El Gran Sol Rojo del Amanecer

sábado, 2 de octubre de 2010

Partido, política y sindicalismo


Como en un artículo, autoría de Q. G., se ha expuesto las dudas de los comunistas (marxista-leninistas) sobre lo acertado de la disposición aprobada sobre la participación electoral –“es un deslizamiento a la derecha”, se dice en él-, esto es, la adopción de la táctica electoral como medio de “imponer el control del Estado” se traduce en sembrar “ilusiones constitucionalistas, ilusiones electoreras” en el seno del movimiento obrero, el redactor de El Zancudo, convertido en defensor de oficio de dicha novísima táctica, cazó la ocasión para derramar sus por tanto tiempo acumuladas bilis anticomunistas. “En ningún documento o declaración de los dirigentes” –escribe- “se manifiesta que el poder estatal o el sistema dominante esté en juego en las elecciones” (de Desechemos la charlatanería fantasiosa, persistir en la construcción del poder popular). ¿Quién miente ante la clase obrera del país?
Veamos, lo escrito negro sobre blanco escrito está. El dirigente sindical Genaro López, luego de la realización de las elecciones generales del SUNTRACS, en su discurso afirmó: “…hemos llegado a la conclusión de que es hora de construir nuestro propio instrumento político electoral para disputarle el poder en el 2014 a los partidos corruptos de la clase dominante”. Ese mismo día, asimismo, a su turno el nuevo Srio. Gral., del organismo sindical, Saúl Méndez expresando la unidad de criterio existente al respecto acotó, “hemos determinado la necesidad de erigir un instrumento político electoral capaz de disputarle el control del Gobierno a los partidos políticos de la clase dominante en las elecciones del 2014”. (Lo subrayado es nuestro, N. d. Q. G.).
Por su parte, el mismo redactor de El Zancudo olvidando lo que ha escrito un poco más arriba nos dice: “Se entiende que en torno a las elecciones burguesas… para… tratar de copar espacio político local, parlamentario o gubernamental” (El subrayado es nuestro. N. d. Q. G.) ¡Oh, redactor te abofeteas a ti mismo!
Todos están diciendo “tomar el poder”, es decir, sobre áreas del poder en el régimen gubernamental. Según puedo colegir se refieren, posiblemente, únicamente al gobierno y no al Estado. A un cambio sólo en el gobierno, dejando para después la alteración o liquidación del Estado vigente. ¿Pero, sinceramente, creen qué tomar áreas del poder gubernamental no altera sustancialmente el sistema estatal? La presencia de revolucionarios, supuestamente en la posición de clase proletaria, en áreas del poder gubernamental (el Consejo municipal o la Asamblea de Diputados) significauna cierta alteración de la normal funcionalidad del Estado tradicional y su negación de hecho de la esencia de su naturaleza de clase. La conformación de un nuevo pacto de clase en las alturas del Estado, en un sentido democrático o en la situación de “rehenes voluntarios” de la revolución. Es decir, en el Estado, post-elecciones, ya se manifiesta una nueva correlación de clase y el poder estatal de las clases revolucionarias. Sí tomas áreas del poder gubernamental, ya estás tomando área en el poder estatal. Esto debe estar claro para el partido revolucionario y para las masas revolucionarias convocadas a apoyar la línea electoral, si no se quiere caer en el pantano del reformismo burgués, en la política obrera liberal
Si vas a asumir la táctica de la participación electoral como línea política, aunque sea para ganar una poltrona edilicia, diputaril o presidencial, si es el caso, por lo menos ten la seriedad de hacerlo desde la posición proletaria de clase, sobre todo respetando la coherencia mínima que se espera en el discurso. De definir claramente cuáles serán las tareas y los objetivos con la que participarás, tomando en cuenta que tanto el Código Electoral vigente como toda la legislación nacional están cerrada a la acción parlamentaria de la izquierda y que amenace el orden burgués, y no te pongas a inventar vainas, como un cualquier demagogo burgués de aldea. Si crees e intentas poder ganar el Poder, aunque sea a nivel local o provincial o nacional, a través de elecciones, con régimen fascista, con una legislación fascista y un Código Electoral fascista, ello exige por lo menos hacerlo de manera absolutamente independiente, con tú programa político revolucionario y con tus cuadros y militantes abiertamente.
Eso se espera que lo haga un partido o proyecto de partido marxista serio. Es lo de esperar de un partido realmente leninista, como haz de voluntades conscientes y de disciplina férrea, que practique el centralismo-democrático a su interno y en su relación interactiva con la clase de que es parte y masas populares a lo externo. Pero tú, querido redactor de El Zancudo, no postulas eso, sino hacerlo con un sucedáneo como ese proyectado engendro de partido políticolegal, -“amplio, democrático y anti neoliberal”, dicen- participante, posiblemente, en el torneo electoral del 2014 como fachada del clandestino MLN-29. SUNTRACS, con su  propuesta de  partido participacionista, carga con la responsabilidad política, y, Ustedes, como partido, se eximen de cualquier grave tropezón. Eso por decir lo menos.
En América Latina, como en Panamá, se han ido conformando y actuando una serie de movimientos sociales de masas insidentes progresistamente dentro de la vieja estructura del poder burgués neocolonial al calor de las desastrosas consecuencias de la política económica imperialista y de las clases dominantes en cada uno de los países latinoamericanos, de marcados signos anti-semifeudales, anticapitalistas y antiimperialistas. Evidentemente, en ellos, participan los Partidos Comunistas, independientemente de su entidad numérica, aunque como uno más de las fuerzas políticas combatientes y no como fuerza dirigente. Al respecto, ¿qué es lo esencial? Lo esencial es el hecho que dichos movimientos de masas tienen a su cabeza a fuerzas no proletarias, centristas y con marcados prejuicios anticomunistas. Dado que no descansan en el poner obstáculos de toda índole a la presencia y actividad política independiente de los comunistas (maoístas) en ellos.
Ello, por otro lado, desnuda su real naturaleza de clase. Esto es que son movimientos de masas democráticos burgueses con conducción de la burguesía de izquierda, reformista, legalistas, parlamentaristas e interclasistas. Aliadas a ella, de hecho o de derecho, dado que han podido aprovechar la coyuntura de montarse a algunos sindicatos y organizaciones de sectores de masas, fuerzas políticas reclamadas de izquierda que abiertas a la tendencia de derecha del sinpartidismo saben cerrarse a la izquierda marxista-leninista bajo el marchamo de un sectarismo político monopolista. La gama de posturas políticas es extensísima, pero lo que les une es el pacifismo, el rechazo de la lucha de clases y sus prejuicios anticomunistas.
Ciertamente, los sindicatos anteriormente han hecho política electoral en este país. Ya bajo la sigla de Partido del Pueblo, ya de Partido Socialista, ya Partido Socialista de los Trabajadores, Partido de los Trabajadores Revolucionarios o bien como Partido Independiente de la Clase Obrera. Incursionando, en los diferentes procesos eleccionarios, ya apoyando a los candidatos más “progresistas” o “democráticos” de los partidos oligárquicos tradicionales, o como apoyadores de la pasada dictadura militar o bien como autopropuestos independientes (“independientes” de las masas trabajadoras y masas populares, pero muy dependientes del orden oligárquico semifeudal) reformadores del orden constitucional e institucional vigente. La cuestión es qué tipo de política ellos han realizando.
El sindicato en política, alejada del pensamiento comunista revolucionario, sólo ha alcanzado a engendrar un partido obrero electoral, es esta una verdad incuestionable. Por lo general, sus líderes y representantes sólo han buscado el voto concentrado de su base para acomodarse dentro del sistema, cazar una poltrona diputaril o municipal, y no romper revolucionariamente con el sistema de Estado y el sistema de gobierno imperante. En consecuencia, a partir de dicha experiencia y sobre esa base, ellos han adoptado y hecho suya una política obrera liberal y no una política marxista-leninista revolucionaria.
Dado que, enmarcando dentro de tal visión de la política, entendida como concertación de todos los ciudadanos, reemplazan la necesidad del Partido Político Obrero Revolucionario e independiente como fuerza política dirigente. De ahí, condenándose a sí mismo y a la clase obrera en el voto ciudadano a vegetar impotente tras los candidatos sindicalistas parlamentarista. El rebajar el papel del Partido es liquidacionismo, corolario de toda política obrera liberal. El Partido es convertido en un mero auxiliar del Sindicato. Correa de transmisión del tradeunionismo. Con ello, se niega al Partido su papel dirigente, de Estado Mayor de los diversos destacamentos de la clase obrera. Cuando, por el contrario, todas las Organizaciones del “movimiento social” (el sindicato, principalmente) se deben subordinar a él y para asumir una auténtica y consecuente posición de clase proletaria..
Degeneran así el papel del Partido en una especie de “secta secreta” subsistente en el fondo del Sindicato, con la única misión de actuar como centro clandestino de propaganda y educación política, cuanto más de equipo coordinador de los candidatos “obreros” a los puestos de elección. Esto es liberalismo y no comunismo. Un retorno, en esta entrada del siglo XXI, al viejo y podrido revisionismo liquidador browderistas.
Las luchas sindicales, según tal idea, se tornan cada vez más el eje central de la actividad política de la clase proletaria, al punto de aparecer como siendo ni más ni menos la vía por la que pasará la emancipación del proletariado. Jugando un rol activo en todas las luchas desbordante de los marcos estrechos impuestos por el movimiento sindical oficial integrado al aparato del Estado y del PRD.
Ello, aparentemente, procede de la voluntad de reafirmar la centralidad de la clase obrera en la lucha por poner fin al neoliberalismo (eufemismo rebuscado para no señalar directamente al capitalismo) y hacer nacer la mejor sociedad posible, sólo que sin sobrepasar los marcos del orden vigente. Alcanzable liquidando la “partidocracia”, “el autoritarismo, mafioso y corrupto” y “refundar el Estado mediante una constituyente originaria” e “igualdad social”. Y así, en realidad, soslayan la inevitabilidad de la revolución política y social, el momento de la ruptura, del salto cualitativo para hacer surgir lo nuevo.
Así como podemos ver, no sólo la doctrina de Marx y Lenin sobre el Estado y de la revolución es abandonada, sino que la misma teoría del Partido Comunista de Lenin y Stalin resulta re-negada. Los puntos medulares de la teoría leninista-stalinista del Partido de clase (Como la parte más consciente, como destacamento de vanguardia, como destacamento organizado y forma superior de la Organización del proletariado) no son tomados en cuenta en esta táctica electoral que se pretende revolucionaria y cónsona con los principios marxista-leninistas.
En consecuencia, subsumen el concepto de “vanguardia política” en aquella del “sindicato”. Esto es, el sindicatos, en sí, resulta la auténtica organizaciones proletaria y esto con prescindencia de su composición de clase real, de su nivel de integración a la sociedad burguesa y al aparato burocrático del estado, borrando los límites entre trabajadores asalariados y no asalariados (campesinos, empleados del aparato estatal, profesionales, estudiantes, etc.) y entre su posición de clase y su modo de pensar burgués. Eso, pretendiendo asumir la pose demagógica de clasismo revolucionario partidista, cuando de hecho devienen en uno más de la “tan odiada” partidocracia imperante. En fin, adoptando un difuso marxismo, renegando de los camaradas Stalin y Mao y de las enseñanzas que nos han brindado y la práctica a comprobado, y abandonando de hecho el papel de la ideología marxista-leninista en la salvaguardia de la independencia política del movimiento obrero.
Ello pone en entredicho la propuesta que presenta Genaro, actuando de vocero de la línea política bajada por sus asesores políticos, a la clase obrera panameña. La cual, aunque proclame la lucha contra los “traidores del CONATO” y rechace “la colaboración con el PRD”,permanece en la misma óptica del sindicalerismo y el economismo que caracteriza al oportunismo del viejo Partido del Pueblo y de esa misma alta burocracia sindical colaboracionista que se pretende  radiar del movimiento popular. Por la forma, ellos se demarcan de los revisionistas y reformistas de derecha: no vacilan en criticar, pues, la política tradicional de las direcciones sindicales y políticas más corruptas y vendidas y adoptan, sólo en apariencia, el estilo reivindicativo en la línea política del clasismo obrero revolucionario, elaborada para la tribuna, de hecho, repitiento bajo otro oropel la misma  política participacionista de las facciones de derecha del trotskysmo criollo. Cubren, salvo el remitirse a una fraseología “ultraizquierdista”, la misma estrategia de abandono de la estrategia revolucionaria leninista-stalinista parlamentarista.
Olvidando, en el ínterin, el hecho probado de que los trabajadores asalariados provenientes de capas sociales no-proletarias (esencialmente de la pequeño burguesía y campesinos forzados a proletarizarse) son el 70% de los efectivos del movimiento sindical. Mientras, el núcleo consolidado del proletariado se ve forzado a vegetar en la podredumbre de una economía semifeudal absurdamente atrasada en esta sociedad. En conclusión, las capas más explotadas del proletariado resultan aquellas que son las más débilmente sindicalizadas. Hecho que no podrá ser invisibilizando con las dimensiones de un auténtico sindicato de masas como lo es el SUNTRACS. Es una realidad. Intente el redactor de El Zancudo ocultarlo blandiendo el trapo sucio de que los maoístas “menospreciamos a las masas trabajadoras organizadas”. Por más piruetas que haga, no podrá demostrar jamás ni teórica ni estadísticamente esa acusa.
Pareciese que, a falta de un análisis científico marxista-leninista de la realidad internacional y nacional, arriba a la conclusión de que, para justificar el paso que se pretende dar, como argumento suto nosotros somos los que estamos en la calle, los que luchamos y lo hacemos no para hacer una hipotética revolución, si no para ampliar tales luchas; ello es, la peaentizaciòn   del reformismo bernsteiniano más plato, o en su defecto una visión absolutamente contraproducente en relación a la revolución (vista como únicamente como adición y engrandecimiento de las luchas espontáneas en el cuadro estrecho de las organizaciones en mayor o menor medida –dado que rechazan la dirección del Partido del comunismo revolucionario- integradas al aparato del Estado y al capitalismo y que, precisamente, no tendrán jamás la capacidad y la voluntad de ir más allá de los marcos del actual orden económico y político.
De su peso cae que, es su misión política central, la intervención de los comunistas (ml) no tiene sentido alguno si ello no contribuye a conducir a los obreros más militantesa rechazar esa reja de plomo que constituye esa visión estrechamente sindicalerista, en su realidad burguesa, y a  renunciar juntarse a la batalla por la liquidación del reaccionario Estado oligárquico, que con el sello del régimen político fascista martinellista, y avanzar en la revolucionarización del movimiento obrero independiente.
Nosotros militantes del PC(ML)P estamos por el avance de las condiciones que permitan a la lucha revolucionaria desarrollarse, lo que implica unir a todos los militantes y militantas –independientemente de la agrupación política de izquierda a que pertenezcan-, en una Organización así de fuerte en la cual actúe ella misma como Estado Mayor de las fuerzas revolucionarias proletarias asalariadas y no asalariadas.
Eso es lo que hemos planteado al cro. Genaro, tras él a toda la clase obrera, en nuestro comentario a su discurso de aquel día. Eso y ninguna otra cosa. Toda la crítica del redactor de El Zancudo, al respecto, es enteramente cosecha de su propia imaginación. Por lo que le rogamos él, a través de las páginas de Kaosenlared, se sirva citarme sin alterar mis palabras. De otra manera, si sigues así, me veré forzado a tomar la lastimosa medida de no debatir más contigo, de no contestar a ninguna de tus inteligentes contribuciones “teóricas”.
Postdata: En cuanto a la cita de Lenin, como fundamento de principios contra el abstencionismo electoral, por estar fuera de lugar –en ningún lugar de mí artículo hago referencia a eso, como posición de principio mía o de mí Partido-, descontextualizada histórica y prácticamente como la presentas, simplemente la echo a un lado. Más aún, al utilizar la misma como justificante de tú actual pasaje a la derecha, no tomas en cuenta los resultados de la experiencia concreta del participacionismo electoral del movimiento comunista a lo largo del siglo XX. Lo que es toda una chapucería teórica. Ahora es ya posible el hacer un balance crítico conclusivo de la aplicación del “partipacionismo electoral leninista”, y su desemboque en la cosecha electoral del revisionismo moderno. ¿Se equivocó Lenin? De modo alguno, la situación internacional y nacional y las condiciones concretas de la lucha de clase de la clase obrera han cambiado simplemente.
¡Tira y fallas, una vez más, mi querido antidogmático dogmático!”

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.