El Gran Sol Rojo del Amanecer

martes, 11 de septiembre de 2012

(n) PCI: CONTRIBUCIÓN AL DEBATE SOBRE LA CUESTIÓN DE LA GUERRA POPULAR


(n) PCI: Es preciso distinguir las leyes universales de

 las leyes particulares de la guerra popular prolongada 

(IIº Parte)



La marcha de las revoluciones proletarias concretas no puede, en suma, ir a contracorriente de esas leyes, porque de otro modo las leyes no serían universales. Por otra parte, la comprensión de esas leyes universales pone en nuestras manos, como comunistas, un arma formidable para desarrollar nuestra labor y dirigir exitosamente la revolución. Vale la pensa, por tanto, intentar descubrirlas. 
La cuestión también está de actualidad en nuestro país. Es una cuestión que cualquiera que quiera trabajar con conocimiento de causa para hacer de Italia un nuevo país socialista debe afrontar forzosamente. Los artículos aparecidos en La Voce n. 14 (Lucha política revolucionaria y luchas reivindicativas de Nicola P.), en el n. 15 (Política revolucionaria de Ernesto V.) y en el n. 16 (Sobre el segundo frente de la política revolucionaria de Rosa L.) abordan muchos problemas con respecto a la GPP. Estos y los anteriormente citados forman parte de la contribución de la CP a la lucha ideológica actual en el movimiento comunista italiano e internacional (aunque los textos no han sido traducidos ni difundidos todavía en el extranjero, salvo el de La Voce n. 12). En nuestro país otras organizaciones ya se han pronunciado con respecto a la GPP.  
Hemos dicho que, en general, los revisionistas-oportunistas de derecha no afrontan la discusión sobre la forma de la revolución socialista. Ni tienen interés ni entra en su mentalidad. También los que son personalmente honestos, son empiristas, actúan a ojo de buen cubero, se dejan llevar por la fuerza de la costumbre, siguen las vías trazadas por la sociedad burguesa y no elaboran una ciencia de la revolución. Si se dedicaran a la ciencia de la revolución, no serían oportunistas. Se contentan, al modo de los empiristas, con sacar a colación uno u otro hecho o acontecimiento en apoyo de sus tesis oportunistas. Esta reflexión es aplicable tanto a los italianos como a los de otros países. 
Los redactores de Teoria y Praxis representan a los dogmáticos de la insurrección en Italia. En el n. 10 de su revista (enero de 2004) han publicado una argumentada crítica de la tesis de la GPP como estrategia universal de la revolución socialista. Pero todos sus argumentos válidos se reducen a la tesis que no es posible seguir en los países imperialistas las leyes particulares, específicas de China (papel principal de los campesinos, cerco de las ciudades por el campo, creación de zonas liberadas en la fase de la defensiva estratégica, etc.). En cuanto a  los argumentos no válidos, son varios. Uno es el de que "la lucha armada es la forma fundamental de lucha en la GPP" (pág. 42, columna 2). Obviamente no es verdad. Ellos mismos sostienen (pág. 35, col. 2) que "para Mao el aspecto fundamental de la GPP es un claro y comprensible programa político”. Incluso afirman (pág. 36, col. 2) que, según Mao, solamente "en la China semifeudal y semicolonial - y para reproducir fielmente el pensamiento de Mao y la realidad añado también: dominada por potencias imperialistas en lucha entre sí (nda) - la lucha armada es desde el principio la principal forma de lucha y el ejército la principal forma de organización de las masas”.  ¡Otro argumento falso es que la estrategia de GPP comporta la tesis enunciada por Lin Piao (Viva la victoria de la guerra popular!, 3 de septiembre de 1965), según la cual será la victoria de las revoluciones de nueva democracia en los países oprimidos la que determinará las revoluciones socialistas en los países imperialistas. Otro argumento falso es el de que la adopción de la estrategia de GPP está ligada a la tesis de que "la contradicción principal de nuestra época es la que enfrenta a los pueblos y naciones oprimidos con el imperialismo en lugar de la que enfrenta el proletariado con la burguesía".
Aparte de sus argumentos válidos y no válidos, lo que los dogmáticos de la insurrección no dicen es: ¿qué lección es preciso extraer de las victorias y derrotas de las revoluciones habidas en cada país durante la primera oleada de la revolución proletaria? ¿En particular, cuál es el motivo por el que los partidos de la primera Internacional Comunista no lograron implantar el socialismo en ningún país imperialista (salvo en Rusia, eslabón débil de la cadena imperialista, donde la línea seguida por el partido para acumular fuerzas revolucionarias fue en todo caso diferente de la que ellos proponen)? ¿Por qué creen que una línea que no ha llevado nunca a la victoria en el pasado puede llevar a la victoria en el futuro? 
Además de nosotros, también en Italia el grupo de Rossoperaio (RO) se proclama partidario de la GPP. Sólo la lucha ideológica en curso dirá si Rossoperaio es dirigido por dogmáticos que no distinguen entre lo universal y lo particular o por personajes que proclaman demagógicamente en el vacío la concepción dogmática de la GPP para darse pábulo y presentarse como grandes revolucionarios en la escena internacional, en los congresos y asociaciones internacionales, en las declaraciones y comunicados, mientras en la práctica siguen una línea economicista y anarco-sindicalista según la cual "sólo la lucha sindical es una lucha concreta." El halo de misterio y ambigüedad con el que envuelven sus posiciones, el hecho de que digan una cosa en la prensa destinada al público italiano y otra en la destinada a los partidos y organizaciones del Movimiento  Revolucionario Internacionalista (del que RO forma parte desde la fundación del mismo en 1984, las posiciones contradictorias que vienen adoptando. Por ejemplo, 1. sobre la apreciación de Gonzalo acerca de la lucha armada en Europa expresada en su Entrevista de 1988 y 2. sobre la Lucha Armada de los años 70 en Italia) sin explicar de forma autocrítica su cambio de posición, 3. la yuxtaposición de la proclamación de la estrategia de la GPP junto a una práctica economicista, 4. la proclamación, hace apenas dos años, de las teorías de la "sustitución por tiempo determinado" de la clase obrera por fuerzas de otras clases como protagonistas de la revolución y de la "estabilidad de los regímenes políticos de los países imperialistas" en contraste con la tesis de la "situación revolucionaria en desarrollo", 5. el rechazo sistemático a exponer su concepción del mundo, su línea general y sus tesis programáticas y a confrontarlas mediante la lucha ideológica con otras FSRS, 6. el carácter demagógico de las polémicas que entablan, 7. el hecho de que no hayan llevado a cabo nunca una labor de propaganda sobre las leyes universales de la GPP ni menos aún elaborado una teoría específica correspondiente a nuestro país (como en los casos del "pensamiento de Gonzalo" y de la "vía de Prachanda") para apoyar sus proclamaciones sobre la GPP, 8. la utilización de las relaciones internacionales para darse crédito en Italia como "partido revolucionario" y sus invenciones sobre el papel que RO desempeña en Italia para darse autobombo como partido revolucionario a nivel internacional (2): estos ocho elementos y otros denotan un comportamiento oportunista y demagógico. Obviamente no son las declaraciones, los gritos de indignación, el poner cara de ofendido ni los reconocimientos del extranjero los que digan cuál será el papel efectivo de Rossoperaio en el renacimiento del movimiento comunista en nuestro país, sino solamente el desarrollo concreto de la lucha ideológica y la práctica revolucionaria.
La tesis de que la estrategia de la GPP es la estrategia universal de la revolución proletaria (para los países imperialistas y para los países oprimidos) se ve confirmada por la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria, tanto donde ha sido asumida conscientemente como estrategia, como donde no lo ha sido; tanto en las revoluciones victoriosas, como en las revoluciones derrotadas. Quien analiza la historia de la primera oleada de la revolución proletaria a la luz de la concepción de la GPP puede constatarlo.
La historia de la lucha de los partidos de la primera IC en los países imperialistas, desde su fundación hasta finales de los años 40, cuando han actuado en el contexto de la primera crisis general del capitalismo y la correspondiente situación revolucionaria en desarrollo, muestra con singular uniformidad el mismo camino. 1. A pesar de la incertidumbre de la orientación estratégica, en general estos partidos han pasado en la práctica por la primera fase de la GPP, la de acumulación de las fuerzas revolucionarias, con resultados tan buenos que casi en todos los países la burguesía desencadenó o amenazó con desencadenar la guerra civil. 2. En general, los viejos partidos comunistas retrocedieron ante la amenaza de guerra civil, porque no estaban preparados ni ideológica ni políticamente para aceptar el desafío de la burguesía. Si ellos hubieran aceptado el desafío, hubieran conseguido movilizar contra la burguesía a amplias masas populares en el terreno de la guerra civil: es decir, habría producido el salto cualitativo al que la acumulación de las fuerzas revolucionarias debe llevar y en el que los que rechazan la estrategia de la GPP confían que se produzca ya sea como consecuencia del estallido del descontento de las masas (los que adoptan una actitud pasiva o de espera), ya sea como consecuencia de la eficacia del ejemplo y de la acción directa (los militaristas) o de los golpes de mano (Neuberg y cía). 3. Allí donde antes o después, por un motivo o por otro, esos partidos descendieron al terreno de la guerra civil que la situación comportaba (España, Francia, Bélgica, Italia), movilizaron a las amplias masas populares bajo su dirección, a pesar de su incierta orientación estratégica, hasta alcanzar, dentro de lo que es posible para quien actúa sin conocimiento de causa, las condiciones del equilibrio estratégico (segunda fase de la GPP). 4. Precisamente debido a la errónea orientación estratégica, en ninguno de los casos llevaron a cabo la guerra civil bajo la concepción de la GPP y no llegaron nunca, por tanto, a la tercera fase, la de la ofensiva estratégica. 5. Cada vez que los partidos se opusieron al curso de los acontecimientos y trataron de imprimirle una dirección contraria a las leyes de la GPP, también el trabajo ya hecho se quedó en agua de borrajas. 
De esta experiencia se ve, pues, que la práctica empujaba hacia la GPP. La misma lección se extrae de la experiencia soviética: la fase de la acumulación de las fuerzas revolucionarias (dirigida por el partido clandestino, por consiguiente, en condiciones de un sistema de poder independiente y en lucha contra el poder zarista) desembocó en 1917 en la segunda fase (la de equilibrio estratégico, del "doble poder") que, a su vez, dio lugar a la fase de la ofensiva estratégica. Lenin no elaboró la estrategia de la GPP, pero su constante lucha por una concepción dialéctica de la realidad (la que los burgueses llaman habilidad política y pragmatismo, expresiones que mal se pueden conciliar con las acusaciones que le hacen de fanatismo y dogmatismo) fue una lucha para que el partido se adhiriese en su labor de dirección de las masas a las leyes que la realidad de la revolución seguía en su desarrollo.  
Una confirmación particularmente significativa de nuestra tesis ha sido dada por el Partido comunista español (reconstituido) (PCEr) en el folleto Aproximación a la historia del PCE (septiembre de 1997) traducido al italiano por Edizioni Rapporti Socialibajo el título La guerra de España, el PCE y la Internacional Comunista. Aunque el PCE(r) se declara antimaoista (¡pero estalinista!), sus autores llegan a la conclusión en ese folleto que la derrota en la Guerra de España (1936-1939) se debió esencialmente al hecho que el PCE dirigió la guerra sin adoptar la estrategia de la GPP. 
La experiencia práctica de grandes países durante la primera oleada de la revolución proletaria enseña, por tanto, que la estrategia de la GPP es también la estrategia de la revolución socialista en los países imperialistas.
Si, además, consideramos el curso de la revolución proletaria a nivel mundial, la confirmación es particularmente clara. La acumulación de las fuerzas revolucionarias fue un mérito histórico de la Segunda Internacional, como repetidamente Lenin y Stalin señalaron al hacer el balance del movimiento comunista. En 1917, con la Revolución de octubre, el curso de la revolución proletaria entró en la fase de equilibrio estratégico: desde entonces la revolución proletaria tuvo sus zonas liberadas o bases rojas (la URSS y otros países socialistas) y sus fuerzas armadas que disputaron el terreno a las fuerzas de la contrarrevolución. El paso fallido a la fase de ofensiva estratégica hizo perder a la revolución proletaria mundial las posiciones ya conquistadas, al igual que sucede cuando un embarazo que está en una fase avanzada de gestación se malogra por algún motivo. 
¿Cuáles son entonces las leyes universales de la GPP puestas en evidencia por la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria? En mi opinión esas leyes, o al menos las principales, son las siguientes: 
- 1. Son las masas populares movilizadas por la clase obrera dirigida por su partido comunista las que construyen el sistema del nuevo poder y eliminan el actualmente existente (en otras palabras, como corresponde al caso de los países imperialistas, establecen el socialismo, instauran la dictadura del proletariado).  
- 2. La instauración del nuevo poder en todo el país no se realiza de una vez, sino que es el resultado y la conclusión victoriosa de una guerra civil. 
- 3. En cada país la GPP pasa por tres fases: defensiva estratégica (acumulación de las fuerzas revolucionarias), equilibrio estratégico (dos fuerzas armadas se disputan el terreno) y ofensiva estratégica (aniquilamiento de las fuerzas burguesas). 
- 4. La GPP se desarrolla en el contexto de una situación revolucionaria en desarrollo (en nuestro caso será la transformación de la guerra de exterminio no declarada que la burguesía imperialista lleva a cabo a causa de la segunda crisis general del capitalismo en guerra revolucionaria). 
- 5. La GPP se desarrolla según una combinación de leyes universales y particulares en las que es preciso basarse para lograr la victoria. 
- 6. El desarrollo de la GPP está condicionado en cada país por factores internacionales y nacionales.
- 7. La GPP se desarrolla de una fase a la siguiente, pero si se producen derrotas también puede retroceder a la fase precedente.  
En conclusión, para dirigir la GPP hasta la victoria el partido tiene que estudiar las Obras de Mao, el descubridor de la concepción de la GPP y la experiencia de otros países para sacar las leyes universales de la GPP y aplicarlas a nuestro país mediante la investigación  de las condiciones concretas, económicas, políticas y culturales, la práctica, el balance de la experiencia y la elaboración de las leyes específicas de nuestro país. 
Por lo que concierne a Italia, es preciso en efecto reconocer y tener en cuenta las condiciones específicas en las que llevamos a cabo la GPP. La concepción de la GPP precisada por su aplicación en nuestro país, seguirá el camino de la acumulación de las fuerzas revolucionarias mediante la constitución y la resistencia del partido clandestino y su dirección sobre las masas populares con el fin de integrarlas en organizaciones de masas de todo tipo necesarias 1. para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, 2. participar en la lucha política burguesa con el objeto de subvertir su desarrollo y 3. dirigir las luchas reivindicativas, hasta el comienzo de la guerra civil. Éste es el equivalente, en nuestro país, de lo que es "el cerco de las ciudades desde el campo" en los países semifeudales. En los países imperialistas, es imposible rodear las ciudades desde el campo, pero es completamente posible, y la práctica lo ha demostrado, lograr el desarrollo específico cuantitativo que constituye la primera fase de la GPP y a través del cual se va hacia la segunda fase. Con la guerra civil generada por ese desarrollo cuantitativo, se iniciará la segunda fase de la GPP. El comienzo de la guerra civil estará marcado por la constitución de las Fuerzas Armadas Populares que a partir de ese momento disputarán el terreno a las fuerzas armadas de la reacción. 
En particular, la GPP no empieza, por tanto, con la lucha armada, sino con la construcción del partido comunista clandestino. Esta se desarrolla hoy mediante la realización del plan de dos puntos elaborado por la CP que ya se está aplicando. Por consiguiente, no se desarrolla mediante la propaganda armada, como se propusieron hacer las Brigadas Rojas en las condiciones específicas de los años 70, cuando la degeneración revisionista no había sido desenmascarada todavía por el desarrollo de los acontecimientos, cuando el prestigio y la fuerza del viejo movimiento comunista todavía eran grandes y existía todavía el campo socialista construido durante la primera oleada de la revolución proletaria. La construcción del partido debe ser concebida y dirigida como primer paso de la GPP. El nuevo poder en nuestro país comienza con la existencia del partido clandestino. Su existencia supone la existencia del poder rojo como alternativa al poder burgués. El partido clandestino no es el partido más a la izquierda del conjunto de los partidos de la república burguesa-vaticanista. Es el núcleo del nuevo poder. El partido clandestino no depende del poder burgués, sino que su existencia se contrapone al mismo. A pesar de todos los esfuerzos que la burguesía realiza para obstaculizarlo, aislarlo de las masas, destruirlo, el partido es capaz de existir y desarrollar su actividad (de reclutamiento, elaboración, formación, orientación, agregación, propaganda, movilización y dirección) a través de su red organizativa y su sistema de relaciones, contactos e influencias. Por consiguiente, no depende, para desarrollar su actividad, de personas que la burguesía conoce, controla y puede, pues, infiltrar, corromper, amenazar, chantajear, detener, matar; de canales de financiación que la burguesía conoce, controla y que, por tanto, puede interrumpir; de sedes públicas que la burguesía puede ocupar, cachear, saquear, devastar y cerrar. En suma, es un partido que existe y actúa como el partido de Lenin en el imperio zarista hasta 1917 (3), como los partidos de la primera Internacional Comunista de los países imperialistas en Italia (1926-1945), Alemania (1933-1945), España (1939-1956), Francia (1940-1945) y de gran parte de los países de la Europa Oriental de los años 20, 30 y 40. Los que dicen que un partido clandestino, debido a su naturaleza, está aislado de las masas populares, que demuestren que los partidos que acabo de nombrar estaban aislados de las masas.  
¿Es también posible crear ahora un partido semejante? ¿Es posible que tal partido nazca y desarrolle su actividad? Estas preguntas, traducidas a lo concreto, quieren decir: ¿encontrará un partido comunista clandestino entre las masas populares y en particular entre la clase obrera el alimento (personas a reclutar, colaboraciones, dinero, vínculos e  influencias) que necesita para existir, resistir a los golpes de la burguesía y sus aparatos contrarrevolucionarios y extender su actividad? Las experiencias históricas antes indicadas responden positivamente a esta pregunta. Pero lo que, sobre todo, asegura todo eso es precisamente la existencia de una situación revolucionaria en desarrollo, de una guerra no declarada de exterminio que la burguesía lleva a cabo contra las masas populares en nuestro país. El choque entre el partido y el sistema de la contrarrevolución (que no sólo está constituido por los órganos, estatales o no, de la represión, sino también por todo el conjunto de iniciativas y medidas con las que la burguesía trata de obstaculizar la labor del Partido, aislarlo de las masas y destruir su sistema de relaciones, contactos e influencias) es el núcleo político de la guerra no declarada de exterminio, es esa pequeña parte de ella en la que el nuevo poder se opone y enfrenta con iniciativa a la burguesía. Su desarrollo cuantitativo (es decir, el desarrollo del partido y el desarrollo, bajo su dirección, de las distintas organizaciones de las masas populares) determinará, llegado a un punto determinado, el paso a la segunda fase del GPP, a la guerra civil, a la lucha armada. 
Los comunistas no queremos la guerra. La guerra es un monstruo terrible, que acarrea destrucción y sangre. Somos contrarios a la guerra y estamos seguros que ahora los hombres, a diferencia de un pasado lejano, no necesitan ya de guerras para vivir y desarrollarse, al igual que ya no son necesarias las divisiones en clases sociales, que las guerras son actualmente generadas solamente por los intereses de la burguesía y de su orden social, que en un futuro no lejano los hombres también relegarán la guerra a los museos de antigüedades. Pero no tememos las guerras. Estamos decididos a impedir que las masas populares sufran pasivamente las vejaciones, abusos, mutilaciones, hecatombes y guerras que el orden social actual impone. Sólo cambiando el orden de la sociedad actual pondremos realmente poner fin a las guerras. La burguesía nos ha dado repetidas y sangrientas lecciones de que no dejará el poder sin guerra civil. Por tanto, los comunistas debemos estar decididos desde ahora  a no ceder ante la burguesía porque ésta amenace con la guerra civil, sino preocuparnos de llegar a la guerra civil en las condiciones más favorables para nosotros. Nuestra responsabilidad hacia las masas populares nos impone construir el sistema del nuevo poder con vistas a afrontar victoriosamente la guerra civil. Esta tendrá lugar inevitablemente, como la experiencia ha demostrado repetidamente, cuando la acumulación de las fuerzas revolucionarias y la instauración del nuevo poder hayan alcanzado cierto nivel. No podemos evitarla. Lo que podemos y tenemos que hacer es llegar a ella en las condiciones más favorables para la victoria de las masas populares. Con el inicio de la guerra civil, se iniciará la segunda fase de la GPP en la que las fuerzas armadas populares se enfrentarán a las fuerzas armadas de la burguesía imperialista, existirán territorios liberados, etc. 
La experiencia ya ha mostrado cuál debe ser la acción de agregación y movilización de las masas populares realizada por el partido en la primera fase de la GPP en nuestro país. Obviamente el partido tiene que estar preparado y capacitado para cambiar de táctica cuando se produzcan cambios radicales e inesperados en la situación, cuando cambie el estado de ánimo y la actitud de las masas populares. A falta de esto, la acción del partido durante esta fase se desarrolla fundamentalmente en tres terrenos. 
1. La movilización de las masas populares en la intervención en el sistema político burgués. La hostilidad por principio declarada por los dogmáticos de la insurrección (Teoria y Praxis) y Rossoperaio contra la utilización revolucionaria de las elecciones, del Parlamento, de las asambleas electivas y de los demás instrumentos de la política burguesa prescinde de ese aspecto específico de casi todos los países imperialistas y también de nuestro país. Precisamente la participación de las masas populares en la política burguesa (obviamente en cierto modo y en cierto contexto) ha sido muchas veces durante la primera oleada de la revolución proletaria y en muchos países imperialistas (en Italia, Alemania, Francia, España e Inglaterra: por sólo nombrar a los más importantes) la causa directa e inmediata del comienzo o de la amenaza de la guerra civil. La participación de las masas populares dirigida por el partido comunista dividió a la burguesía e hizo imposible la vida política burguesa. El aumento de la abstención, verificado durante estos últimos años, está lejos de eliminar este aspecto. Esto denota la desilusión popular frente a los partidos burgueses y es un aspecto de la crisis política del régimen burgués. Pero no pone las premisas de una solución revolucionaria de la crisis política del régimen. Es un fenómeno precario, sobre el que puede actuar tanto la movilización revolucionaria de las masas populares como la movilización reaccionaria de las masas populares. El rechazo a dirigir a las masas populares a participar en interés de la revolución socialista en el sistema político burgués por parte de los dogmáticos de la insurrección y Rossoperaio no nace de la existencia de una movilización de las masas populares en la guerra revolucionaria que habría ido ya más allá del sistema de la actividad política burguesa y que se vería perjudicada por la participación en la actividad política burguesa. En tales condiciones las elecciones serían una iniciativa contrarrevolucionaria y el boicot a las mismas una cosa seria. Hoy ese rechazo nace de la desconfianza de que el partido comunista pueda ser hoy capaz de imponer también en este terreno su dirección sobre las masas populares y dirigir esta participación de modo que sea un factor de acumulación de las fuerzas revolucionarias y no de corrupción y disgregación de las mismas. Es la misma desconfianza que impide concebir una línea que tenga como objetivo la conquista de la dirección de los millones de trabajadores que se apuntan voluntariamente a los grandes sindicatos, a los que pagan una cuota (4).
Todos los argumentos avanzados por los opositores a la participación en la política burguesa se reducen a la tesis que "no existe ninguna garantía" de que tal participación no corrompa al partido y a las fuerzas que moviliza. Pero estos señores olvidan que no existe ninguna garantía contra la influencia de la burguesía en nuestras filas, como no sea la concepción y la línea revolucionaria del partido y la lucha inflexible y adecuada para defenderlas contra la influencia de la burguesía. Esta es la única y verdadera garantía. Hacer creer que existe una garantía diferente es fomentar falsas ilusiones y desarmar el partido. El rechazo a la participación en el sistema político burgués es simplemente una pseudo-garantía - como lo es cualquier garantía diferente de la antes indicada. La amarga experiencia de los años 70 y 80, además de la Resistencia, han enseñado que tampoco empuñar las armas es una garantía. Hemos visto a combatientes convertirse en colaboradores de la policía: de Pecchioli a Franceschini. Cada pseudo garantía engendra un falso sentido de seguridad y falta de vigilancia que favorecen a la contrarrevolución. No por casualidad todas las objeciones hechas contra la participación en el sistema político burgués pueden ser también aplicadas igualmente a la participación en la actividad sindical, cultural, etc., particularmente en los países imperialistas. Incluso esto hace resaltar mejor que se trata de objeciones de compañeros que no tienen confianza en la capacidad revolucionaria de las masas populares, de la clase obrera y del partido. Son objeciones de compañeros que sólo tienen confianza en su conventículo de iluminados, al estilo de los bordiguistas de triste memoria. 
2. La movilización de las masas populares en las luchas reivindicativas y en la defensa sin reservas de las conquistas. 
3. La movilización de las masas populares en la construcción de los instrumentos necesarios para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. Este tercer punto no aparece en los artículos de los compañeros Ernesto V. y Rosa L. (en La Voce n. 15 y 16, respectivamente). A mí me parece que en cambio debe ser tenido en cuenta por sí mismo, vista la rica experiencia de autorganización que las masas populares han desarrollado en nuestro país (de las cooperativas a los centros sociales, a las casas del pueblo, a las asociaciones deportivas y culturales, etc.).
Para los otros dos terrenos sus artículos (los de Nicola P. y de Rosa L. en La Voce n. 14 y 15, respectivamente) dicen todo lo que hoy se puede decir acerca de esto, con respeto al desarrollo de la GPP. 
La resistencia del partido clandestino a la represión y el desarrollo de su labor en los tres terrenos antes indicados: he aquí lo que quiere decir en nuestro país, en la primera fase de la GPP, "establecer el poder rojo" . Es decir, que esto equivale a la "creación de bases rojas" en otros países. No es posible en un país imperialista establecer desde el principio "bases rojas", pero la experiencia ya ha demostrado que es posible construir el sistema de "poder rojo" que he indicado. Se trata de cuatro frentes de lucha que tienen su eje central e insustituible en el primero. 
Ciertamente no faltan ni faltarán compañeros y adversarios que nos acusen de mantener una actitud de espera: renunciar hoy y en lo inmediato a un trabajo revolucionario a la espera de que los acontecimientos creen mañana "de una manera u otra" las condiciones que lo hagan posible; de mantener en la inactividad fuerzas revolucionarias ya dispuestas para la lucha a la espera de condiciones que hoy no se dan. En realidad, en la línea que la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria ha sacado a la luz no hay ninguna actitud de espera. Por el contrario, se pone de manifiesto la definición de un proceso de crecimiento cuantitativo en el que están empeñadas todas las fuerzas revolucionarias que progresivamente se desarrollan, a través de un trabajo que las forma y las forja para movilizar a las masas populares de cara a la revolución socialista. Un proceso de crecimiento cuantitativo que, llegado a cierto nivel, determina por sí mismo el paso a la fase siguiente, el salto cualitativo: si el partido se opone a ello se producirá el retroceso y la disgregación. Al igual que un embarazo que se impide cuando está a punto de producirse el parto. Es decir, todo lo contrario de estar a la espera de los acontecimientos, de mantener inactivas fuerzas dispuestas a luchar, de esperar a que otros nos saquen las castañas del fuego o de esperar a que las soluciones vengan del cielo. 
Ésta es la vía que se desprende del balance de la situación actual y de la experiencia del movimiento comunista, del que rechazamos separarnos mientras no haya una razón de peso para ello. Éste es el camino que ya seguimos hoy.

Humberto C.

Notas
 1. Sin embargo, hay que recordar que en la edición china de las obras escogidas de Mao Tse-tung se subraya que no todas las características de la GPP indicadas por Mao son válidas para la GPP en otros países, en particular se cita a Vietnam.
 2. El comportamiento de los dirigentes de Rossoperaio nos trae a la memoria el de Proudhon. Este, a decir de Marx, era soportado en Francia porque se creía que en Alemania era apreciado como gran filósofo alemán. Y otro tanto sucedía en Alemania porque se creía que en Francia era considerado como un gran economista. A propósito de Rossoperaio, véanse también Rossoperaio - Un mal comienzo en La Voce n. 7 - marzo de 2001 y el Suplemento a La Voce n. 7 reeditado en este número de la revista (o sea, en la página web. www//la voce.freehomepage.com).
 3. Entre los años 1907 y 1917 Lenin se opuso con determinación a todos los intentos de los mencheviques de legalizar el partido y de construir un partido legal. Un partido que aceptase existir como partido legal, de acuerdo con las leyes del Estado zarista, ya no habría sido el centro del nuevo poder. 
 4. Es característico de la naturaleza de Rossoperaio hacer mucha propaganda sobre la actividad del Partido comunista de Nepal (m) y pronunciarse contra la participación a las elecciones en nuestro país. Pero nunca ha  examinado públicamente el hecho de que el Partido comunista nepalés (maoísta) haya recurrido antes de empezar en 1996 la guerra civil, como hizo en su tiempo el partido de Lenin, tanto a la participación en las elecciones (en 1991) como al boicot a las mismas (en 1994). Véase al respecto el n. 9 (febrero de 2004) de The worker, órgano del Partido comunista nepalés (maoísta),  págs. 65 y 66. 
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.