(Nota de Luminoso Futuro: Este importante documento de los republicanos independentistas y socialistas irlandeses lo hemos venido publicando desde hace buen tiempo. Por desgracia, por razones ajenas a los autores, nosotros no hemos podido seguir la serie de su publicación (por lo que nos disculpamos ante ellos y ante nuestros lectores). Superada esta falla, les ofrecemos las partes finales del mismo).
Reconstruyendo el Movimiento Republicano sobre bases sólidas
La realidad de una Irlanda en la cual persisten la ocupación y la opresión, garantizará en su momento el surgimiento de una amplia resistencia popular al mandato británico nuevamente en el futuro.
Por siglos, la fortuna de la revolución irlandesa ha tenido avances y reflujos. En numerosas ocasiones, el republicanismo ha sufrido aparentes derrotas, para luego renacer. El republicanismo irlandés pasa ahora por una fase similar de renacimiento tras la derrota. Después de doce años desde el AVS, los republicanos socialistas necesitan abandonar las ilusiones de avances radicales desde la asamblea de Stormont, abandonar sus sentimientos de desmoralización y desilusión, y comenzar el proceso de reconstrucción de la oposición al mandato británico en Irlanda una vez más.
La cuestión para los socialistas republicanos, hoy en día, no es si necesitamos un proceso alternativo al que ha entregado una fachada para la modernización del mandato británico en Irlanda, sino qué formas tomará ese proceso.
Lo que proponemos, es la construcción de un movimiento amplio y heterogéneo para la libertad de Irlanda. Este movimiento debe ser democrático, y debe estar compuesto de grupos de residentes y comunidades, sindicatos, partidos políticos, organizaciones culturales, y de todas aquellas secciones de la sociedad cuyos intereses están en una administración política nueva y con justicia social. Debe situar la interferencia británica en los asuntos irlandeses en su agenda nacional e internacional, como uno de sus objetivos principales a combatir. Más aún, debe ser anti-imperialista, internacionalista, democrático, anti-sectario (en Irlanda este término tiene la connotación del sectarismo religioso ante todo) y antirracista.
Causas de fondo para la continuación del conflicto
Sobre todo, este movimiento debe primero y antes que nada, ser socialista, y enfocar todas sus energías en las necesidades cotidianas del pueblo trabajador de este país. El socialismo es el enemigo a muerte del capitalismo, la fuente eterna de todos nuestros males políticos.
En lo fundamental, éirígí cree que la causa de fondo del conflicto en Irlanda está en la naturaleza de las relaciones económicas y sociales que han existido por siglos entre Irlanda e Inglaterra; toda la historia de las relaciones anglo irlandesas está íntimamente ligada al desarrollo histórico del Imperio Británico y del imperialismo y del capitalismo como un sistema global.
No albergamos ninguna ilusión sobre el hecho de que la clase capitalista, en última instancia, no tiene lealtad a nada más que a sus propios intereses de clase. Un capitalista de Irlanda en esencia no es diferente a un capitalista de Inglaterra, Colombia o de otro país. Es, por consiguiente, de crucial importancia reconocer que la lucha de Irlanda es una lucha tanto sobre la naturaleza de las relaciones económicas y sociales que existen entre los irlandeses, como lo es sobre la naturaleza de las relaciones de Irlanda con Inglaterra. A través de la historia, los sirvientes del capitalismo, y sus sistemas sociales previos fundados sobre la propiedad, han utilizado la táctica de “dividir y conquistar” muy eficazmente, confundiendo y dividiendo al pueblo según criterios “nacionales” y religiosos, para desviar la atención de la naturaleza de explotación de esta sociedad basada en las distinciones de clase.
Puede decirse, por consiguiente, que la posición de éirígí ante la cuestión “nacional” se basa en la comprensión del interés militar-político de Inglaterra en Irlanda, el cual ha siempre estado íntimamente relacionado a asegurar los intereses del sistema capitalista-imperialista; la modernizada, persistente ocupación de los seis condados, que incluye un parlamento pro-británico títere en Stormont y todo un aparato de seguridad militar, de policía paramilitar, de tropas británicas, de bases militares y de agencias de inteligencia, meramente reflejan el objetivo ancestral de la clase dominante británica de asegurar y defender sus intereses en Irlanda. Cuando el antiguo secretario de relaciones exteriores británico Jack Straw, aseguró que Inglaterra debía permanecer en Irlanda para así mantener su estatus prominente en organismos como la OTAN, la UE y la ONU, estaba siendo honesto. Irlanda es tan importante hoy en día para Inglaterra como lo fue en el pasado.
Es en este contexto que éirígí ve la lucha nacional contemporánea como un solo frente con una lucha mucho más amplia en contra del sistema capitalista y del imperialismo que actualmente dominan a Irlanda y al resto del mundo.
El desafío hoy para todos quienes subscriben el ideal republicano de soberanía económica y nacional y de independencia, consiste no meramente en revivir las viejas tragedias de nuestro pasado histórico reciente, sino reconocer que el prerrequisito necesario para alcanzar nuestros objetivos es el desarrollo de un movimiento republicano socialista, anclado en las sólidas bases de una ideología revolucionaria coherente. No hay otra manera de alcanzar este objetivo. Es en este contexto que nos hemos puesto la tarea de reformular nuestras posiciones reflejando la necesidad de re-encontrar la lucha por el socialismo con la lucha por la independencia nacional. La una no puede librarse sin la otra. Simplemente son una misma lucha, indivisible. Por eso mismo, es nuestra posición que la realización de la república se basa en la convergencia de las posiciones revolucionarias con miras a los cambios socio-económicos necesarios en Irlanda, con el rechazo a la continua ocupación militar británica en los seis condados.
Hermanando lo nacional con lo socio-económico: una lucha en contra del sistema global de explotación
Tanto quienes mantienen la ocupación de los seis condados así como la clase capitalista nativa son parte de un sistema global más amplio de explotación y latrocinio. Ellos son responsables de la creación y del mantenimiento de un mundo que se encuentra cada vez más polarizado económicamente y socialmente, más que en ningún otro momento de la historia. El crecimiento de la inequidad global es sorprendente. Los procesos en el corazón del sistema capitalista acusan una situación en la cual la humanidad en su conjunto se encuentra caminando sobre un delgado hilo. Globalmente, estamos experimentando desastres económicos, ambientales y sociales más y más frecuentes y peligrosos, y de tal magnitud que ponen al mismo futuro de la humanidad y de la vida sobre la faz de la Tierra en riesgo.
Poniendo el derecho de los ciudadanos antes de los derechos del Capital
La manera en que se organiza la sociedad bajo el capitalismo, tanto económica como socialmente, la hace hostil a los derechos del pueblo; los derechos de los seres humanos están al servicio de las necesidades del Capital, y como tales, los derechos del pueblo pueden ser, y frecuentemente lo son, sacrificados cuando las necesidades de acumulación del sistema así lo dictan. La dominación es la causa de que se nieguen los derechos del pueblo, y en última instancia, toda forma de dominación y explotación, sea de las mujeres, de grupos étnicos o nacionales, emana directamente de la dominación de clase.
La polarización del mundo entre aquellos que tienen y que no tienen acceso a los recursos necesarios para sobrevivir y proveerse de un nivel de vida económico y social de acuerdo con su condición humana es tan pronunciada hoy en día como en ningún otro momento en la historia humana.
La ideología del capitalismo de libre Mercado, basada en la explotación de la clase trabajadora mundial, y en valorar y promover antes que nada la acumulación de bienes materiales por sobre cualquier otra clase de consideraciones, es directamente responsable de la creciente posibilidad de que un desastre humano final se convierta en realidad. Después de la más grande crisis económica global de los últimos 70 años, quedan pocos por fuera de quienes tienen los más pronunciados intereses creados, que argumenten que el capitalismo tiene algo que ofrecer a la vasta mayoría del pueblo que habita este planeta, a no ser por la continuación de la creciente inestabilidad social y crisis económica.
Aún el más superficial análisis del mundo que tenemos a fines de la primera década del siglo XXI, ilustra claramente el terrible estado del ser humano. Si bien el rango de necesidades humanas no puede, de ninguna manera, ser reducido a necesidades solamente materiales, es un hecho el que la búsqueda insaciable de riquezas a expensas de toda consideración, como lo indica la ideología capitalista, es la fuente primaria de toda la miseria y pobreza que enfrenta la mayoría de los pueblos en todo el mundo.
Mientras que la pobreza y miseria brutales que experimentan la mayoría de los pueblos en otras partes del mundo no es directamente comparable a las dificultades económicas relativas que experimenta el pueblo de Irlanda y del “mundo desarrollado”, no es menos cierto que la explotación de la clase trabajadora irlandesa está tan pronunciada como antes. Dado que Irlanda está bastante enredada en el sistema económico global, es innegable que la sociedad irlandesa está gobernada por los mismos principios económicos y sociales que se encuentran en el corazón del sistema capitalista que domina las relaciones económicas y sociales en el mundo. Día tras día se siguen abriendo los ojos de los trabajadores irlandeses al hacerse cada vez más clara la naturaleza de la relación entre la clase capitalista y trabajadora. La misma relación de causa y efecto entre la acumulación de riquezas por un reducido número de personas y la pobreza relativa, económica y social, de la mayoría, se vuelve cada vez algo más evidente en Irlanda.
Por una sociedad verdaderamente democrática
Las instituciones llamadas democráticas de ambos Estados en Irlanda, son una estafa, que no ofrecen ni una oposición real al capitalismo ni tienen que rendir cuentas de manera democrática ante el pueblo. Si es necesario entregar evidencias sobre la manera en que el sistema político pone los intereses privados sobre los del pueblo, la decisión del gobierno de Dublín de pagar un rescate financiero de más de €50 mil millones a los bancos privados, es suficiente. Esta decisión, que pone sobre los hombros del pueblo de los veintiséis condados, del Estado del Sur de Irlanda, una deuda masiva de la banca privada, por varias generaciones a futuro, demuestra la falacia de la noción de democracia en la sociedad capitalista.
Mientras tanto, negociaciones secretas conducidas entre los partidos políticos con representación en la Asamblea de los seis condados (el parlamento británico en el Norte de Irlanda) y los gobiernos británico e irlandés, sigue alienando el poder de las comunidades, dejándolas vulnerables a los intereses estratégicos de los partidos que dicen representarlas. Las instituciones democráticas liberales no cambiarán la naturaleza fundamental del sistema capitalista y son incapaces de consolidar una democracia verdaderamente participativa.
El desarrollo de estructuras comunitarias alternativas y de democracia plenamente participativa, deben proveer las bases para establecer una sociedad nueva y verdaderamente democrática. Como lo señaló Marx, la experiencia de la Comuna de París en 1871 demostró que “la clase trabajadora no puede sencillamente hacerse con la maquinaria del Estado así como está, y usarla para sus propósitos”. La clase trabajadora debe construir sus propias instituciones nuevas y democráticas –instituciones que puedan finalmente transformar el derecho del pueblo de Irlanda a poseer Irlanda de una aspiración a una realidad. Por su misma naturaleza, tal república popular, si es auténticamente libre, no debe tener terratenientes, ni banqueros privados, ni capitalistas, y debe basarse en los principios democráticos, de cooperación y solidaridad.
Organizando la Resistencia
Resulta claro que las elites políticas y económicas en Irlanda han declarado la guerra a la clase trabajadora. Esto es lo que siempre ocurre en tiempos de pronunciada crisis económica –la lucha de clases entra en auge. Las fuerzas concentradas del capitalismo organizado deben ser enfrentadas con una resistencia determinada y organizada. Los trabajadores y las comunidades en Irlanda han llevado la delantera en su rechazo a doblegarse a la marcha del capitalismo. Desde ocupaciones de lugares de trabajo, a huelgas; desde luchas en comunidades locales en contra de los recortes de los servicios, a la resistencia a las multinacionales petroleras; en las calles y en los puestos de trabajo la lucha sigue. Es gracias a estas luchas de base que los basamentos de la nueva sociedad socialista se están creando. La organización de la resistencia es esencial, ya que las contradicciones inherentes al sistema capitalista, las cuales han sido expuestas de manera cruel durante el curso de la actual crisis, no traerán por sí solas el colapso del capitalismo.
La historia ha demostrado que el vivir en la miseria no es suficiente para condenar al sistema capitalista de explotación laboral y social al contenedor de la basura de la historia. A través de la historia, la inmensa mayoría de la humanidad ha vivido bajo condiciones de pobreza y explotación. Como observó V.I. Lenin:
“La opresión por sí sola, sin importar cuán grande sea esta, no siempre lleva al surgimiento de una situación revolucionaria en un país dado. En la mayoría de los casos no es suficiente para la revolución que las clases bajas no quieran vivir como siempre lo han hecho”.
El Estado bajo el capitalismo es una entidad formidable. El establecimiento político del Estado moderno, que aparece como un comité para la administración de los asuntos comunes de la clase dominante, no asume de manera mansa su responsabilidad en la defensa de los intereses del Capital. El Estado capitalista tiene muchas y diversas maneras a su disposición para asistirle en esta tarea. En la medida de lo posible, el “consentimiento” del pueblo en aceptar un sistema social contrario a sus intereses es manufacturado mediante la promoción de una ideología que equipara los valores y la moral del capitalismo con el “sentido común” y la noción de que el capitalismo, entonces, refleja el orden “natural”. En ausencia de este “consentimiento”, cualquier amenaza significativa al dominio del sistema capitalista se enfrentará a la fuerza y la represión del Estado.
La constitución de una alternativa socialista no será una tarea sencilla. Requerirá, como lo señalaba Lenin, “que las clases dominantes sean incapaces de gobernar como antes”. Esto requerirá de la construcción de una amplia resistencia organizada dedicada a derrocar al sistema capitalista. Cambios económicos, sociales y políticos fundamentales solamente se conseguirán mediante la movilización organizada de masas, de los trabajadores y de las comunidades en lucha.
Es a través de estas luchas que el sistema capitalista será extirpado y las bases de la futura organización social serán construidas: una sociedad basada en la cooperación y en una genuina democracia participativa.
Socialismo e Internacionalismo
“Debemos tener en mente que el imperialismo es un sistema mundial, la última fase del capitalismo –y debe ser derrotado en una confrontación mundial. El fin estratégico de esta lucha debe ser la destrucción del imperialismo” Ernesto Che Guevara.
En su sentido pleno, la lucha por el socialismo solamente puede ser lograda mediante la lucha internacionalista: una lucha en la cual las fuerzas que pretenden aplastar al sistema capitalista global se unen mediante la solidaridad global. El republicanismo socialista y democrático es internacionalista; si el problema es global, también debe serlo la solución. Es la filosofía y la práctica del imperialismo la que causa el sufrimiento social a escala global, la miseria y la guerra. La derrota del imperialismo británico en Irlanda esta, por consiguiente, íntimamente conectada a la derrota del imperialismo global.
Hasta hace poco, los enemigos del socialismo se regocijaban en su mantra de que el fin del socialismo implicaba la victoria del capitalismo, y que ésta implicaba el fin de la historia. La actual crisis del sistema capitalista ha demostrado claramente, una vez más que la historia no ha terminado. Todos los días vemos más claramente que el sistema capitalista global se encuentra en una crisis que se profundiza.
Lejos de ser una ideología y propuesta política “muerta”, más y más países y pueblos se convencen de la necesidad de una economía orientada hacia el socialismo y de alternativas políticas a la agenda capitalista. Crecientemente, los pueblos del mundo rechazan las ideologías y sistemas que institucionalizan la inequidad, la explotación, la pobreza y la miseria sin fin que el capitalismo trae a la humanidad.
En América Latina, en particular, al lado de la República revolucionaria de Cuba y de las heroicas luchas revolucionarias de larga tradición de Colombia, surgen nuevos movimientos sociales progresistas, participativos y de base, así como proyectos socialistas incipientes en los cuales el pueblo democratiza el poder económico y político. Estos movimientos no están sencillamente ocupando estructuras de poder preexistentes sino que están transformando las nociones predominantes sobre cómo se debe utilizar el poder. En lo fundamental, estos movimientos están motivados por la idea de que el poder es construido desde abajo hacia arriba y que debe tener sus raíces en el pueblo y las comunidades. Al construir un movimiento para la transformación de Irlanda, tenemos mucho que aprender de los movimientos sociales que han ganado y siguen ganando fuerza en toda América Latina.
¡A levantarse!
La elección que enfrenta la clase trabajadora no es entre las diferentes modalidades de capitalismo; sea el neoliberalismo desnudo o el capitalismo con “conciencia social” de la socialdemocracia. Como movimiento revolucionario, la tarea primordial de éirígí en este momento de la lucha por la liberación es es continuar agitando que ninguna de las dos fórmulas es capaz de servir a los intereses de largo aliento de la clase trabajadora. Como partidarios del socialismo revolucionario es responsabilidad de éirígí actuar como organizadores del pueblo y realizar solamente acciones que defiendan y sirvan para el progreso de sus intereses.
Basados en el entendimiento que éirígí tiene de la naturaleza inseparable de las luchas social y nacional, debemos agitar en un amplio rango de problemas, incluyendo la cuestión nacional y los objetivos inmediatos de mejores condiciones de trabajo, vida y de seguridad social para la clase trabajadora. Es tarea de los revolucionarios señalar al pueblo que sus enemigos reales son los terratenientes, los explotadores y aquellos que mantienen a una parte de nuestro país bajo una ocupación política y militar.
Tanto en Irlanda como en el resto de los países, debemos construir el socialismo; una república socialista no es algo que se vaya a dar de manera espontánea –debe ser construida desde abajo. Los esfuerzos del pueblo irlandés de construir un sistema basado en los principios socialistas deben asentarse en el principio fundamental de que sea el mismo pueblo quien se apropie del proceso. Esto quiere decir que el socialismo solamente puede ser construido y sostenido por la participación activa de las masas en su construcción y administración.
En lo cotidiano, se vuelve cada vez más claro que la visión contenida en la Proclamación de 1916 (el documento radical que proclamó la independencia irlandesa de Inglaterra) sigue siendo eso –una visión. Resulta evidente que el aspecto más importante de la liberación de Irlanda –la liberación de su pueblo- es imposible bajo el capitalismo. El cisma existente entre los propósitos, el espíritu y el contenido del Programa Democrático del Primer Dáil de 1919 (el programa radical publicado por el gobierno revolucionario en los primeros días de la guerra de independencia de 1919-1921) y todos los programas subsecuentes de gobierno en los veintiséis condados, y por último, en el parlamento de Stormont, se vuelve cada vez más ancho con el paso del tiempo.
Mientras el sistema burgués sigue, inevitablemente, rindiéndose a una agenda neoliberal (con sus nociones fundamentales de la jibarización del Estado y del gobierno como facilitador de la iniciativa privada y de las ganancias), se hace más y más claro que sus intereses son contrarios a los de la clase trabajadora. Mientras más claro se hace esto, más se prepara el terreno para que el pueblo no tenga otro recurso que levantarse, derrocar a sus gobernantes, y establecer un sistema en el cual sea el pueblo el que esté protegido y no los márgenes de ganancia.
Éirígí cree que el socialismo revolucionario es hoy más relevante que nunca. Tal cual James Connolly, éirígí sostiene que solamente por el socialismo el pueblo trabajador de Irlanda y del mundo puede ser salvado.
La tarea última de todos los revolucionarios es convencer a los demás de hacerse revolucionarios; convencer a la clase trabajadora que deben tomar el bando de la revolución en la lucha de clases para asegurar y defender sus intereses colectivos. Es tarea de los revolucionarios irlandeses hoy en día, crear las condiciones por las cuales los “hombres y mujeres desposeídos” se transformen en una masa revolucionaria que se levante de una vez por todas para destruir a este sistema predatorio llamado capitalismo; éirígí está comprometido a ayudar a construir este movimiento que ayude a evidenciar, y a barrer, las contradicciones de esta estructura social y económica podrida en que se basa nuestra sociedad. En su lugar, es imperativo que construyamos la antítesis de la sociedad presente y del mundo en que vivimos. La nueva sociedad tendrá, forzosamente, que estar basada en los principios de soberanía, democracia, libertad, justicia, igualdad y solidaridad en nuestras comunidades e internacionalmente. No hay más opción. Nuestro éxito colectivo o nuestro fracaso, determinarán en último término si podremos crear la federación libre de pueblos libres que es la única base para la paz y la justicia social en este planeta, o si descenderemos a la barbarie. Las opciones que tenemos son así de dramáticas.
Lo que los revolucionarios irlandeses pedimos, es que los revolucionarios y las personas progresistas del mundo que comparten esperanzas similares de paz con justicia social aprendan las reales lecciones del “proceso de paz” irlandés. El conocimiento y la comprensión de lo que realmente sucedió en Irlanda en este período en oposición a lo que el establecimiento político y algunos antiguos “revolucionarios” quieren que se crea, es esencial para evitar en el futuro cometer los mismos errores.
Daithí Mac an MháistirNoviembre 2010
La realidad de una Irlanda en la cual persisten la ocupación y la opresión, garantizará en su momento el surgimiento de una amplia resistencia popular al mandato británico nuevamente en el futuro.
Por siglos, la fortuna de la revolución irlandesa ha tenido avances y reflujos. En numerosas ocasiones, el republicanismo ha sufrido aparentes derrotas, para luego renacer. El republicanismo irlandés pasa ahora por una fase similar de renacimiento tras la derrota. Después de doce años desde el AVS, los republicanos socialistas necesitan abandonar las ilusiones de avances radicales desde la asamblea de Stormont, abandonar sus sentimientos de desmoralización y desilusión, y comenzar el proceso de reconstrucción de la oposición al mandato británico en Irlanda una vez más.
La cuestión para los socialistas republicanos, hoy en día, no es si necesitamos un proceso alternativo al que ha entregado una fachada para la modernización del mandato británico en Irlanda, sino qué formas tomará ese proceso.
Lo que proponemos, es la construcción de un movimiento amplio y heterogéneo para la libertad de Irlanda. Este movimiento debe ser democrático, y debe estar compuesto de grupos de residentes y comunidades, sindicatos, partidos políticos, organizaciones culturales, y de todas aquellas secciones de la sociedad cuyos intereses están en una administración política nueva y con justicia social. Debe situar la interferencia británica en los asuntos irlandeses en su agenda nacional e internacional, como uno de sus objetivos principales a combatir. Más aún, debe ser anti-imperialista, internacionalista, democrático, anti-sectario (en Irlanda este término tiene la connotación del sectarismo religioso ante todo) y antirracista.
Causas de fondo para la continuación del conflicto
Sobre todo, este movimiento debe primero y antes que nada, ser socialista, y enfocar todas sus energías en las necesidades cotidianas del pueblo trabajador de este país. El socialismo es el enemigo a muerte del capitalismo, la fuente eterna de todos nuestros males políticos.
En lo fundamental, éirígí cree que la causa de fondo del conflicto en Irlanda está en la naturaleza de las relaciones económicas y sociales que han existido por siglos entre Irlanda e Inglaterra; toda la historia de las relaciones anglo irlandesas está íntimamente ligada al desarrollo histórico del Imperio Británico y del imperialismo y del capitalismo como un sistema global.
No albergamos ninguna ilusión sobre el hecho de que la clase capitalista, en última instancia, no tiene lealtad a nada más que a sus propios intereses de clase. Un capitalista de Irlanda en esencia no es diferente a un capitalista de Inglaterra, Colombia o de otro país. Es, por consiguiente, de crucial importancia reconocer que la lucha de Irlanda es una lucha tanto sobre la naturaleza de las relaciones económicas y sociales que existen entre los irlandeses, como lo es sobre la naturaleza de las relaciones de Irlanda con Inglaterra. A través de la historia, los sirvientes del capitalismo, y sus sistemas sociales previos fundados sobre la propiedad, han utilizado la táctica de “dividir y conquistar” muy eficazmente, confundiendo y dividiendo al pueblo según criterios “nacionales” y religiosos, para desviar la atención de la naturaleza de explotación de esta sociedad basada en las distinciones de clase.
Puede decirse, por consiguiente, que la posición de éirígí ante la cuestión “nacional” se basa en la comprensión del interés militar-político de Inglaterra en Irlanda, el cual ha siempre estado íntimamente relacionado a asegurar los intereses del sistema capitalista-imperialista; la modernizada, persistente ocupación de los seis condados, que incluye un parlamento pro-británico títere en Stormont y todo un aparato de seguridad militar, de policía paramilitar, de tropas británicas, de bases militares y de agencias de inteligencia, meramente reflejan el objetivo ancestral de la clase dominante británica de asegurar y defender sus intereses en Irlanda. Cuando el antiguo secretario de relaciones exteriores británico Jack Straw, aseguró que Inglaterra debía permanecer en Irlanda para así mantener su estatus prominente en organismos como la OTAN, la UE y la ONU, estaba siendo honesto. Irlanda es tan importante hoy en día para Inglaterra como lo fue en el pasado.
Es en este contexto que éirígí ve la lucha nacional contemporánea como un solo frente con una lucha mucho más amplia en contra del sistema capitalista y del imperialismo que actualmente dominan a Irlanda y al resto del mundo.
El desafío hoy para todos quienes subscriben el ideal republicano de soberanía económica y nacional y de independencia, consiste no meramente en revivir las viejas tragedias de nuestro pasado histórico reciente, sino reconocer que el prerrequisito necesario para alcanzar nuestros objetivos es el desarrollo de un movimiento republicano socialista, anclado en las sólidas bases de una ideología revolucionaria coherente. No hay otra manera de alcanzar este objetivo. Es en este contexto que nos hemos puesto la tarea de reformular nuestras posiciones reflejando la necesidad de re-encontrar la lucha por el socialismo con la lucha por la independencia nacional. La una no puede librarse sin la otra. Simplemente son una misma lucha, indivisible. Por eso mismo, es nuestra posición que la realización de la república se basa en la convergencia de las posiciones revolucionarias con miras a los cambios socio-económicos necesarios en Irlanda, con el rechazo a la continua ocupación militar británica en los seis condados.
Hermanando lo nacional con lo socio-económico: una lucha en contra del sistema global de explotación
Tanto quienes mantienen la ocupación de los seis condados así como la clase capitalista nativa son parte de un sistema global más amplio de explotación y latrocinio. Ellos son responsables de la creación y del mantenimiento de un mundo que se encuentra cada vez más polarizado económicamente y socialmente, más que en ningún otro momento de la historia. El crecimiento de la inequidad global es sorprendente. Los procesos en el corazón del sistema capitalista acusan una situación en la cual la humanidad en su conjunto se encuentra caminando sobre un delgado hilo. Globalmente, estamos experimentando desastres económicos, ambientales y sociales más y más frecuentes y peligrosos, y de tal magnitud que ponen al mismo futuro de la humanidad y de la vida sobre la faz de la Tierra en riesgo.
Poniendo el derecho de los ciudadanos antes de los derechos del Capital
La manera en que se organiza la sociedad bajo el capitalismo, tanto económica como socialmente, la hace hostil a los derechos del pueblo; los derechos de los seres humanos están al servicio de las necesidades del Capital, y como tales, los derechos del pueblo pueden ser, y frecuentemente lo son, sacrificados cuando las necesidades de acumulación del sistema así lo dictan. La dominación es la causa de que se nieguen los derechos del pueblo, y en última instancia, toda forma de dominación y explotación, sea de las mujeres, de grupos étnicos o nacionales, emana directamente de la dominación de clase.
La polarización del mundo entre aquellos que tienen y que no tienen acceso a los recursos necesarios para sobrevivir y proveerse de un nivel de vida económico y social de acuerdo con su condición humana es tan pronunciada hoy en día como en ningún otro momento en la historia humana.
La ideología del capitalismo de libre Mercado, basada en la explotación de la clase trabajadora mundial, y en valorar y promover antes que nada la acumulación de bienes materiales por sobre cualquier otra clase de consideraciones, es directamente responsable de la creciente posibilidad de que un desastre humano final se convierta en realidad. Después de la más grande crisis económica global de los últimos 70 años, quedan pocos por fuera de quienes tienen los más pronunciados intereses creados, que argumenten que el capitalismo tiene algo que ofrecer a la vasta mayoría del pueblo que habita este planeta, a no ser por la continuación de la creciente inestabilidad social y crisis económica.
Aún el más superficial análisis del mundo que tenemos a fines de la primera década del siglo XXI, ilustra claramente el terrible estado del ser humano. Si bien el rango de necesidades humanas no puede, de ninguna manera, ser reducido a necesidades solamente materiales, es un hecho el que la búsqueda insaciable de riquezas a expensas de toda consideración, como lo indica la ideología capitalista, es la fuente primaria de toda la miseria y pobreza que enfrenta la mayoría de los pueblos en todo el mundo.
Mientras que la pobreza y miseria brutales que experimentan la mayoría de los pueblos en otras partes del mundo no es directamente comparable a las dificultades económicas relativas que experimenta el pueblo de Irlanda y del “mundo desarrollado”, no es menos cierto que la explotación de la clase trabajadora irlandesa está tan pronunciada como antes. Dado que Irlanda está bastante enredada en el sistema económico global, es innegable que la sociedad irlandesa está gobernada por los mismos principios económicos y sociales que se encuentran en el corazón del sistema capitalista que domina las relaciones económicas y sociales en el mundo. Día tras día se siguen abriendo los ojos de los trabajadores irlandeses al hacerse cada vez más clara la naturaleza de la relación entre la clase capitalista y trabajadora. La misma relación de causa y efecto entre la acumulación de riquezas por un reducido número de personas y la pobreza relativa, económica y social, de la mayoría, se vuelve cada vez algo más evidente en Irlanda.
Por una sociedad verdaderamente democrática
Las instituciones llamadas democráticas de ambos Estados en Irlanda, son una estafa, que no ofrecen ni una oposición real al capitalismo ni tienen que rendir cuentas de manera democrática ante el pueblo. Si es necesario entregar evidencias sobre la manera en que el sistema político pone los intereses privados sobre los del pueblo, la decisión del gobierno de Dublín de pagar un rescate financiero de más de €50 mil millones a los bancos privados, es suficiente. Esta decisión, que pone sobre los hombros del pueblo de los veintiséis condados, del Estado del Sur de Irlanda, una deuda masiva de la banca privada, por varias generaciones a futuro, demuestra la falacia de la noción de democracia en la sociedad capitalista.
Mientras tanto, negociaciones secretas conducidas entre los partidos políticos con representación en la Asamblea de los seis condados (el parlamento británico en el Norte de Irlanda) y los gobiernos británico e irlandés, sigue alienando el poder de las comunidades, dejándolas vulnerables a los intereses estratégicos de los partidos que dicen representarlas. Las instituciones democráticas liberales no cambiarán la naturaleza fundamental del sistema capitalista y son incapaces de consolidar una democracia verdaderamente participativa.
El desarrollo de estructuras comunitarias alternativas y de democracia plenamente participativa, deben proveer las bases para establecer una sociedad nueva y verdaderamente democrática. Como lo señaló Marx, la experiencia de la Comuna de París en 1871 demostró que “la clase trabajadora no puede sencillamente hacerse con la maquinaria del Estado así como está, y usarla para sus propósitos”. La clase trabajadora debe construir sus propias instituciones nuevas y democráticas –instituciones que puedan finalmente transformar el derecho del pueblo de Irlanda a poseer Irlanda de una aspiración a una realidad. Por su misma naturaleza, tal república popular, si es auténticamente libre, no debe tener terratenientes, ni banqueros privados, ni capitalistas, y debe basarse en los principios democráticos, de cooperación y solidaridad.
Organizando la Resistencia
Resulta claro que las elites políticas y económicas en Irlanda han declarado la guerra a la clase trabajadora. Esto es lo que siempre ocurre en tiempos de pronunciada crisis económica –la lucha de clases entra en auge. Las fuerzas concentradas del capitalismo organizado deben ser enfrentadas con una resistencia determinada y organizada. Los trabajadores y las comunidades en Irlanda han llevado la delantera en su rechazo a doblegarse a la marcha del capitalismo. Desde ocupaciones de lugares de trabajo, a huelgas; desde luchas en comunidades locales en contra de los recortes de los servicios, a la resistencia a las multinacionales petroleras; en las calles y en los puestos de trabajo la lucha sigue. Es gracias a estas luchas de base que los basamentos de la nueva sociedad socialista se están creando. La organización de la resistencia es esencial, ya que las contradicciones inherentes al sistema capitalista, las cuales han sido expuestas de manera cruel durante el curso de la actual crisis, no traerán por sí solas el colapso del capitalismo.
La historia ha demostrado que el vivir en la miseria no es suficiente para condenar al sistema capitalista de explotación laboral y social al contenedor de la basura de la historia. A través de la historia, la inmensa mayoría de la humanidad ha vivido bajo condiciones de pobreza y explotación. Como observó V.I. Lenin:
“La opresión por sí sola, sin importar cuán grande sea esta, no siempre lleva al surgimiento de una situación revolucionaria en un país dado. En la mayoría de los casos no es suficiente para la revolución que las clases bajas no quieran vivir como siempre lo han hecho”.
El Estado bajo el capitalismo es una entidad formidable. El establecimiento político del Estado moderno, que aparece como un comité para la administración de los asuntos comunes de la clase dominante, no asume de manera mansa su responsabilidad en la defensa de los intereses del Capital. El Estado capitalista tiene muchas y diversas maneras a su disposición para asistirle en esta tarea. En la medida de lo posible, el “consentimiento” del pueblo en aceptar un sistema social contrario a sus intereses es manufacturado mediante la promoción de una ideología que equipara los valores y la moral del capitalismo con el “sentido común” y la noción de que el capitalismo, entonces, refleja el orden “natural”. En ausencia de este “consentimiento”, cualquier amenaza significativa al dominio del sistema capitalista se enfrentará a la fuerza y la represión del Estado.
La constitución de una alternativa socialista no será una tarea sencilla. Requerirá, como lo señalaba Lenin, “que las clases dominantes sean incapaces de gobernar como antes”. Esto requerirá de la construcción de una amplia resistencia organizada dedicada a derrocar al sistema capitalista. Cambios económicos, sociales y políticos fundamentales solamente se conseguirán mediante la movilización organizada de masas, de los trabajadores y de las comunidades en lucha.
Es a través de estas luchas que el sistema capitalista será extirpado y las bases de la futura organización social serán construidas: una sociedad basada en la cooperación y en una genuina democracia participativa.
Socialismo e Internacionalismo
“Debemos tener en mente que el imperialismo es un sistema mundial, la última fase del capitalismo –y debe ser derrotado en una confrontación mundial. El fin estratégico de esta lucha debe ser la destrucción del imperialismo” Ernesto Che Guevara.
En su sentido pleno, la lucha por el socialismo solamente puede ser lograda mediante la lucha internacionalista: una lucha en la cual las fuerzas que pretenden aplastar al sistema capitalista global se unen mediante la solidaridad global. El republicanismo socialista y democrático es internacionalista; si el problema es global, también debe serlo la solución. Es la filosofía y la práctica del imperialismo la que causa el sufrimiento social a escala global, la miseria y la guerra. La derrota del imperialismo británico en Irlanda esta, por consiguiente, íntimamente conectada a la derrota del imperialismo global.
Hasta hace poco, los enemigos del socialismo se regocijaban en su mantra de que el fin del socialismo implicaba la victoria del capitalismo, y que ésta implicaba el fin de la historia. La actual crisis del sistema capitalista ha demostrado claramente, una vez más que la historia no ha terminado. Todos los días vemos más claramente que el sistema capitalista global se encuentra en una crisis que se profundiza.
Lejos de ser una ideología y propuesta política “muerta”, más y más países y pueblos se convencen de la necesidad de una economía orientada hacia el socialismo y de alternativas políticas a la agenda capitalista. Crecientemente, los pueblos del mundo rechazan las ideologías y sistemas que institucionalizan la inequidad, la explotación, la pobreza y la miseria sin fin que el capitalismo trae a la humanidad.
En América Latina, en particular, al lado de la República revolucionaria de Cuba y de las heroicas luchas revolucionarias de larga tradición de Colombia, surgen nuevos movimientos sociales progresistas, participativos y de base, así como proyectos socialistas incipientes en los cuales el pueblo democratiza el poder económico y político. Estos movimientos no están sencillamente ocupando estructuras de poder preexistentes sino que están transformando las nociones predominantes sobre cómo se debe utilizar el poder. En lo fundamental, estos movimientos están motivados por la idea de que el poder es construido desde abajo hacia arriba y que debe tener sus raíces en el pueblo y las comunidades. Al construir un movimiento para la transformación de Irlanda, tenemos mucho que aprender de los movimientos sociales que han ganado y siguen ganando fuerza en toda América Latina.
¡A levantarse!
La elección que enfrenta la clase trabajadora no es entre las diferentes modalidades de capitalismo; sea el neoliberalismo desnudo o el capitalismo con “conciencia social” de la socialdemocracia. Como movimiento revolucionario, la tarea primordial de éirígí en este momento de la lucha por la liberación es es continuar agitando que ninguna de las dos fórmulas es capaz de servir a los intereses de largo aliento de la clase trabajadora. Como partidarios del socialismo revolucionario es responsabilidad de éirígí actuar como organizadores del pueblo y realizar solamente acciones que defiendan y sirvan para el progreso de sus intereses.
Basados en el entendimiento que éirígí tiene de la naturaleza inseparable de las luchas social y nacional, debemos agitar en un amplio rango de problemas, incluyendo la cuestión nacional y los objetivos inmediatos de mejores condiciones de trabajo, vida y de seguridad social para la clase trabajadora. Es tarea de los revolucionarios señalar al pueblo que sus enemigos reales son los terratenientes, los explotadores y aquellos que mantienen a una parte de nuestro país bajo una ocupación política y militar.
Tanto en Irlanda como en el resto de los países, debemos construir el socialismo; una república socialista no es algo que se vaya a dar de manera espontánea –debe ser construida desde abajo. Los esfuerzos del pueblo irlandés de construir un sistema basado en los principios socialistas deben asentarse en el principio fundamental de que sea el mismo pueblo quien se apropie del proceso. Esto quiere decir que el socialismo solamente puede ser construido y sostenido por la participación activa de las masas en su construcción y administración.
En lo cotidiano, se vuelve cada vez más claro que la visión contenida en la Proclamación de 1916 (el documento radical que proclamó la independencia irlandesa de Inglaterra) sigue siendo eso –una visión. Resulta evidente que el aspecto más importante de la liberación de Irlanda –la liberación de su pueblo- es imposible bajo el capitalismo. El cisma existente entre los propósitos, el espíritu y el contenido del Programa Democrático del Primer Dáil de 1919 (el programa radical publicado por el gobierno revolucionario en los primeros días de la guerra de independencia de 1919-1921) y todos los programas subsecuentes de gobierno en los veintiséis condados, y por último, en el parlamento de Stormont, se vuelve cada vez más ancho con el paso del tiempo.
Mientras el sistema burgués sigue, inevitablemente, rindiéndose a una agenda neoliberal (con sus nociones fundamentales de la jibarización del Estado y del gobierno como facilitador de la iniciativa privada y de las ganancias), se hace más y más claro que sus intereses son contrarios a los de la clase trabajadora. Mientras más claro se hace esto, más se prepara el terreno para que el pueblo no tenga otro recurso que levantarse, derrocar a sus gobernantes, y establecer un sistema en el cual sea el pueblo el que esté protegido y no los márgenes de ganancia.
Éirígí cree que el socialismo revolucionario es hoy más relevante que nunca. Tal cual James Connolly, éirígí sostiene que solamente por el socialismo el pueblo trabajador de Irlanda y del mundo puede ser salvado.
La tarea última de todos los revolucionarios es convencer a los demás de hacerse revolucionarios; convencer a la clase trabajadora que deben tomar el bando de la revolución en la lucha de clases para asegurar y defender sus intereses colectivos. Es tarea de los revolucionarios irlandeses hoy en día, crear las condiciones por las cuales los “hombres y mujeres desposeídos” se transformen en una masa revolucionaria que se levante de una vez por todas para destruir a este sistema predatorio llamado capitalismo; éirígí está comprometido a ayudar a construir este movimiento que ayude a evidenciar, y a barrer, las contradicciones de esta estructura social y económica podrida en que se basa nuestra sociedad. En su lugar, es imperativo que construyamos la antítesis de la sociedad presente y del mundo en que vivimos. La nueva sociedad tendrá, forzosamente, que estar basada en los principios de soberanía, democracia, libertad, justicia, igualdad y solidaridad en nuestras comunidades e internacionalmente. No hay más opción. Nuestro éxito colectivo o nuestro fracaso, determinarán en último término si podremos crear la federación libre de pueblos libres que es la única base para la paz y la justicia social en este planeta, o si descenderemos a la barbarie. Las opciones que tenemos son así de dramáticas.
Lo que los revolucionarios irlandeses pedimos, es que los revolucionarios y las personas progresistas del mundo que comparten esperanzas similares de paz con justicia social aprendan las reales lecciones del “proceso de paz” irlandés. El conocimiento y la comprensión de lo que realmente sucedió en Irlanda en este período en oposición a lo que el establecimiento político y algunos antiguos “revolucionarios” quieren que se crea, es esencial para evitar en el futuro cometer los mismos errores.
Daithí Mac an MháistirNoviembre 2010
(Publicado por El Norte de Irlanda)
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