Junio 2017
EL CARÁCTER
INTERNACIONAL DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
“El bolchevismo sirve de modelo de táctica para todos”
Lenin
Recurrentemente nos topamos con tendenciosas y extrañas
concepciones que tratan de ajustar los procesos revolucionarios emprendidos por
el proletariado y su aliado “natural”, el campesinado, a los escenarios
geográfico-sociales donde éstos fueron concretados o en aquellos países donde
son llevados a cabo.
Ha venido sucediendo en el Perú. La guerra popular y la revolución
de Nueva Democracia ha pretendido ser vista como un “fenómeno” muy particular
del Perú, constriñendo, de esta manera, el carácter internacional que tiene
cada acción que realiza el proletariado cuando dirige un proceso revolucionario.
El pensamiento Gonzalo está bien para ajustarlo a la
realidad del Perú, dicen, pero no entienden que fue erigido en medio de las
tareas que asume el proletariado del Perú y su aplicación a la realidad en
concreto; que se nutre de toda la experiencia del proletariado internacional,
que al ser una concepción vinculada íntimamente a las tareas del proletariado
dentro del marco de la revolución democrática de nuevo tipo, el socialismo, la
revolución cultural y el comunismo, ha pasado a constituirse en parte del
arsenal ideológico del proletariado internacional.
Y eso es verdad, debe ser así, no debe ser copia y calco
de otras revoluciones, debe ser creadora, pero hay que entender que esta particularidad
de ninguna manera es ajena a la dinámica de la lucha de clases en la arena
internacional; que la incidencia que tiene en el MCI, en el proletariado
internacional, en los pueblos oprimidos del mundo es tan importante que no
podemos, ni debemos, verla como un hecho
puntual.
No diferente pasó con la revolución en Rusia y con el Leninismo. Proceso al que los ideólogos
burgueses y obviamente, el revisionismo, trató de presentarlo como un
“fenómeno” solo aplicable a Rusia, y no precisamente desde el hecho mismo del
proceso, de la revolución, sino de limitar o constreñir el aporte de Lenin al
marxismo desde la experiencia de lucha del proletariado y pueblo de Rusia,
tratando de negar el carácter internacionalista y su manifestación como segunda
y superior etapa del marxismo.
Esos mismos ideólogos trasnochados desconocen, o niegan,
que las obras leninistas no solo se basan en el análisis de la realidad en
Rusia, sino también en la situación económica, social, política, de otros muchos países y en la generalización
del movimiento y experiencia revolucionaria de la clase obrera.
La naturaleza internacionalista del leninismo está
refrendada por el curso de las
revoluciones de liberación nacional y socialistas que subsiguieron a la
revolución de octubre, particularmente en el sureste de Asia y su momento
cumbre, la revolución de Nueva Democracia y posteriormente socialista en China.
Es importante resaltar lo que sostenía Lenin, repitiendo
las palabras de Engels, llamaba siempre a tener presente que el socialismo,
desde que se ha hecho ciencia, exige que
se lo trate como tal; y como ésta, es el reflejo de la realidad objetiva y no
puede ser nacional ni local por su alcance y contenido. Las leyes naturales y
sociales son de carácter universal. Lo es también la ciencia que descubre esas
leyes, y se apoya en ellas. El marxismo-leninismo, hoy marxismo-leninismo-maoísmo,
la teoría del socialismo científico, es la ciencia universal en el ámbito del
conocimiento social. De ahí que resultan inconsistentes las tentativas de construir diferentes “modelos” de
socialismo: “nacional”, “regional”, “democrático”, “humanitario”, del “siglo
XXI”.
Existen particularidades en la manifestación de las
leyes universales, descubiertas por la ciencia marxista-leninista-maoísta y
corroborada por la práctica revolucionaria de la clase obrera y sus aliados,
que se deben a la situación concreta en uno u otro país. Precisamente en esto
consiste la complejidad dialéctica del proceso histórico del que Lenin dijera: “un proceso único y lógico, pese a toda su
imponente complejidad y a todo su carácter contradictorio”.
Los ideólogos de la burguesía, entre esos, el
revisionismo, a lo largo del tiempo han petardeado el carácter internacionalista
del proletariado, la necesidad de su dirección en los procesos de
transformación de la sociedad, la revolución y la construcción del poder bajo
su égida, todo sosteniendo la aparente aplicación mecánica de la experiencia de
la Revolución de Octubre.
Lenin siempre estuvo en contra de la aplicación o
imitación ciega y primitiva del marxismo, exhortaba a “aplicar los principios generales y fundamentales del comunismo a las
peculiaridades de las relaciones entre las clases, los partidos, a las
peculiaridades del desarrollo objetivo hacia el comunismo, propias de cada
país…”
Lenin, de igual manera, nunca consideró la experiencia
de Octubre un modelo válido bajo cualesquiera circunstancias. No la letra, sino
el espíritu, el sentido, las enseñanzas de la experiencia revolucionaria de la Rusia
soviética: eso es lo que Lenin quería que las fuerzas revolucionarias aplicaran
y utilizaran en sus países. Al mismo tiempo criticaba a quienes se negaban a
tomar en cuenta las regularidades y los principios generales, comprobados por
la práctica, advirtiendo en ello la manifestación de los ánimos nacionalistas
burgueses, la incapacidad de elevarse hasta comprender con claridad las leyes
de la lucha de clases y la verdad de que “el
curso general que sigue la revolución proletaria es el mismo en el mundo entero”.
No hay que ver en la herencia teórica de Lenin un
recetario útil en todas las ocasiones de la vida, sino una fuente viva de ideas
y experiencia revolucionarias que proporciona a los comunistas la clave para descubrir
el contenido principal de la época contemporánea, para solucionar sus problemas,
sus contradicciones cardinales, pero sobre todo, la evolución y el problema del
Poder.
Tampoco hay que ver en la experiencia de la Gran
Revolución de Octubre y en la práctica
de construcción del socialismo (dictadura del proletariado) un “calco”, ni un
“cliché” a imitar, sino hacer de otro ese proceso sistematizado en el marxismo-leninismo,
y después en el marxismo-leninismo-maoísmo, en una guía para la acción.
El enemigo de la clase y del pueblo, sobre todo de la
clase, no es capaz de comprender del por qué la teoría del comunismo científico
sigue siendo una doctrina dinámica, en movimiento, viva, que inspira a millones
de trabajadores del mundo a luchar por las transformaciones socialistas, o
aquellas masas que con dirección proletaria emprenden con revoluciones de Nueva
Democracia, que se inscriben dentro del curso de la revolución socialista. No
entiende por qué las masas populares de países completamente disímiles por sus
particularidades históricas, económicas y geográficas encuentran en el MLM
respuestas a los problemas candentes de la contemporaneidad, tanto el marco de
la particularidad y su articulación a escala mundial.
¡VIVA LA REVOLUCIÓN DE
OCTUBRE!
¡VIVA LOS CIEN AÑOS DE
LA GRAN REVOLUCIÓN PROLETARIA!
¡VIVA EL LENINISMO!
¡VIVA EL MARXISMO
LENINISMO MAOÍSMO!
¡SALVO EL PODER, TODO
ES ILUSIÓN!