(n) PCI: Es preciso distinguir las leyes universales de
las leyes particulares de la guerra popular prolongada
(IIº Parte)
La marcha de las revoluciones proletarias concretas no
puede, en suma, ir a contracorriente de esas leyes, porque de otro modo las
leyes no serían universales. Por otra parte, la comprensión de esas leyes
universales pone en nuestras manos, como comunistas, un arma formidable para
desarrollar nuestra labor y dirigir exitosamente la revolución. Vale la pensa,
por tanto, intentar descubrirlas.
La cuestión también está de actualidad en nuestro
país. Es una cuestión que cualquiera que quiera trabajar con conocimiento de
causa para hacer de Italia un nuevo país socialista debe afrontar forzosamente.
Los artículos aparecidos en La Voce n. 14 (Lucha política
revolucionaria y luchas reivindicativas de Nicola P.), en el n. 15 (Política
revolucionaria de Ernesto V.) y en el n. 16 (Sobre el segundo
frente de la política revolucionaria de Rosa L.) abordan muchos
problemas con respecto a la GPP. Estos y los anteriormente citados forman parte
de la contribución de la CP a la lucha ideológica actual en el movimiento
comunista italiano e internacional (aunque los textos no han sido traducidos ni
difundidos todavía en el extranjero, salvo el de La Voce n.
12). En nuestro país otras organizaciones ya se han pronunciado con respecto a
la GPP.
Hemos dicho que, en general, los
revisionistas-oportunistas de derecha no afrontan la discusión sobre la forma
de la revolución socialista. Ni tienen interés ni entra en su mentalidad.
También los que son personalmente honestos, son empiristas, actúan a ojo de
buen cubero, se dejan llevar por la fuerza de la costumbre, siguen las vías
trazadas por la sociedad burguesa y no elaboran una ciencia de la revolución.
Si se dedicaran a la ciencia de la revolución, no serían oportunistas. Se
contentan, al modo de los empiristas, con sacar a colación uno u otro hecho o
acontecimiento en apoyo de sus tesis oportunistas. Esta reflexión es aplicable
tanto a los italianos como a los de otros países.
Los redactores de Teoria y Praxis representan
a los dogmáticos de la insurrección en Italia. En el n. 10 de su revista (enero
de 2004) han publicado una argumentada crítica de la tesis de la GPP como
estrategia universal de la revolución socialista. Pero todos sus argumentos
válidos se reducen a la tesis que no es posible seguir en los países
imperialistas las leyes particulares, específicas de China (papel principal de
los campesinos, cerco de las ciudades por el campo, creación de zonas liberadas
en la fase de la defensiva estratégica, etc.). En cuanto a los argumentos
no válidos, son varios. Uno es el de que "la lucha armada es la forma fundamental
de lucha en la GPP" (pág. 42, columna 2). Obviamente no es verdad. Ellos
mismos sostienen (pág. 35, col. 2) que "para Mao el aspecto fundamental de
la GPP es un claro y comprensible programa político”. Incluso afirman (pág. 36,
col. 2) que, según Mao, solamente "en la China semifeudal y semicolonial -
y para reproducir fielmente el pensamiento de Mao y la realidad añado también:
dominada por potencias imperialistas en lucha entre sí (nda) - la lucha
armada es desde el principio la principal forma de lucha y el
ejército la principal forma de organización de las masas”. ¡Otro
argumento falso es que la estrategia de GPP comporta la tesis enunciada por Lin
Piao (Viva la victoria de la guerra popular!, 3 de septiembre de 1965),
según la cual será la victoria de las revoluciones de nueva democracia en los
países oprimidos la que determinará las revoluciones socialistas en los países
imperialistas. Otro argumento falso es el de que la adopción de la estrategia
de GPP está ligada a la tesis de que "la contradicción principal de
nuestra época es la que enfrenta a los pueblos y naciones oprimidos con el
imperialismo en lugar de la que enfrenta el proletariado con la
burguesía".
Aparte de sus argumentos válidos y no válidos, lo que
los dogmáticos de la insurrección no dicen es: ¿qué lección es preciso extraer
de las victorias y derrotas de las revoluciones habidas en cada país durante la
primera oleada de la revolución proletaria? ¿En particular, cuál es el motivo
por el que los partidos de la primera Internacional Comunista no lograron
implantar el socialismo en ningún país imperialista (salvo en Rusia, eslabón
débil de la cadena imperialista, donde la línea seguida por el partido para
acumular fuerzas revolucionarias fue en todo caso diferente de la que ellos
proponen)? ¿Por qué creen que una línea que no ha llevado nunca a la victoria
en el pasado puede llevar a la victoria en el futuro?
Además de nosotros, también en Italia el grupo de
Rossoperaio (RO) se proclama partidario de la GPP. Sólo la lucha ideológica en
curso dirá si Rossoperaio es dirigido por dogmáticos que no distinguen entre lo
universal y lo particular o por personajes que proclaman demagógicamente en el
vacío la concepción dogmática de la GPP para darse pábulo y presentarse como
grandes revolucionarios en la escena internacional, en los congresos y
asociaciones internacionales, en las declaraciones y comunicados, mientras en
la práctica siguen una línea economicista y anarco-sindicalista según la cual
"sólo la lucha sindical es una lucha concreta." El halo de misterio y
ambigüedad con el que envuelven sus posiciones, el hecho de que digan una cosa
en la prensa destinada al público italiano y otra en la destinada a los
partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista
(del que RO forma parte desde la fundación del mismo en 1984, las posiciones
contradictorias que vienen adoptando. Por ejemplo, 1. sobre la apreciación de
Gonzalo acerca de la lucha armada en Europa expresada en su Entrevista de 1988
y 2. sobre la Lucha Armada de los años 70 en Italia) sin explicar de forma
autocrítica su cambio de posición, 3. la yuxtaposición de la proclamación de la
estrategia de la GPP junto a una práctica economicista, 4. la proclamación,
hace apenas dos años, de las teorías de la "sustitución por tiempo
determinado" de la clase obrera por fuerzas de otras clases como
protagonistas de la revolución y de la "estabilidad de los regímenes
políticos de los países imperialistas" en contraste con la tesis de la
"situación revolucionaria en desarrollo", 5. el rechazo sistemático a
exponer su concepción del mundo, su línea general y sus tesis programáticas y a
confrontarlas mediante la lucha ideológica con otras FSRS, 6. el carácter
demagógico de las polémicas que entablan, 7. el hecho de que no hayan llevado a
cabo nunca una labor de propaganda sobre las leyes universales de la GPP ni
menos aún elaborado una teoría específica correspondiente a nuestro país (como
en los casos del "pensamiento de Gonzalo" y de la "vía de
Prachanda") para apoyar sus proclamaciones sobre la GPP, 8. la utilización
de las relaciones internacionales para darse crédito en Italia como
"partido revolucionario" y sus invenciones sobre el papel que RO
desempeña en Italia para darse autobombo como partido revolucionario a nivel
internacional (2): estos ocho elementos y otros denotan un
comportamiento oportunista y demagógico. Obviamente no son las declaraciones,
los gritos de indignación, el poner cara de ofendido ni los reconocimientos
del extranjero los que digan cuál será el papel efectivo de Rossoperaio en el
renacimiento del movimiento comunista en nuestro país, sino solamente el
desarrollo concreto de la lucha ideológica y la práctica revolucionaria.
La tesis de que la estrategia de la GPP es la
estrategia universal de la revolución proletaria (para los países imperialistas
y para los países oprimidos) se ve confirmada por la experiencia de la primera
oleada de la revolución proletaria, tanto donde ha sido asumida conscientemente
como estrategia, como donde no lo ha sido; tanto en las revoluciones
victoriosas, como en las revoluciones derrotadas. Quien analiza la historia de
la primera oleada de la revolución proletaria a la luz de la concepción de la
GPP puede constatarlo.
La historia de la lucha de los partidos de la primera
IC en los países imperialistas, desde su fundación hasta finales de los años
40, cuando han actuado en el contexto de la primera crisis general del
capitalismo y la correspondiente situación revolucionaria en desarrollo,
muestra con singular uniformidad el mismo camino. 1. A pesar de la
incertidumbre de la orientación estratégica, en general estos partidos han
pasado en la práctica por la primera fase de la GPP, la de acumulación de las
fuerzas revolucionarias, con resultados tan buenos que casi en todos los países
la burguesía desencadenó o amenazó con desencadenar la guerra civil. 2. En
general, los viejos partidos comunistas retrocedieron ante la amenaza de guerra
civil, porque no estaban preparados ni ideológica ni políticamente para aceptar
el desafío de la burguesía. Si ellos hubieran aceptado el desafío, hubieran
conseguido movilizar contra la burguesía a amplias masas populares en el
terreno de la guerra civil: es decir, habría producido el salto cualitativo al
que la acumulación de las fuerzas revolucionarias debe llevar y en el que los
que rechazan la estrategia de la GPP confían que se produzca ya sea como
consecuencia del estallido del descontento de las masas (los que adoptan una
actitud pasiva o de espera), ya sea como consecuencia de la eficacia del
ejemplo y de la acción directa (los militaristas) o de los golpes de mano
(Neuberg y cía). 3. Allí donde antes o después, por un motivo o por otro, esos
partidos descendieron al terreno de la guerra civil que la situación comportaba
(España, Francia, Bélgica, Italia), movilizaron a las amplias masas populares
bajo su dirección, a pesar de su incierta orientación estratégica, hasta
alcanzar, dentro de lo que es posible para quien actúa sin conocimiento de
causa, las condiciones del equilibrio estratégico (segunda fase de la GPP). 4.
Precisamente debido a la errónea orientación estratégica, en ninguno de los
casos llevaron a cabo la guerra civil bajo la concepción de la GPP y no
llegaron nunca, por tanto, a la tercera fase, la de la ofensiva estratégica. 5.
Cada vez que los partidos se opusieron al curso de los acontecimientos y
trataron de imprimirle una dirección contraria a las leyes de la GPP, también
el trabajo ya hecho se quedó en agua de borrajas.
De esta experiencia se ve, pues, que la práctica
empujaba hacia la GPP. La misma lección se extrae de la experiencia soviética:
la fase de la acumulación de las fuerzas revolucionarias (dirigida por el
partido clandestino, por consiguiente, en condiciones de un sistema de poder
independiente y en lucha contra el poder zarista) desembocó en 1917 en la
segunda fase (la de equilibrio estratégico, del "doble poder") que, a
su vez, dio lugar a la fase de la ofensiva estratégica. Lenin no elaboró la
estrategia de la GPP, pero su constante lucha por una concepción dialéctica de
la realidad (la que los burgueses llaman habilidad política y pragmatismo,
expresiones que mal se pueden conciliar con las acusaciones que le hacen de
fanatismo y dogmatismo) fue una lucha para que el partido se adhiriese en su
labor de dirección de las masas a las leyes que la realidad de la revolución
seguía en su desarrollo.
Una confirmación particularmente significativa de
nuestra tesis ha sido dada por el Partido comunista español (reconstituido)
(PCEr) en el folleto Aproximación a la historia del PCE (septiembre
de 1997) traducido al italiano por Edizioni Rapporti Socialibajo el
título La guerra de España, el PCE y la Internacional Comunista.
Aunque el PCE(r) se declara antimaoista (¡pero estalinista!), sus autores
llegan a la conclusión en ese folleto que la derrota en la Guerra de España
(1936-1939) se debió esencialmente al hecho que el PCE dirigió la guerra sin
adoptar la estrategia de la GPP.
La experiencia práctica de grandes países durante la
primera oleada de la revolución proletaria enseña, por tanto, que la estrategia
de la GPP es también la estrategia de la revolución socialista en los países
imperialistas.
Si, además, consideramos el curso de la revolución proletaria
a nivel mundial, la confirmación es particularmente clara. La acumulación de
las fuerzas revolucionarias fue un mérito histórico de la Segunda
Internacional, como repetidamente Lenin y Stalin señalaron al hacer el balance
del movimiento comunista. En 1917, con la Revolución de octubre, el curso de la
revolución proletaria entró en la fase de equilibrio estratégico: desde
entonces la revolución proletaria tuvo sus zonas liberadas o bases rojas (la
URSS y otros países socialistas) y sus fuerzas armadas que disputaron el
terreno a las fuerzas de la contrarrevolución. El paso fallido a la fase de
ofensiva estratégica hizo perder a la revolución proletaria mundial las
posiciones ya conquistadas, al igual que sucede cuando un embarazo que está en
una fase avanzada de gestación se malogra por algún motivo.
¿Cuáles son entonces las leyes universales de la GPP
puestas en evidencia por la experiencia de la primera oleada de la revolución
proletaria? En mi opinión esas leyes, o al menos las principales, son las
siguientes:
- 1. Son las masas populares movilizadas por la clase
obrera dirigida por su partido comunista las que construyen el sistema del
nuevo poder y eliminan el actualmente existente (en otras palabras, como
corresponde al caso de los países imperialistas, establecen el socialismo,
instauran la dictadura del proletariado).
- 2. La instauración del nuevo poder en todo el país
no se realiza de una vez, sino que es el resultado y la conclusión victoriosa
de una guerra civil.
- 3. En cada país la GPP pasa por tres fases:
defensiva estratégica (acumulación de las fuerzas revolucionarias), equilibrio
estratégico (dos fuerzas armadas se disputan el terreno) y ofensiva estratégica
(aniquilamiento de las fuerzas burguesas).
- 4. La GPP se desarrolla en el contexto de una
situación revolucionaria en desarrollo (en nuestro caso será la transformación
de la guerra de exterminio no declarada que la burguesía imperialista lleva a
cabo a causa de la segunda crisis general del capitalismo en guerra
revolucionaria).
- 5. La GPP se desarrolla según una combinación de
leyes universales y particulares en las que es preciso basarse para lograr la
victoria.
- 6. El desarrollo de la GPP está condicionado en cada
país por factores internacionales y nacionales.
- 7. La GPP se desarrolla de una fase a la siguiente,
pero si se producen derrotas también puede retroceder a la fase
precedente.
En conclusión, para dirigir la GPP hasta la victoria
el partido tiene que estudiar las Obras de Mao, el descubridor de la concepción
de la GPP y la experiencia de otros países para sacar las leyes universales de
la GPP y aplicarlas a nuestro país mediante la investigación de las
condiciones concretas, económicas, políticas y culturales, la práctica, el
balance de la experiencia y la elaboración de las leyes específicas de nuestro
país.
Por lo que concierne a Italia, es preciso en efecto
reconocer y tener en cuenta las condiciones específicas en las que llevamos a
cabo la GPP. La concepción de la GPP precisada por su aplicación en nuestro
país, seguirá el camino de la acumulación de las fuerzas revolucionarias
mediante la constitución y la resistencia del partido clandestino y su
dirección sobre las masas populares con el fin de integrarlas en organizaciones
de masas de todo tipo necesarias 1. para satisfacer sus necesidades materiales
y espirituales, 2. participar en la lucha política burguesa con el objeto de
subvertir su desarrollo y 3. dirigir las luchas reivindicativas, hasta el
comienzo de la guerra civil. Éste es el equivalente, en nuestro país, de lo que
es "el cerco de las ciudades desde el campo" en los países
semifeudales. En los países imperialistas, es imposible rodear las ciudades
desde el campo, pero es completamente posible, y la práctica lo ha demostrado,
lograr el desarrollo específico cuantitativo que constituye la primera fase de
la GPP y a través del cual se va hacia la segunda fase. Con la guerra civil
generada por ese desarrollo cuantitativo, se iniciará la segunda fase de la
GPP. El comienzo de la guerra civil estará marcado por la constitución de las
Fuerzas Armadas Populares que a partir de ese momento disputarán el terreno a
las fuerzas armadas de la reacción.
En particular, la GPP no empieza, por tanto, con la
lucha armada, sino con la construcción del partido comunista clandestino. Esta
se desarrolla hoy mediante la realización del plan de dos puntos elaborado por
la CP que ya se está aplicando. Por consiguiente, no se desarrolla mediante la
propaganda armada, como se propusieron hacer las Brigadas Rojas en las condiciones
específicas de los años 70, cuando la degeneración revisionista no había sido
desenmascarada todavía por el desarrollo de los acontecimientos, cuando el
prestigio y la fuerza del viejo movimiento comunista todavía eran grandes y
existía todavía el campo socialista construido durante la primera oleada de la
revolución proletaria. La construcción del partido debe ser concebida y
dirigida como primer paso de la GPP. El nuevo poder en nuestro país comienza
con la existencia del partido clandestino. Su existencia supone la existencia
del poder rojo como alternativa al poder burgués. El partido clandestino no es
el partido más a la izquierda del conjunto de los partidos de la república
burguesa-vaticanista. Es el núcleo del nuevo poder. El partido clandestino no depende
del poder burgués, sino que su existencia se contrapone al mismo. A pesar de
todos los esfuerzos que la burguesía realiza para obstaculizarlo, aislarlo de
las masas, destruirlo, el partido es capaz de existir y desarrollar su
actividad (de reclutamiento, elaboración, formación, orientación, agregación,
propaganda, movilización y dirección) a través de su red organizativa y su
sistema de relaciones, contactos e influencias. Por consiguiente, no depende,
para desarrollar su actividad, de personas que la burguesía conoce, controla y
puede, pues, infiltrar, corromper, amenazar, chantajear, detener, matar; de
canales de financiación que la burguesía conoce, controla y que, por tanto,
puede interrumpir; de sedes públicas que la burguesía puede ocupar, cachear,
saquear, devastar y cerrar. En suma, es un partido que existe y actúa como el
partido de Lenin en el imperio zarista hasta 1917 (3), como los partidos de la primera Internacional
Comunista de los países imperialistas en Italia (1926-1945), Alemania
(1933-1945), España (1939-1956), Francia (1940-1945) y de gran parte de los
países de la Europa Oriental de los años 20, 30 y 40. Los que dicen que un
partido clandestino, debido a su naturaleza, está aislado de las masas
populares, que demuestren que los partidos que acabo de nombrar estaban
aislados de las masas.
¿Es también posible crear ahora un partido semejante?
¿Es posible que tal partido nazca y desarrolle su actividad? Estas preguntas,
traducidas a lo concreto, quieren decir: ¿encontrará un partido comunista
clandestino entre las masas populares y en particular entre la clase obrera
el alimento (personas a reclutar, colaboraciones, dinero,
vínculos e influencias) que necesita para existir, resistir a los golpes
de la burguesía y sus aparatos contrarrevolucionarios y extender su actividad?
Las experiencias históricas antes indicadas responden positivamente a esta
pregunta. Pero lo que, sobre todo, asegura todo eso es precisamente la
existencia de una situación revolucionaria en desarrollo, de una guerra no
declarada de exterminio que la burguesía lleva a cabo contra las masas
populares en nuestro país. El choque entre el partido y el sistema de la
contrarrevolución (que no sólo está constituido por los órganos, estatales o
no, de la represión, sino también por todo el conjunto de iniciativas y medidas
con las que la burguesía trata de obstaculizar la labor del Partido, aislarlo
de las masas y destruir su sistema de relaciones, contactos e influencias) es
el núcleo político de la guerra no declarada de exterminio, es esa pequeña
parte de ella en la que el nuevo poder se opone y enfrenta con iniciativa a la
burguesía. Su desarrollo cuantitativo (es decir, el desarrollo del partido y el
desarrollo, bajo su dirección, de las distintas organizaciones de las masas
populares) determinará, llegado a un punto determinado, el paso a la segunda
fase del GPP, a la guerra civil, a la lucha armada.
Los comunistas no queremos la guerra. La guerra es un
monstruo terrible, que acarrea destrucción y sangre. Somos contrarios a la
guerra y estamos seguros que ahora los hombres, a diferencia de un pasado
lejano, no necesitan ya de guerras para vivir y desarrollarse, al igual que ya
no son necesarias las divisiones en clases sociales, que las guerras son
actualmente generadas solamente por los intereses de la burguesía y de su orden
social, que en un futuro no lejano los hombres también relegarán la guerra a
los museos de antigüedades. Pero no tememos las guerras. Estamos decididos a
impedir que las masas populares sufran pasivamente las vejaciones, abusos,
mutilaciones, hecatombes y guerras que el orden social actual impone. Sólo
cambiando el orden de la sociedad actual pondremos realmente poner fin a las
guerras. La burguesía nos ha dado repetidas y sangrientas lecciones de que no
dejará el poder sin guerra civil. Por tanto, los comunistas debemos estar
decididos desde ahora a no ceder ante la burguesía porque ésta amenace
con la guerra civil, sino preocuparnos de llegar a la guerra civil en las
condiciones más favorables para nosotros. Nuestra responsabilidad hacia las
masas populares nos impone construir el sistema del nuevo poder con vistas a
afrontar victoriosamente la guerra civil. Esta tendrá lugar inevitablemente,
como la experiencia ha demostrado repetidamente, cuando la acumulación de las
fuerzas revolucionarias y la instauración del nuevo poder hayan alcanzado
cierto nivel. No podemos evitarla. Lo que podemos y tenemos que hacer es llegar
a ella en las condiciones más favorables para la victoria de las masas
populares. Con el inicio de la guerra civil, se iniciará la segunda fase de la
GPP en la que las fuerzas armadas populares se enfrentarán a las fuerzas
armadas de la burguesía imperialista, existirán territorios liberados,
etc.
La experiencia ya ha mostrado cuál debe ser la acción
de agregación y movilización de las masas populares realizada por el partido en
la primera fase de la GPP en nuestro país. Obviamente el partido tiene que estar
preparado y capacitado para cambiar de táctica cuando se produzcan cambios
radicales e inesperados en la situación, cuando cambie el estado de ánimo y la
actitud de las masas populares. A falta de esto, la acción del partido durante
esta fase se desarrolla fundamentalmente en tres terrenos.
1. La movilización de las masas populares en la
intervención en el sistema político burgués. La hostilidad por principio
declarada por los dogmáticos de la insurrección (Teoria y Praxis) y
Rossoperaio contra la utilización revolucionaria de las elecciones, del
Parlamento, de las asambleas electivas y de los demás instrumentos de la
política burguesa prescinde de ese aspecto específico de casi todos los países
imperialistas y también de nuestro país. Precisamente la participación de las
masas populares en la política burguesa (obviamente en cierto modo y en cierto
contexto) ha sido muchas veces durante la primera oleada de la revolución
proletaria y en muchos países imperialistas (en Italia, Alemania, Francia,
España e Inglaterra: por sólo nombrar a los más importantes) la causa directa e
inmediata del comienzo o de la amenaza de la guerra civil. La participación de
las masas populares dirigida por el partido comunista dividió a la burguesía e
hizo imposible la vida política burguesa. El aumento de la abstención,
verificado durante estos últimos años, está lejos de eliminar este aspecto.
Esto denota la desilusión popular frente a los partidos burgueses y es un
aspecto de la crisis política del régimen burgués. Pero no pone las premisas de
una solución revolucionaria de la crisis política del régimen. Es un fenómeno
precario, sobre el que puede actuar tanto la movilización revolucionaria de las
masas populares como la movilización reaccionaria de las masas populares. El
rechazo a dirigir a las masas populares a participar en interés de la
revolución socialista en el sistema político burgués por parte de los
dogmáticos de la insurrección y Rossoperaio no nace de la existencia de una
movilización de las masas populares en la guerra revolucionaria que habría ido
ya más allá del sistema de la actividad política burguesa y que se vería
perjudicada por la participación en la actividad política burguesa. En tales
condiciones las elecciones serían una iniciativa contrarrevolucionaria y el
boicot a las mismas una cosa seria. Hoy ese rechazo nace de la desconfianza de
que el partido comunista pueda ser hoy capaz de imponer también en este terreno
su dirección sobre las masas populares y dirigir esta participación de modo que
sea un factor de acumulación de las fuerzas revolucionarias y no de corrupción
y disgregación de las mismas. Es la misma desconfianza que impide concebir una
línea que tenga como objetivo la conquista de la dirección de los millones de
trabajadores que se apuntan voluntariamente a los grandes sindicatos, a los que
pagan una cuota (4).
Todos los argumentos avanzados por los opositores a la
participación en la política burguesa se reducen a la tesis que "no existe
ninguna garantía" de que tal participación no corrompa al partido y a las
fuerzas que moviliza. Pero estos señores olvidan que no existe ninguna garantía
contra la influencia de la burguesía en nuestras filas, como no sea la concepción
y la línea revolucionaria del partido y la lucha inflexible y adecuada para
defenderlas contra la influencia de la burguesía. Esta es la única y verdadera
garantía. Hacer creer que existe una garantía diferente es fomentar falsas
ilusiones y desarmar el partido. El rechazo a la participación en el sistema
político burgués es simplemente una pseudo-garantía - como lo es cualquier
garantía diferente de la antes indicada. La amarga experiencia de los años 70 y
80, además de la Resistencia, han enseñado que tampoco empuñar las armas es una
garantía. Hemos visto a combatientes convertirse en colaboradores de la
policía: de Pecchioli a Franceschini. Cada pseudo garantía engendra un falso
sentido de seguridad y falta de vigilancia que favorecen a la contrarrevolución.
No por casualidad todas las objeciones hechas contra la participación en el
sistema político burgués pueden ser también aplicadas igualmente a la
participación en la actividad sindical, cultural, etc., particularmente en los
países imperialistas. Incluso esto hace resaltar mejor que se trata de
objeciones de compañeros que no tienen confianza en la capacidad revolucionaria
de las masas populares, de la clase obrera y del partido. Son objeciones de
compañeros que sólo tienen confianza en su conventículo de iluminados, al
estilo de los bordiguistas de triste memoria.
2. La movilización de las masas populares en las
luchas reivindicativas y en la defensa sin reservas de las conquistas.
3. La movilización de las masas populares en la
construcción de los instrumentos necesarios para satisfacer sus necesidades
materiales y espirituales. Este tercer punto no aparece en los artículos de los
compañeros Ernesto V. y Rosa L. (en La Voce n. 15 y 16,
respectivamente). A mí me parece que en cambio debe ser tenido en cuenta por sí
mismo, vista la rica experiencia de autorganización que las masas populares han
desarrollado en nuestro país (de las cooperativas a los centros sociales, a las
casas del pueblo, a las asociaciones deportivas y culturales, etc.).
Para los otros dos terrenos sus artículos (los de
Nicola P. y de Rosa L. en La Voce n. 14 y 15, respectivamente)
dicen todo lo que hoy se puede decir acerca de esto, con respeto al desarrollo
de la GPP.
La resistencia del partido clandestino a la represión
y el desarrollo de su labor en los tres terrenos antes indicados: he aquí lo
que quiere decir en nuestro país, en la primera fase de la GPP,
"establecer el poder rojo" . Es decir, que esto equivale a la
"creación de bases rojas" en otros países. No es posible en un país
imperialista establecer desde el principio "bases rojas", pero la
experiencia ya ha demostrado que es posible construir el sistema de "poder
rojo" que he indicado. Se trata de cuatro frentes de lucha que tienen su
eje central e insustituible en el primero.
Ciertamente no faltan ni faltarán compañeros y
adversarios que nos acusen de mantener una actitud de espera: renunciar hoy y
en lo inmediato a un trabajo revolucionario a la espera de que los
acontecimientos creen mañana "de una manera u otra" las condiciones
que lo hagan posible; de mantener en la inactividad fuerzas revolucionarias ya
dispuestas para la lucha a la espera de condiciones que hoy no se dan. En
realidad, en la línea que la experiencia de la primera oleada de la revolución
proletaria ha sacado a la luz no hay ninguna actitud de espera. Por el
contrario, se pone de manifiesto la definición de un proceso de crecimiento
cuantitativo en el que están empeñadas todas las fuerzas revolucionarias que
progresivamente se desarrollan, a través de un trabajo que las forma y las
forja para movilizar a las masas populares de cara a la revolución socialista.
Un proceso de crecimiento cuantitativo que, llegado a cierto nivel, determina
por sí mismo el paso a la fase siguiente, el salto cualitativo: si el partido
se opone a ello se producirá el retroceso y la disgregación. Al igual que un
embarazo que se impide cuando está a punto de producirse el parto. Es decir,
todo lo contrario de estar a la espera de los acontecimientos, de mantener
inactivas fuerzas dispuestas a luchar, de esperar a que otros nos saquen las
castañas del fuego o de esperar a que las soluciones vengan del cielo.
Ésta es la vía que se desprende del balance de la
situación actual y de la experiencia del movimiento comunista, del que
rechazamos separarnos mientras no haya una razón de peso para ello. Éste es el
camino que ya seguimos hoy.
Humberto C.
Notas
1. Sin embargo, hay que recordar que en la edición china de las
obras escogidas de Mao Tse-tung se subraya que no todas las características de
la GPP indicadas por Mao son válidas para la GPP en otros países, en particular
se cita a Vietnam.
2. El comportamiento de los dirigentes de Rossoperaio nos trae a
la memoria el de Proudhon. Este, a decir de Marx, era soportado en Francia
porque se creía que en Alemania era apreciado como gran filósofo alemán. Y otro
tanto sucedía en Alemania porque se creía que en Francia era considerado como
un gran economista. A propósito de Rossoperaio, véanse también Rossoperaio
- Un mal comienzo en La Voce n. 7 - marzo de 2001 y
el Suplemento a La Voce n. 7 reeditado en este número de la
revista (o sea, en la página web. www//la voce.freehomepage.com).
3. Entre los años 1907 y 1917 Lenin se opuso con determinación a
todos los intentos de los mencheviques de legalizar el partido y de construir
un partido legal. Un partido que aceptase existir como partido legal, de
acuerdo con las leyes del Estado zarista, ya no habría sido el centro del nuevo
poder.
4. Es característico de la naturaleza de Rossoperaio hacer mucha
propaganda sobre la actividad del Partido comunista de Nepal (m) y pronunciarse
contra la participación a las elecciones en nuestro país. Pero nunca ha
examinado públicamente el hecho de que el Partido comunista nepalés (maoísta) haya
recurrido antes de empezar en 1996 la guerra civil, como hizo en su tiempo el
partido de Lenin, tanto a la participación en las elecciones (en 1991) como al
boicot a las mismas (en 1994). Véase al respecto el n. 9 (febrero de 2004)
de The worker, órgano del Partido comunista nepalés (maoísta),
págs. 65 y 66.
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