¿DAESH…
es qué?
por Quibian
Gaytan
Artículo Primero
En
raro acercamiento, frente al fenómeno ISIS, confluyen los estrategas e ideólogos
de lo más podrido y reaccionario del imperialismo global y sectores de la
izquierda reclamada marxista a la hora de marcarlo y definirlo: “Movimiento
confesional feudal y no Estado”, “Estado terrorista”, “Estado ficticio”. En fin,
coinciden en prejuiciarlo como un fenómeno político extraño al desarrollo
económico y social de la humanidad. Aquí, “humanidad” sin carácter de clase y
sin ninguna vinculación a la lucha de clases de la actual sociedad capitalista
imperialista. De ahí una excrecencia purulenta de la purulenta sociedad
capitalista del siglo XXI.
Contra
un tal parecer, por desgracia generalizado, se pronuncian los auténticos
comunistas, marxistas-leninistas, aseverando que el Estado islámico de Irak y
Siria (ISIS) es una realidad política y estatalmente estructurada. Producto
tanto de una larga aspiración sentida por las amplias masas de las nacionalidades árabes –extendida por todo el Medio Oriente,
el Magreb y África Sur sahariana y minorías nacionales árabes, musulmanes y no,
establecidas en la metrópolis imperialistas, y; de una situación de guerra
mundial, compleja y sin fronteras; signada por la intervención en ella de
factores económicos y fuerzas sociales internas y externas.
ISIS, en su realidad objetiva, es una
estructura política, militar, poblacional, territorial establecida y
culturalmente organizada. Nada en él indica a algo que se parezca a
entronizamiento del nihilismo cultural e ideológico propio del banditismo
tribal. En fin, nada que fundamente eso de “Estado artificial” como pregona una
interesada propaganda guerrera imperialista, negadora de toda existencia de un
movimiento nacional real, y cierta izquierda desconcertada que actúa como
megáfono de la burguesía USA-Eurooccidental y Euro-asiática. Por el contrario, el
ocultamiento de la formación y establecimiento del Estado islámico de Irak y
Siria un hecho político e histórico, responde a que las potencias imperialistas
enfrentan la resistencia armada de nacionalidades que, por caminos a veces
equívocos, pugnan en constituirse en naciones libres de la agresión y ocupación
militar-colonial de aquellas.
Dicen
en extraña jerga, inventada ad arte por los propios medios neoconservadores
estadounidenses, “Estado terrorista”. Un término, que no alcanza ser concepto
político válido, ni aceptable la luz de la ciencia política y filosófica del
marxismo leninismo. Por más que se combine arbitrariamente “Estado” y “terrorismo”
se llega a definir lo que se quiere decir o señalar con el mismo. Para nosotros,
el Estado es la violencia organizada de una clase o de un conjunto de clases
sociales contra otra u otras clases políticamente oprimidas. En cuanto a eso de
“terrorismo” remite al método como se ejerce dicha violencia organizada y a la
forma particular de la acción política en que se materializa dicha violencia
organizada, por lo regular con derramamiento de sangre. La búsqueda, cuando
fallan los mecanismos legales de contención, del aniquilamiento de las clases y
partidos políticos cuando se desequilibran las relaciones de fuerzas vigentes.
Siendo el Estado la encarnación de la violencia social, poseyendo como esencia
suya el terrorismo, no somos los comunistas los que vamos a infamarnos
condenando la violencia y el terrorismo en general. Lejos estamos nosotros, los
comunistas, de tomar una actitud condena moralista e idealista de la violencia
y el terrorismo. Siempre, ante el terrorismo, no preguntamos contra qué clase o
clases se ejerce el terror. ¿Quién lo ejerce y contra quienes? Siempre
condenamos la violencia y el terrorismo del Estado burgués imperialista o de
las clases reaccionarias defensoras del orden establecido y ejercido contra las
clases explotadas y nacionalidades y naciones oprimidas.
Apoyamos
y nos identificamos con la violencia y el terrorismo ejercido por las clases
explotadas nacionalmente oprimidas en contra el imperialismo opresor y contra
aquellas clases sociales, dominantes o gobernantes, cómplices de la depredación
imperialista, de la conculcación de las libertadas democráticas y negadora del
derecho que tienen las clases explotadas y oprimidas de liberarse de tal
opresión y violencia reaccionaria. En conclusión, la expresión “Estado terrorista”,
que no existe en la realidad política del mundo, es un arma ideológica del
imperialismo, centralmente del imperialismo yanqui y ruso, de propaganda negra,
dirigida contra las fuerzas comunistas, revolucionarias y democráticas que
posesionadas de un Estado que utilizan para defender la propia soberanía
nacional amenazada y su independencia nacional.
Se
trataría, por otro lado, según la propaganda distorsionadora de los
pseudoideólogos y corresponsales de guerra imperialistas, de un Estado
ficticio, sólo conformado por “mercenarios terroristas”, sin una base social de
apoyo en los territorios donde operan, o cuanto más de simplemente un
“movimiento político”. De su naturaleza de clase y nacional ni pío. Si tomasen
como punta de partida eso, el carácter de clase y nacional de la resistencia a
la agresión de sus amos, ello invalidarían el punto central de su guerra
ideológica: ¡Que no enfrentan a bandas de salteadores de camino o pueblos no
organizados política y estatalmente! Puesto que, si fuese a un “movimiento
político” al que combaten, en forma indirecta, tendrían que reconocer que él es
expresión de un movimiento político de masas, un movimiento político de
nacionalidades secularmente oprimidas, tendente objetivamente a la erección de
un Estado-nación burgués. No a una
sociedad y a un Estado feudal – pese al ropaje monarquista, fundamentalista y/o
teocrático con que le revisten subjetivamente sus sectores sociales y políticos
dirigentes- lo cual no entra ni puede entrar en contrapunto con la base real
capitalista monopolista burocrático, semifeudal y semicolonial, de la sociedad
árabe moderna, sino a la construcción de un Estado capitalista nacionalmente
independiente del dominio de las Superpotencias imperialistas y de su
proyectado Nuevo Orden Mundial capitalista imperialista.
Más
allá, tendrá que reconocerse en base de un análisis marxista-leninista serio,
que la invasión y ocupación militar imperialista de una serie de países del
Magreb, de Sud-Sahara, del Cuerno de
África y de Medio Oriente, no se ha
traducido de modo alguno en una regresión a-histórica del capitalismo
burocrático oriental, establecido en esas sociedades y Estados desde finales de
la IIa Guerra Imperialista
Mundial, al modo de producción feudal. Una tal regresión económica y social,
aun cuando el capitalismo burocrático, del cual una de sus características
básicas es la semifeudalidad, ha sido sacudido catastróficamente por la derrota
y la ocupación militar, con la consiguiente sobreexplotación de la fuerza de
trabajo nativa y saqueo de los recursos naturales y sociales, no ha cambiado su
base real, las relaciones sociales capitalistas de producción. Demuestren los
teóricos de la regresión social del capitalismo burocrático al modo de
producción feudal que, que de algún modo, las guerras imperialistas (en la
realidad, es una y la misma guerra imperialista) en Medio Oriente y el Magreb
de algún modo ha alterado sustancialmente el contenido de la época histórica.
¡Que se está en una nueva época, la época de la transformación
contrarrevolucionaria del capitalismo al feudalismo!
Pero,
no. No lo podrán demostrar jamás. Hagan un tal intento, señores absolutizadores
de la “regresión social”, y entonces verán lo desacertado de una tal
perspectiva para el movimiento histórico de la humanidad. Dado que la ley del
progreso social es universal, absoluta; ella nos señala del carácter
progresivo, ascendente, del desarrollo de las formaciones económico-sociales.
Del cómo y del hacia dónde avanza la humanidad organizada de una formación
económico-social a otra más avanzada, racional y superior. La quiebra
revolucionaria de una formación económico-social caduca y traba al progreso
económico y social nunca ha abierto paso a una formación periclitada. ¿Cuándo y
dónde el derrocamiento del Modo de producción asiático o del esclavismo ha
abierto paso al comunismo primitivo? ¿El feudalismo a la formación económica y
social esclavista? O más cercano a nosotros ¿la derrota de la sociedad
capitalista burocrática y el Estado burgués burocrático iraquí, a manos de la
coalición imperialista encabezada por la superpotencia yanqui, ha significado
el retorno a las relaciones económicas feudales? Cuando resulta más que
evidente que la ocupación imperialista ha significado el defenestramiento de
una forma de capitalismo burocrático a otra, pero ahora con el predominio de la
fracción compradora colaboracionista. Allí el feudalismo, como “nueva” base de
la economía y de las relaciones de producción en dicho país, sigue desempeñando
un papel subordinado, secundario, al capitalismo. La ley universal del progreso
social se cumple, sigue vigente, aunque lo hace en zigzag y con retrocesos,
entre vueltas y revueltas, pero el retorno a lo muerto resulta imposible.
“¡Ah!
Usted niega el aspecto de la regresión social –me diréis- que también es
universal, tiene un valor absoluto”. Con esa negación, dirá, niego o doy de
lado el hecho histórico concreto de la restauración del capitalismo en la URSS,
China Popular y demás países socialistas. De eso, nada. Primo, la Ley de la
regresión en la sociedad, que es una ley general de las formaciones económicas
y políticas concretas, históricamente determinadas, tiene un nivel de
conceptualización y una esfera de cumplimiento más estrecha y específica que
aquella universal. Ella es una particularidad de la ley universal del progreso
social, hace referencia a tal o cual formación económica y política, de ahí
clasista. Lo que nos señala a portadores sociales concretos, a clases sociales
fundamentales antagónicas, materialización que son ya del progreso social o ya
de la regresión social; de la continuidad de la lucha de clases y del quién
vencerá a quién. La ley de la regresión en el desarrollo social, o si tiene a
bien de la restauración de la forma de dominación anteriormente derrocada, es
una forma de expresión particular de aquella universal. Es, además, relativa,
secundaria y subordinada a ésta. Por lo que, una temporal y funcionabilidad de
ésta, como sería luego de la derrota de las clases portadoras del progreso, no
impide la manifestación y la aplicación de la ley universal del progreso
social.
Secundo,
la ley de la regresión en la sociedad nos señala asimismo que el triunfo de los
portadores sociales de la misma no es algo absoluto y permanente. Podrá parecer
“que se ha acabado la historia”, pero no es así. La restauración de un vieja
formación económica y política in toto,
una parcialidad de la misma, no significa ni puede significar la desaparición
de los elementos progresistas de la formación económico social más avanzada,
racional y revolucionaria circunstancialmente derrotada. La viabilidad, por el
contrario, a-temporal de la vieja formación económica y política, de su modo de
producción históricamente periclitado.
Tertio, la derrota parcial y temporal de
los primeros países socialistas, la restauración del capitalismo y el abandono
del camino socialista al comunismo en ellos, no es el resultado del desarrollo
sujeto a las leyes objetivas que son propias de la formación económica-social
socialista y a ninguna otra, como primera etapa de aquella del comunismo, sino
de una alteración y vulneración de las mismas. Esto es, allí el socialismo no
ha abierto paso, por sus propias leyes, al capitalismo sino que ha sido
cortado, truncado por los revisionistas modernos. Quienes, luego de asaltar el
poder del Estado socialista, han consciente y traidoramente abierto las puertas
al capitalismo, con sus reformas del sistema económico y político. ¿Con ello se
quebró la vigencia de la ley universal del progreso social? Allí sigue
existiendo la clase obrera, organizada sindicalmente y políticamente en su
Partido Comunista, una experiencia de lucha de clase acumulada e imperdible, un
permanente espíritu de lucha revolucionaria y una permanente vocación a la
realización de una segunda revolución socialista y a la reinstauración de la
dictadura del proletariado y a la
recuperación del camino socialista hacia el comunismo.
Eso,
tranquila y seguramente, podemos dejarlo al tiempo y al desenvolvimiento de la
lucha de clase de la clase proletaria. El reloj del progreso social sigue su
curso.
Igualmente
es válido para las nacionalidades y pueblos árabes y musulmanes combatientes.
Panamá, 15 de mayo de 2916
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