árabes reaccionarios y por
Turquía que de inmediato ha pedido la intervención armada imperialista. Si la
misión armada no llegase al puerto, el ministro Terzi tiene ya una carta de
reserva, del modelo libio a aquel del Yemen: “Creemos en el plan de paz de
Annan (¡sic!) pero con preocupación y perplejidad” ha afirmado, propiciando
ante todo la creación de una posibilidad alternativa al gobierno de Damasco ‘provocada
por el entorno de Assad”, una especie de golpe interno sobre el modelo desde tiempo ya experimentado
por los países imperialistas y de los regímenes árabes reaccionarios en Yemen.
23 mayo 2012
Publicado
por El Bolchevique, nº 19
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