El Gran Sol Rojo del Amanecer

miércoles, 10 de abril de 2013

CONVENCETE SOLO PODEMOS PARAR LA GUERRA IMPERIALISTA CON LA GUERRA POPULAR


Vivimos una situación de guerra internacional. El imperialismo, capitaneado por la superpotencia estadounidense, atenazado por la grave y prolongada crisis económica y política que le ha impuesto el marchamo “tenés que morir, hermano”, para alejar de sí ese destino se ha puesto a cabalgar sobre aquello de la inexorabilidad de la tercera carnicería mundial. Sólo que identificando esta guerra, con su versión de “guerra nuclear”. Con ello vendiéndonos la idea de la imparabilidad de la guerra; que ellos son los que mandan  en el mundo. Y en ello el pueblo sencillo, el hombre de la calle, nada puede hacer.

 Sobre nuestras cabezas, sobre la cabeza de la entera humanidad trabajadora, se han puesto a blandir sus armas nucleares, la bomba atómica. ¿Debemos temer  a la bomba atómica? No, esa arma alucinante y terrorífica ciertamente pone en peligro la vida sobre el planeta, haría desaparecer de la faz de la Tierra a la gran mayoría de la humanidad trabajadora, inclusive a ellos mismos. Ellos, los imperialistas,   encabezados por EE.UU.,  correrían ese riesgo. Pero, sin pueblo trabajador, sin la clase obrera, no hay plusvalía posible. Matándonos se matan a sí mismos. Además, como nos han enseñado los camaradas maoístas chinos  encabezados por el Presidente Mao, al imperialismo se le debe despreciar estratégicamente, pero tomándoles en cuenta tácticamente. Y ese es el camino que nos han estado marcando innúmeros Partidos Comunistas, basados ellos en la enseñanzas del Presidente Mao, que han estado desarrollando victoriosas e inderrotables guerras populares de liberación contra los opresores y agresores imperialistas en muchos puntos del planeta. Por lo que, es de concluir, esa política de aterrorizar a los pueblos del mundo con usar la bomba atómica, como medio de imponer su hegemonía sobre el planeta, demuestra que son ellos, precisamente, quiénes temen a la humanidad.

¿Por qué? Porque esa situación de guerra internacional, existente hoy en el mundo,  resultado de la agudización al extremo de la contradicción entre el imperialismo y los pueblos nacionalmente oprimidos, explotados,  como todas las contradicciones tiene un doble aspecto. Por un lado,  es auténtica y existente guerra imperialista, pero; por el otro, ha despertado en la mente de las grandes mayorías populares la disposición de actuar contra la guerra imperialista.

 De ahí debemos  extraer la única conclusión político-práctica que se nos impone: ¡Esta guerra que se nos ha venido encima no es única y exclusivamente imperialista, sino que también, paralelamente, es una guerra revolucionaria contra los guerreristas imperialistas y los opresores de todos los países involucrados directa o indirectamente!

Que la naturaleza de la guerra actual tiene un carácter dual;  claramente antagónicos entre sí. Por lo portadores concretos e históricos que las impulsan y los objetivos políticos y sociales que tienden materializar. Burguesa imperialista y hegemonista, por un lado, y la clase proletaria revolucionaria y emancipatoria por el otro. Por medio de los cuales se dirime, con las armas en la mano, el destino del mundo en esta entrada del siglo XXI: la continuidad del capitalismo imperialista o la recuperación por la humanidad trabajadora del camino al socialismo y al comunismo.

Con mayor claridad, que en el pasado, arraiga el convencimiento de que la guerra imperialista de hoy es una guerra injusta, colonialista y depredadora desatada en aras de los intereses de la burguesía, de sus bandidos gobernantes  y de los grandes monopolios internacionales, y que; en respuesta, la guerra de los pueblos por su salvación nacional y por la realización sus intereses y fines  internacionales, mil veces superiores a aquellos de la minoría capitalista mundial (apenas son el 1% de la humanidad), resulta el aspecto progresivo, positivo, de dicha contradicción fundamental del sistema social imperialista imperante. Por lo que el dilema es: La guerra revolucionaria de los pueblos y naciones oprimidas y ocupadas militarmente forzados a hacer de puntos estratégicos en la guerra interiimperialista mundial o la guerra  imperialista mundial, dicha “guerra contra el terrorismo”, abre paso a la guerra popular de liberación nacional o a la guerra civil por el comunismo. Esto quiere decir que, contrariamente a la actitud que toma el pacifismo liberal burgués de oponerse a  la guerra imperialista mundial en curso rechazando toda guerra en general, los obreros comunistas han de empeñarse en preparar y organizar la guerra revolucionaria de los pueblos en respuesta a la guerra imperialista. Preparar y organizar la guerra popular revolucionaria contra los gobiernos imperialistas o no de los propios países, sean de los agresores o de los agredidos cómplices. Impulsar y organizar la lucha revolucionaria de las clases trabajadoras y de las clases populares las miras puestas a  llevarla a sus formas más elevadas y consecuentes, el levantamiento insurreccional,  la guerra popular y la guerra civil por el socialismo.

Esa tarea política se puede y se debe hacer. La clase obrera y las masas populares deben ser convencidas y serán convencidas que, pese a los gritos plañideros de los pacifistas utópicos y de la izquierda aburguesada que no deja de convocar a la “sensatez” de los bandoleros que nos desgobiernan  y que las invitan a que centren su acción política en la supuesta “no-agresividad” de los imperialistas emergentes presentados como “garantes de paz y democracia”, cuando en realidad  juntos realmente las mismas nos empujan a su nueva carnicería mundial. Obviando  la correcta posición marxista-leninista-maoísta frente a tal perspectiva combatir al imperialismo y su política belicista sea con la máscara que se nos presente. De que el mundo de hoy, en esta entrada del siglo XXI, es monocolor y monopolar capitalista imperialista. Eso porque aquella contradicción fundamental marcadora de un estadio de la época actual, la contradicción entre países capitalistas y países socialistas, ha desaparecido escenario político internacional.  

 Erróneo resulta pues el pretender basar la propia estrategia de la lucha contra el imperialismo y la guerra imperialista, por la preservación de la paz, la conquista de la democracia popular y del socialismo, en un baluarte estatal de la paz y del progreso social allí dónde no está más.

Es esconder, tras un antiyanquismo primario –supuestamente apoyados en las correctas tesis de las Conferencias Internacionales de Moscú de 1957 y 1960, las que vieron juntos aún a marxistas-leninistas y revisionistas modernos, de presentar al imperialismo estadounidense como el enemigo principal de la humanidad y de la paz- y cuando los revisionistas modernos han completado su subversión contrarrevolucionaria antisocialista y ya no existe país socialista en el mundo que se ha perdido la capacidad de razonar revolucionariamente y con sensatez.  Que no hacen un análisis del mundo de hoy utilizando las herramientas del marxismo-leninismo-maoísmo, que lo han convertido en un recetario de fórmulas muertas, momificadas.  “Olvidando”, muy oportunamente, un hecho elemental que nos ha enseñado el marxismo: ¡El imperialismo, como sistema económico y político, es el enemigo principal siempre de las clases trabajadoras y de su socialismo, pero el imperialismo estadounidense es el enemigo concreto, inmediato y principal del momento!

Esto es claro para cualquier y real comunista marxista-leninista. Pero, como hemos visto, para otros no. Estos últimos con su uso doloso de la idea petrificada de “USA la única potencia enemiga de la humanidad y la paz” siembran la confusión en la clase obrera, en los pueblos y naciones victimadas por la agresión armada imperialista, la desarman ideológicamente y la preparan a echarla en brazos del nacionalcolaboracionismo, sea en aquellos de la potencias imperialista rivales de aquel (que no únicamente son Rusia y el socialimperialismo chino) o en aquellas de las burguesías del propio país, aún a costa de pintarla de “socialista”.

Mistificación de nacionalcapitulacionistas y colaboracionismo de clase es la esencia contrarrevolucionaria de los pacifistas burgueses y de los neorevisionistas postmodernos. Ocultamiento y engaño que, conscientemente, se hace a la clase obrera, a los pueblos y naciones victimados por la guerra imperialista en desarrollo. Incapacitación de las masas obreras y masas trabajadoras a responder con la justa medida a los imperialistas en su guerra.

Cuando no hay nada más objetivo, revolucionario y verdadero que responder a la guerra con la guerra. Remarcar, tras una auténtica labor comunista de esclarecimiento de las masas trabajadoras que están llamadas a ser el punto de torsión militar revolucionario de los planes militares y políticos de dominación mundial de la burguesía imperialista. De la urgencia de que vinculen su lucha  por la paz, la independencia nacional y la preservación de sus libertades democráticas a la construcción de auténticos partidos comunistas de nuevo tipo en los países imperialistas y en el resto de los países capitalistas dadores, como siempre  se les ha exigido,  de carne de cañón y de puntos estratégicos a las potencias beligerantes. Partidos Comunistas intransigentemente proletarios y consecuentemente revolucionarios, los que al calor de esta guerra imperialista y de la maduración de la crisis revolucionaria mundial se militaricen y encuadren a las masas trabajadoras en la lucha revolucionaria, militarizándolas a su vez, y que las conduzcan al derrocamiento del capitalismo y del imperialismo en todo el planeta abriendo amplio curso a la guerra popular de liberación y/o  a la insurrección proletaria, como a la guerra civil antiimperialista y por el socialismo.

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.