El Gran Sol Rojo del Amanecer

viernes, 17 de diciembre de 2010

La maquinaria electoral y la izquierda electorera

¡ Con los cinco Maestros, venceremos!
Una vez más, y aún lejos el circo electoral del 2014, la maquinaria electoral y contrarrevolucionaria ha sido puesta en movimiento. El timón y sus controles asidos fuertemente  por  los imperialistas (principalmente estadounidense), la gran burguesía,  los grandes terratenientes, banqueros y grandes los barones del narcotráfico. Con la tuerca nueva, ¿otra vez?, como lo ha dicho el oligarca propietario del partido Unión Patriótica Galindo, con “la participación electoral de los partidos de izquierda”.
Con ello, todos los reaccionarios se esfuerzan por regar ilusiones democráticas y convocar la participación  electorera de una masa trabajadora y popular cada vez más distanciadas  del sistema económico y político imperante. Con esto demostrarle a las masas que existe la posibilidad “real” de que el pueblo obtenga el poder y todos los cambios sociales que necesita con urgencia por medio del voto, de modo  pacífico, sin grandes sacrificios, sin recurrir a la violencia y mucho menos ¡a la violencia revolucionaria!
Esta obra contrarrevolucionaria no estaría completa sin la entusiasta colaboración de un puñado de dirigentes oportunistas pertenecientes a proyectos de partidos políticos de “izquierda” e incrustados en organizaciones de masas, con mayor o menor peso social. De esos mismos que,  por tanto tiempo mantenidos apartados de las delicias de la sociedad “legal”  y deseosa de venderse por un plato de lentejas, ansían  a como dé lugar obtener de los opresores cualquier migaja de recompensa, reconocimientos y prebendas. Esos que cuando apoyan o levantan las demandas económicas de los trabajadores, incluso cuando alientan pequeñas o grandes movilizaciones populares, a menudo llegan a traicionarlas.  Reconduciéndolas a la Mesa de Diálogo y a la concertación política. Esto ha sucedido, está sucediendo hoy, cuando la lucha de masas llega a un punto en que amenaza sus egoístas propósitos, como ha sucedido con la recién pasada lucha por la derogación de la Ley rompe sindicato (Ley # 30) y en la que CONATO y CONUSI se han apandillado por unos míseros centavos y por la suscripción de un nuevo pacto social, o cuando va más allá de los límites que ellos se han prefijado como los “adecuados”, para no ser considerado “peligroso” para la funcionalidad del Estado burgués-terrateniente. En lo político, ponen en evidencia su antagonismo con los grandes intereses objetivos del pueblo (lucha revolucionaria de masas, la huelga política, expulsión del imperialismo, destrucción del viejo estado burgués-terrateniente y de nuestra condición semicolonial y semifeudal, conquista del poder, establecimiento del Estado Democrático Popular, avance hacia el comunismo). A la vez que sosteniendo programas de reformas políticas conciliatorias con las clases dominantes.
Son promotores de colaboración del pueblo con sus enemigos. Una parte ellos, adoptan un discurso supuestamente marxista o marxista-leninista. En la realidad, esta clase de “marxismo” es un sucedáneo del auténtico. El “marxismo-leninismo” que unos y otros promueven ha sido vaciado por completo de su esencia, de todo su profundo contenido revolucionario. Una pócima ecléctica, intragable para todo auténtico revolucionario proletario. Por eso deben ser denunciados, desenmascarados y puestos en la picota dentro del  movimiento obrero y del movimiento popular panameños. Son aquellos que históricamente, han saboteado, de una y mil maneras, la preparación  y desarrollo y el triunfo de la necesaria guerra revolucionaria de masas, incluso haciendo recurso a un falaz discurso “izquierdoso”,  cacareando de ser “izquierda democrática”,  “izquierda progresista” e inclusive “izquierda revolucionaria”. Autoproclamándose “defensores de los intereses económicos y sociales del pueblo” y de luchar por “las grandes reformas sociales” (al interior del Estado burgués-terrateniente).
Ocultando, tras una fraseología “clasista” y “anti-burguesía nacional” y rompiendo espadas con los revolucionarios proletarios por su oposición a los regímenes “antimperialistas” y “socialistas” (a lo Chávez, Castros, Correas, Piñeras, Lugos y Ortegas), cuando realmente  se identifican con los intereses estratégicos de la burguesía burocrática. En su besamanos con tales regímenes, perdida toda vergüenza, le han pintado las mejillas de “carmín” y toquecitos de “marxistas”, “popular nacionales” y estar bien dispuestos para con la lucha de la clase obrera y sus Organizaciones políticas.
Con esta fuerza social y política latinoamericana, en esencia reaccionaria y contrarrevolucionaria, los oportunistas, los revisionistas reciclados y los neorevisionistas se han unido, o aún desesperan,  por unirse con ellos para hacer engrasar la máquina electoral en cada uno de nuestros países. Para así, esta y otra vez, como ya en 1984 y ahora para el 2014, inseminar, en los amplios sectores atrasados políticamente de las masas, ilusiones constitucionalistas y servir de caja de resonancia de las promesas electoreras que los dominantes nunca han cumplido y que jamás cumplirán. 
En realidad, ellos han olvidado el ABC del marxismo, al no aplicar frente a las elecciones, el parlamento y la democracia un análisis de clase. ¿Quiénes y para qué son organizadas las elecciones? ¿Tras las poltronas del parloteamento quién dicta, realmente, la línea y las directrices centrales a asumir y aplicar? Y finalmente, el preguntarse ¿democracia para quién, para qué clase?
En sociedad basada  en la propiedad privada, capitalista o semifeudal, y en la esclavitud asalariada, la burguesía y las clases trabajadoras constituyen dos grande reagrupamientos sociales bien definidos y con intereses diametralmente opuestos. “Si la burguesía posee la democracia y la libertad de explotar y oprimir a los trabajadores, estos últimos no poseen ni la democracia ni la libertad de sacudirse dicha explotación y opresión” (Mao).
Las clases dominantes organizan algunas formas de democracia, en eso han de tomar en consideración en alguna medida las aspiraciones y la voluntad de las masas trabajadoras –por algo éstas últimas se autoorganizan, económica y políticamente, legalmente, extralegalmente o ilegalmente más allá de los marcos de dominio de la burguesía-, para distribuirse y redistribuirse las cuotas de poder gubernamental y estatal, para en fin arreglar sus asuntos públicamente y de manera relativamente pacífica. En otra forma, para reconciliar a las masas trabajadoras con la dictadura del capital, como para hacerles aceptar lo bien fundada de la dominación de clase del capital.
Como queda dicho las elecciones, en condiciones de la dictadura oligárquica, son  una gigantesca operación  de manipulación de la opinión dirigida a dar la ilusión que la política gubernamental emana de la voluntad soberana y libre del pueblo. Concretada en una maquinaria política electoral encaminada a utilizar la propaganda, la intoxicación ideológica, el lavado de cerebro pero también el clientelismo, la intimidación y la represión. Así se hacen los procesos eleccionarios en Panamá y en cualquier parte del mundo capitalista. Un hombre un ciudadano, un ciudadano un voto, tal es sumun plus ultra de la ciencia política burguesa. Pura mistificación, pura mentira. Cuando es el gran capital monopolista, burocrático-comprador o monopolista imperialista (el Departamento de Estado y la Embajada yanqui) quienes dictan las reglas del juego “democrático” y del “sufragio universal”.
Para el presente y en concreto, en antelación a lo que complotan para el 2014, todas estas fuerzas, las reaccionarias, las oportunistas y las revisionistas, han convergido para hacer funcionar la máquina electoral contrarrevolucionaria y fascista. Eso en un sucio cambalache de “toma-y-dame”, te damos el respaldo “critico” a tus pretendidas reformas constitucionales e institucionales y tú, Martinelli, nos das el reconocimiento legal y el derecho a la participación electoral mediante la reforma del Código Electoral. Eso, mercachifles de la politiquería sin principios, se llama buscar la legalidad a cualquier precio, aún a costa de traicionar los sagrados intereses generales de clase de la clase obrera y de las clases trabajadoras del país.
Y todo obrero con un mínimo de consciencia de clase comunista sabe ya que, esa actitud transgresora de los principios marxistas-leninistas que se juró respetar un día, no es más que traducible en el  plegarse, una vez más, a la estrategia contrarrevolucionaria del imperialismo yanqui y de la gran burguesía compradora-burocrática, tenderle una mano a los opresores y explotadores en profunda crisis económica y política y, más en lo inmediato, al reaccionario designio del neoDuce Martinelli de perpetuarse en el poder, trámite la reelección. Precisamente él, para eso,  necesita asegurarse la neutralidad favorable de las clases trabajadoras, o por lo menos de algunos sectores de ellas  y la izquierda electorera del patio se manifiesta conforme con cumplir ese mandato.
Los oportunistas, revisionistas, neorevisionistas y renegados del marxismo-leninismo en sus sueños electoreros, eso es lo que les ha asignado su nuevo amo, Martinelli, hacer. Por eso, distorsionan estúpidamente el significado real de las elecciones en condiciones de un capitalismo burocrático-comprador salvaje y retrogrado como el existente en Panamá. Ocultar a los ojos de la clase obrera la naturaleza y el sentido y función real de dichas elecciones, en particular, de de las elecciones bajo la dictadura del capital en general. Que la maquinaria electoral y los procesos electorales producidos por ella, más en estos momentos políticos, adquieren una mayor relevancia como instrumento de dominación de clase.  Que ellos, la maquinaria electoral y dichos torneos electorales,  tienen como función principal paralizar y disolver el potencial revolucionario de las masas; neutralizar y desviar los cada vez más frecuentes estallidos sociales. En otras palabras, la búsqueda de matar la naciente revolución popular en el vientre de su madre.
No acaba allí su reaccionaria función de clase. Cosa que olvida frecuentemente la izquierda electorera, intoxicada por el ilusionismo  participativo y el cretinismo parlamentarista. También  es un medio al que recurren las diversas fracciones  de las clases dominantes y sus diferentes facciones políticas para arreglar, más o menos pacíficamente, sus fricciones, pugnas y luchas por el control exclusivo del Estado oligárquico-fascista. Ya que las masas inscritas y adscritas a tal o cual partido político oligárquico, o en su defecto a tal o cual partido de “izquierda”, les es asignada la tarea de fungir de arbitro en tales tan poco edificantes pugnas. Precisamente esos sectores de masas, embrutecidas por la intoxicación ideológica, sin consciencia política de clase y ayunas de organización política independiente, son convocadas a elegir burgués, terrateniente, hijo de papá o bribón de barrio deberá oprimirlas o ayudar a exprimirlas en el quinquenio siguiente. Dado que ellos, politicastros al servicio del capital, CDistas, PRdistas, Panameñistas –como sus futuros coparticipes en el engaño, los oportunistas de “izquierda” y renegados- no son más que gallinazos y perros peleándose por los resto putrefactos del poder gubernamental. Que por “resto” y “putrefactos” que sean no dejan de ser fuente de ingentes ganancias y jugosas comisiones y negociados, como de la miseria física y de la miseria social de los trabajadores y del pueblo.
La engañifa resulta ser, además de darle la ilusión a las masas de que ellas son las que eligen y mandan a los tales mandatarios, el hacerles creer que la solución de sus problemas ha de venirle de las elecciones y el comportamiento de los “elegidos”, no de su lucha política independiente, de su lucha revolucionaria de masas.

De su peso cae otra función de dicha maquinaria y de los torneos eleccionarios, el fortalecimiento del reaccionario Estado oligárquico burgués –dado el consenso provocado de masas inconscientes- por medio de la división en el seno de la clase obrera y entre las diversas capas y clases populares. Dado que las mismas son separadas periodísticamente al tener que escoger entre diversos candidatos, de tal o cual partido. Así, a través de las elecciones en condiciones de dominación del capital, se lleva a enfrentar masas contra masas.
Asimismo, las elecciones le sirven a los dominantes como sondaje del estado de ánimo de las masas trabajadoras y de las masas populares, sus inclinaciones políticas, el grado de independencia política que tienen y cual peso de la influencia de las Organizaciones políticas de izquierda (ahora sin comillas) entre las mismas. Datos e informaciones que permitirán al aparato de seguridad política del Estado y a las Organizaciones terroristas contrarrevolucionarias identificar, ubicar los lugares de vivienda y de trabajo de los revolucionarios; también para contactar a elementos de los medios de izquierda, vacilantes y proclives por sus desviaciones derechistas, para que desempeñen de agentes auxiliares, en la planificación de sus acciones represivas y persecutorias de los combatientes de clase anti-sistema.
¿Qué conclusiones se deben extraer de lo que sucintamente llevamos dicho? En nuestr consideración son las siguientes.
(1) La maquinaria electoral y los procesos eleccionarios oligarco-fascista son, en última instancias, la dictadura del Gran Capital Burocrático, neocolonial y semifeudal, y del imperialismo estadounidense. Mientras en Panamá subsista el sistema de poder oligarco-imperialista no habrá democracia, ni se podrá ascender al poder político gubernamental y estatal por la vía electoral. ¡Así de claro es el asunto!
(2) La izquierda electorera al propugnar el camino pacífico, electoral y legalista se engaña a sí misma, cubre el despotismo cívico-policial imperante, esencialmente fascista; siembra ilusiones democraticistas, constitucionalistas y parlamentaristas como camino justo para resolver los graves problemas económicos y políticos que afectan a las masas trabajadoras y a las masas populares. Al hacer eso actúan como fuerzas auxiliares de la contrarrevolución, impidiéndole a la clase obrera tome consciencia de la conflictualidad antagónica entre sus intereses inmediatas y generales con aquellos de sus enemigos de clase. A la vez que, obstaculiza y sabotea la inevitable lucha política revolucionaria de masas (en todas sus formas) por la conquista de la nueva democracia popular y del socialismo;
(3) Es necesario una paciente, multifacética y concienzuda labor de educación, agitación y propaganda con miras de salvaguardar la independencia política de las masas trabajadoras y populares, con la cual se desenmascare integralmente la naturaleza de clase y la función contrarrevolucionaria de los procesos electorales burgueses. El desarrollar una activa campaña antielectoral que resalte la necesidad de la lucha revolucionaria de masas y alrededor de la  urgencia de crear un activo y masivo polo alternativo abstencionista democrático y popular. Al respecto, limpiar la mente de la gente toda la basura ideológica acumulada y denigratoria del abstencionismo electoral, que no político en general. Dado que la estrategia del anti-electoralismo militante en confrontación con los torneos eleccionarios oligárquicos es una forma de participar en ellos. Sólo que debe ser utilizado por las fuerzas revolucionarias obreras y populares como un medio estratégico, no táctico, para irlas llevando a cada vez mayores grados de independencia política, ganen experiencia de lucha política e irlas conduciendo a la ruptura con el sistema oligárquico de poder económico y político, para finalmente se lancen a la toma del poder político del Estado.
(4) El objetivo último de la campaña abstencionista, fíjense bien  ya no simplemente anti-electoral, es la generalizar y hacer conciencia en las masas trabajadoras de la necesidad de la lucha política revolucionaria de masas para conquistar el poder democrático popular.  La campaña anti-sistema político y contra el sistema electoral aquí organizado, como aquellas del abstencionismo y el boicot electoral, tiene el objetivo asignado de sabotear las actividades pro-electorales. Pero, atención, sin organización de las masas resulta imposible realizar estas tareas, muy particularmente debemos generar en todos los puntos del país Comités Populares Abstencionistas, como medios de unificación de todos aquellos sectores o individuos que compartan nuestra línea táctica y de algún modo se identifiquen con nuestro objetivos estratégicos, apoyándose en su carácter suprapartidarista.
PC (ML) P
16 de diciembre de 2010

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periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.