Nuestra Organización ha remarcado que, señalándolo reiterativamente, para detener la reaccionaria y neofascista ofensiva general y concéntrica contra la clase obrera y masas trabajadoras, es urgente asumir la tarea política de construcción de un amplio Frente único de los trabajadores desde la base. El cual organice y unifique, bajo la dirección del destacamento de los obreros industriales, teniendo como su eje central a los Sindicatos, y apoyado en la alianza obrera-campesina-nacionalidades indígenas, a todas las fuerzas políticas revolucionarias, democráticas y patrióticas del pueblo contra sus feroces enemigos, la gran burguesía y el imperialismo. Este Frente único lo hemos concebido como una herramienta estratégica, como medio de despalancamiento del sistema de poder oligárquico, dictadura de los sectores más retrógrados y anti-nacionales.
La base económico-política del frente único según nuestro Partido
La base económica de la actual sociedad panameña es una combinación aberrante de protoindustrialidad, semifeudalidad y neocolonidad.
Protoindustrial porque en su base, bajo dominio de una forma prehistórica de capital comercial y de servicios, existe una industria liviana incipiente, raquítica y bloqueada, estrechamente subordinada al Capital monopolista imperialista y sometida a su acción paralizante.
Semifeudal porque la inmensa mayoría campesina y las nacionalidades indígenas son pobres y usufructuarias de las tierras monopolizadas por el Estado terrateniente colectivo ideal, y porque subsiste una relación de desigualdad social en la forma de inmensos latifundios y economía minifundista de subsistencia y autoconsumista. Lo que impone una superestructura de caciquismo político, aherrojada por el tradicionalismo y las costumbres católico-feudales.
Neocolonial porque el imperialismo, principalmente estadounidense, y los grandes monopolios internacionales predominan y controlan todos los ganglios vitales de la economía del país. Con ello precarizan nuestra existencia nacional, subordinan nuestra soberanía territorial y estatal, sobreexplotan y despilfarran las fuerzas productivas vivas (los obreros o proletarios y a los trabajadores no-asalariados).
De ahí, que el problema de la tierra sea el eslabón clave en la resolución de la cuestión nacional, de la cuestión de la democracia y de la cuestión social en este país. (Muchos sientan como base de su actividad política antiimperialista y antioligárquica en la cuestión de la “posición geográfica” del Istmo de Panamá. Esto es, en el monopolio extranjero sobre dicha posesión geográfica, nuestra riqueza (¿natural o social?) básica, sobre la cual se ha levantado toda la sobreestructura política, jurídica y cultural de la formación social panameña, y no en las relaciones sociales de producción que se han establecido a partir de allí. Es decir, sobre el monopolio imperialista (propiedad y posesión) sobre dicho recurso natural y no en la explotación monopolista imperialista-burguesa semifeudal sobre la capacidad física y mental de la fuerza de trabajo asalariada, los obreros canaleros, y la extracción a ellos de una “plusvalía generalizada” y de una renta territorial extraída a todo el pueblo trabajador panameño. Esta “plusvalía generalizada” y esta renta territorial, producto del monopolio imperialista-oligárquico de explotación económica y social de la clase obrera, originará todo un sistema de contradicciones y que en su desenvolvimiento entraban todo el desarrollo económico nacional.
¿Cuáles son esas contradicciones fundamentales y cuál de ella es la principal? Contrariamente a lo que sostiene el ecónomo político Julio Manduley, seguido muy de cerca por la camarilla neorevisionista dirigente del MLN, que la contradicción fundamental (¿la única?) resulta ser entre “el capital y el trabajo”, por ende, la principal. Un reduccionismo ideologista extremo y totalmente contrario a todo análisis marxista-leninista del sistema económico y político panameño, y oportunista por trotskizante dado su seguimiento de la errónea teoría de la dependencia.
Constatando las cuatros contradicciones fundamentales que están a la base de esta sociedad semifeudal y neo-colonial panameña - la contradicción entre la clase obrera y la clase capitalista; la contradicción entre la nación y el imperialismo, principal y concretamente aquel yanqui; la contradicción entre el campesinado y la clase terrateniente feudal; la contradicción entre el pueblo trabajador y la Gran Burguesía burocrático-Compradora -, nuestro Partido señala que el camino hacia la revolución socialista es aún muy largo.
Individualizando la contradicción principal podemos remarcar que la Gran Burguesía Compradora y su sistema de poder atacan con fuerza a las clases trabajadoras, y el imperialismo yanqui acrecentando su acción depredadora en Panamá y todo el mundo, entraban una real convivencia democrática y el progreso social en este país.
En esa situación, aquí en Panamá, propagamos la urgencia de un Frente único por la libertad política para las clases populares, por la libertad nacional para la patria y de libertad social para todos los explotados y oprimidos. Es un Frente único dirigido contra la gran burguesía semifeudal, su sistema de poder oligárquico y contra el imperialismo. Por ende, la urgencia de unificar los diferentes frentes de lucha de las masas en un sólo movimiento popular revolucionario para la conquista de una nueva y superior democracia.
Nosotros proclamamos la urgencia de unir y trabajar por un amplio Frente de Liberación Popular, como expresión concreta orgánica de ese mismo Frente único de trabajadores, que agrupe a todas las fuerzas políticas revolucionarias y democráticas desde la base, como tarea estratégica para conquistar una República Democrática.
Apoyarse en la clase de vanguardia para sacudirnos el sistema opresor
Todo partido revolucionario, y ello marca su existencia, conducta y acción política, debe insoslayablemente identificar a la clase portadora de la transformación económica, política y social, y que ha de apoyar su línea política en ejecución. La clase que por su inserción y papel en el centro neurálgico del proceso productivo vigente resulta la clase portadora de la transformación histórica, del paso de la vieja sociedad, capitalista semifeudal, a la nueva sociedad socialista. Y esa clase resulta ser, precisamente, la clase obrera. Eso lo ha afirmado el marxismo-leninismo, y poco más de dos siglos de lucha obrera, de revolución y construcción socialista, confirmado.
Precisamente, la corriente de pensamiento predominante entre la burguesía hoy es aquella de la negación de la existencia de las clases, en general, y de la clase proletaria en particular. A los que habría que contestarles: Mientras existan la propiedad privada sobre los medios de producción y sobre los medios de subsistencia existirán las clases sociales, las contradicciones de clase y la lucha de clases. La teoría de las clases sociales no la inventamos nosotros, los marxistas leninistas, sino que la burguesía misma cuando era una clase revolucionaria y no temía ver de frente la realidad social. Cuando en nombre del pueblo, de la libertad, de la igualdad y la fraternidad la burguesía francesa mandó a la guillotina a la clase de la nobleza feudal.
De ello hablaron en Europa, antes de Carlos Marx, Maquiavelo, los historiadores franceses Thierry, Guizot, Mignet y otros muchos. Aquí en Panamá, en la segunda mitad del siglo XIX, lo planteó el coronel José Espinar, uno de los precursores de la idea de la división de clases y de la lucha de clases. No hemos inventado nada, ni importado “ideas extrañas” a la cultura occidental y cristiana de nuestro país. Desde Marx a hoy, los marxistas, simplemente afirmamos y reafirmamos: "1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinada fase histórica de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases...".
En éste país, en ésta sociedad, existe las clases sociales y la lucha de clases. Aquí está la burguesía (grande -con sus dos facciones la compradora y la burocrática-, la mediana y la pequeña), la clase terrateniente, los campesinos en todas sus gradaciones, los semiproletarios, los proletarios u obreros, el subproletariado. Desde que la gran burguesía fundó la República (1903), y mucho antes, por momento alguno ha cejado de promover su lucha de clase contra la clase obrera y las clases populares; para mantenerlas sujetas a su yugo ha establecido una feroz dictadura oligárquica de clase, unas veces recubierta de almibarado liberalismo otras imponiendo dictadura fascista abierta.
Ya con tiempo nuestro Programa fundamental, el programa de los comunistas (marxista-leninistas) de Panamá, ha remarcado en cuanto a la composición de clase del llamado “pueblo” panameño que: “Con relación a la burguesía imperialista internacional, prevalentemente aquella yanqui, y a la gran burguesía feudal criolla, las masas populares trabajadoras la conforman todas esas fracciones, capas y clases sociales víctimas de la expoliación económica, de la explotación social y de la opresión política y nacional. Entre ellas, la clase obrera, los sub y semiproletarios, la clase campesina, principalmente los campesinos pobres, las diversas capas de la pequeña burguesía urbana, la capa de la burguesía media o empresariado nacional, las nacionalidades minoritarias indígenas y algunos sectores semifeudales productivistas progresistas".
Pero, pese a esa verdad, ¿por qué la burguesía, hoy, niega la existencia de las clases y de la lucha de clases? Porque el estudio de las clases revela inmediatamente la opresión que ella ejerce sobre el proletariado y, si se lleva científicamente hasta sus resultados consecuentes, declara ineluctable el fin de esta opresión.
Estas enseñanzas revisten una importancia particular porque nos permite dar el salto de cualidad de una visión "neutral", dónde cada clase recibiría él legitimo fruto derivado de la propia función al interno de la sociedad, a una visión marxista-leninista, proletaria, rupturista, que denuncia el robo del trabajo producto de la expoliación de las clases trabajadoras por las clases propietarias. En fin, porque ponen las bases para toda la teoría marxista-leninista, hoy maoísta, del Estado, de la política y de la revolución, porque implican la existencia de unas clases dominantes y de unas clases dominadas. La cuestión de las clases es de máxima importancia. La lucha de clase deberá ser la única profesión de todo comunista (marxista-leninista), por cuanto las clases son el terreno y objeto de nuestra actividad. Se debe conocer la clase a la que dedica su actividad consciente. El proletariado industrial resulta ser la clase más avanzada, más progresista y más revolucionaria de la historia.
Esto, además, nos lo ha enseñado Mao "Toda la historia de la revolución demuestra que, sin la dirección de la clase obrera, la revolución fracasa, mientras que con la dirección de la clase obrera, ella triunfa".
Ello ha sido demostrado por las dos grandes revoluciones socialistas de la historia, la rusa y la china; así una clase obrera aunque pequeña en número puede conquistar el poder, y comprometerse en la edificación del socialismo, siempre y cuando aliándose con las masas campesinas y sectores urbanos no-proletarios.
Y eso, porque "en la época del imperialismo ninguna otra clase en ningún país puede llevar una verdadera revolución a la victoria". Lo que, a su vez, significa que en la época del imperialismo menos una revolución democrática o anti-feudal o de liberación nacional, pueda ser conducida a la victoria final por clases diferentes a la del proletariado.
El que la clase obrera panameña no tenga una conciencia de clase comunista todavía es culpa, centralmente, de los dirigentes falsos comunistas del Partido del Pueblo, quiénes en vez de difundir el marxismo-leninismo se han dedicado a ocultarlo, tergiversarlo y vaciarlo de su esencia revolucionaria, con miras de llevarla a la conciliación con el sistema explotador y apuntalar cuanto pueda a la dictadura burguesa. La base social, directa e indirecta, de la extensión de esa labor oportunista y socialtraidora de los partidopueblistas en el movimiento obrero, lo ha sido y es la perpetuación en los vértices sindicales –habida cuenta de que el Sindicato es la columna central de la acción proletaria- de una capa pequeño burguesa burocratizada e impregnada hasta el tuétano del espíritu de colaboración de clase, portadora de ideas burguesas corporatistas y en enemiga con la lucha de clase revolucionaria.
En la política, como en la naturaleza, no se producen vacíos. Por ello, en la política cuando un partido reclamado "comunista" degenera y deviene un partido burgués antirrevolucionario, entonces toca a los auténticos comunistas asumir esa doble tarea: Construir el Partido Comunista (marxista-leninista) y llevar la ideología socialista al seno de la clase obrera. Eso hacemos.
El frente unido y el partido
El Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá al elaborar su línea estratégica y táctica, a desarrollar junto a la clase obrera, a de apoyarse en dos tipos de actividades: la lucha ideológica de una parte y de la otra las dos formas restantes de la lucha. Aquella económica y aquella política.
En el primer caso el Partido no puede ser flanqueado por ningún organismo cultural que no sea generado por él mismo. En el segundo caso por el contrario el Partido debe practicar una flexible política de frente unido, aunque sea en un punto de nuestro programa político, con otros partidos, movimientos y grupos políticos obreros sobre cuestiones de común interés, poniendo a segundo plano las diferencias ideológicas y estratégicas de más largo alcance. Hablamos, pues, según los casos de:
1) El frente unido por el socialismo, todavía sin condiciones subjetivas maduras.
2) El frente unido por el bienestar popular, realizable con cualquiera que se comprometa en la lucha por la satisfacción y ampliación de las reivindicaciones inmediatas de los obreros, campesinos, indígenas y demás sectores populares. La política a practicar puede ser de dos formas: directamente como Partido, o indirectamente como trabajadores, estudiantes, pensionados, etc., a lo interno de los organismos de masas (sindicatos, asociaciones o comités, por ejemplo). Por su carácter antifascista, antioligárquico y anticapitalista burocrático.
3) El frente unido por la nueva democracia popular, es una necesidad urgente e inmediata para la más completa democratización de la vida política nacional. Herramienta estratégica necesaria para la conquista de la democracia, es decir para la conquista de un sistema de Estado y de un sistema de gobierno democrático-popular, bajo la dirección de la clase proletaria panameña, expresión de la alianza de ésta y el campesinado, más las otras clases populares plegadas a la revolución de nueva democracia.
4) El frente unido por la independencia nacional, unidad con todas las fuerzas nacionalistas y patrióticas y antiimperialistas.
La táctica a seguir en el frente
El principio estratégico base de nuestra lucha de masas: uno contra diez y diez contra uno. Los principios tácticos que norman nuestra Línea de Masas son: PRIMO, tener en cuenta la situación de conjunto y concentrar el golpe principal sobre el enemigo principal del momento. SECUNDO, no atacar en muchas direcciones, ni hacernos muchos enemigos a la vez. TERTIO, ganarnos al mayor número de amigos. CUARTA, al definir nuestra política y táctica debemos pensar en función de la mayoría; QUINTA, como maoístas somos una minoría del pueblo. Si tratásemos de imponer nuestros puntos de vista marxistas leninistas en la agitación de masas, caeríamos en el sectarismo. Si ocultáramos lo que somos, partido comunista y marxistas-leninistas, bajo cualquier excusa, entonces caeríamos en oportunismo de derecha. Debemos siempre saber en dónde estamos y el estilo de trabajo correspondiente.
La revolución es inevitable. Pero no nacerá por sí misma, nosotros debemos ayudarla a nacer. Para que nazca se necesita tres instrumentos insustituibles: Una clase revolucionaria dirigida por un partido revolucionario, un Frente Unido revolucionario y un Ejército revolucionario. Está claro que de estas tres armas de la revolución, el Partido es central para asegurar la consecuencia de la revolución y el que ella no sea desviada.
Esta política de frente unido del pueblo, tarea estratégica del Partido Comunista (ML) de Panamá, debe estar apoyada en la generación de toda una serie de organizaciones periféricas de masas, además de aquellas naturales como los sindicatos y asociaciones reivindicativas existentes. Hablamos de organizar Comités populares de lucha, Comités obreros de huelga, comités campesinos por la defensa y conquista de la tierra de hecho y comités de nacionalidades aborígenes por sus derechos nacionales.
Cae de su peso que la construcción este frente unido, propugnado por nuestro Partido, tiene como cometido el unir alrededor de sí y como del mismo Frente a todas las fuerzas que puedan ser unidas, neutralizar favorablemente aquellas no hayan podido ser ganadas, el aislar y aniquilar al enemigo principal del momento político dentro de la presente etapa de la revolución, la burguesía burocrático-compradora y terrateniente. En otras palabras, conjuntar a todas las fuerzas sociales y políticas, revolucionarias y democráticas, en un solo haz de voluntades y en un solo puño revolucionario contra el sistema económico y político vigente.
Dado que en los actuales momentos no existen en nuestro país partidos políticos de la burguesía nacional, ni partidos de masas y revolucionarios de la pequeña burguesía, ni otros partidos obreros no contaminados por el revisionismo y el trotskysmo, la característica remarcable de este Frente Unido es que será de alianza de clases y fracciones de clases y no de unidad entre partidos políticos.
Es de concluir que, si bien es cierto que entre los comunistas (marxista-leninistas) y los revisionistas modernos de viejo y nuevo cuño, trotskystas y semianarquistas, son de principios y antagónicas; dado que ellas no sólo son tácticas y particulares sino contradicciones de Concepción general del mundo y respecto a la sociedad panameña, en particular, y estratégicas entre los que queremos abatir al capitalismo a través de las sucesivas etapas de la revolución y quienes a esto se oponen no es aceptable la convivencia con ellos en un mismo Partido. Ello no puede ser impedimento para la coincidencia y la unidad de acción en tal o cual momento político, o en tal o cual apartado de nuestro programa en ejecución en una fase de la lucha. Manifiestan su acuerdo y luchan revolucionariamente, de forma real y efectiva reflejando los intereses de la clase, del pueblo trabajador o de una facción del los mismos, aceptan la dirección del Partido y no se oponen a él entonces la unidad de acción política revolucionaria debe ser llevada a cabo.
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