La Unión Obrera Comunista (MLM) ha trazado una táctica revolucionaria para el actual período de la lucha de clases en Colombia, táctica basada por entero —como lo exige el marxismo— en el estado de flujo o reflujo del movimiento, de ascenso o descenso de la revolución.
Un aspecto fundamental de esa realidad del movimiento, es la ausencia del Partido del proletariado. Por eso ha puesto su construcción, en el lugar de la tarea central para todo el período, pues mientras la clase obrera no tenga ese destacamento organizado de vanguardia, no podrá actuar como una clase independiente, consciente de sus intereses y de su misión histórica internacional como sepulturera del imperialismo y constructora del socialismo y el comunismo en toda la tierra. Sin partido, el proletariado no podrá cumplir su papel de dirigir la alianza con sus hermanos campesinos, en la lucha contra los enemigos principales del pueblo colombiano —la burguesía, los terratenientes y el imperialismo— a quienes sólo podrá derrocar mediante la violencia revolucionaria de las masas armadas.
El otro aspecto fundamental del estado real de la lucha de clases, es la existencia de un ascenso en el movimiento espontáneo de las masas, que arranca desde los primeros años de última década del siglo pasado, y a través de avances y retrocesos temporales ha mantenido una trayectoria ascendente, hoy completamente manifiesta, y aceptada por los comunistas y revolucionarios. Este estado de ascenso del movimiento espontáneo, de flujo revolucionario en el movimiento de masas, de lucha directa, política no armada, no electoral, no politiquera, constituye la base de la táctica revolucionaria o de Huelga Política de Masas.
Táctica que de inmediato recibió las burlas de los “maoístas” del “Partido Comunista M”, devoto de las Farc, cuya guerra había que dirigir, ocultando su carácter reaccionario de guerra por la coca, divorciada de las masas y contra el pueblo. Táctica también blanco de la “anatema economicista” proferida por los “maoístas” del Grupo Comunista Revolucionario dedicados a preparar en un mar de nubes el inicio de la guerra popular, de la cual ya hoy no quieren ni saber. Tampoco escapó al cuchicheo camarillesco del exmilitante y exdirigente de la Unión que hoy oculta su trasteo de línea bajo la sigla de “Juventud Marxista Revolucionaria”, y quien no tuvo vergüenza para sembrar dudas y desconfianzas preguntando que después de cinco años ¿dónde estaba la huelga política de masas que había prometido el Comité Ejecutivo de la Unión?. Toda esta gente que se dice “marxista”, contraviene, pisotea y desconoce principios tan elementales como que “El marxismo admite las formas más diversas de lucha; además, no las “inventa”, sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el curso del movimiento. El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas abstractas, a todas las recetas doctrinas, exige que se preste mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la agudización de las crisis económicas y políticas, engendra constantemente nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y ataque.
Por esto, el marxismo no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha El marxismo no se limita, en ningún caso, a las formas de lucha posibles y existentes sólo en un momento dado, admitiendo la aparición inevitable de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de un período dado, al cambiar la coyuntura social. El marxismo, en este sentido, aprende, si puede decirse así, de la práctica de las masas, lejos de pretender enseñar a las masas formas de lucha inventadas por “sistematizadores” de gabinete.”(1 Lenin: La guerra de guerrillas, septiembre de 1906. Resaltados del original).
La Táctica de Huelga Política de Masas también ha sido criticada por camaradas comunistas de otros países, o ha sido vista con escepticismo, pues la han confundido con la estrategia para desencadenar irremediable e inmediatamente la insurrección. Pero no; la actual Huelga Política de Masas en Colombia se corresponde a un período de ofensiva táctica dentro de la defensiva estratégica de la Revolución Socialista, cuya vía es la Guerra Popular y cuyo desarrollo más probable será una gran insurrección que alcanzará todo el país y tendrá como centro las principales ciudades.
Pues bien, los hechos muestran la verdad sobre la coherencia y conformidad de la táctica revolucionaria de la Unión, con la fuerza y empuje de la Huelga Política de Masas, cuyas formas explosivas van en aumento acelerado, siendo incesantes los movimientos de masas que la confirman como la principal tendencia objetiva de la lucha de clases en este período, manifiesta en la huelga política de masas en Arauca - Caldas, en las constantes huelgas políticas de masas en los campos petroleros de Puerto Gaitán, Barranca de Upía y Sabana de Torres, en la huelga de los trabajadores de la palma aceitera y movilización estudiantil en Pamplona, en la huelga política de masas en La Tebaida - Quindío contra el cobro exagerado de servicios públicos, en el paro y movilización de taxistas y estudiantes en Nariño, en los cotidianos bloqueos al transmilenio en la capital contra el pésimo servicio y el sobrecobro en el pasaje, en las gigantescas movilizaciones y combativos enfrentamientos de los estudiantes en Bogotá y otras ciudades contra la privatización de la educación…
El fenómeno más destacado y revolucionario en este maravilloso ascenso de la Huelga Política de Masas, es la actuación del proletariado industrial, con los obreros del petróleo y las minas a la cabeza, dando cuenta con su lucha huelguística, de la presencia activa del proletariado en la escena de la lucha política, con dos muy importantes características: una, marcha abanderado de la principal reivindicación actual de su lucha de resistencia, la contratación colectiva, directa e indefinida; y dos, marcha a la cabeza de la Huelga Política de Masas, empalmado con las demás luchas del pueblo, dejando ver ya la extraordinaria fuerza que adquieren cuando se juntan en un solo movimiento, como ha ocurrido en los campos petroleros de los Llanos Orientales y del Magdalena Medio, llenando de pánico a los capitalistas y de temor a los gobernantes, que de inmediato apelan a sus sirvientes
En medio del carnaval politiquero, todos los candidatos prometen el oro y el moro al pueblo, con el objetivo de conseguir los votos para llegar a los concejos, alcaldías, gobernaciones, asambleas, congreso y presidencia.
Invitan al pueblo para que participe en la “fiesta democrática” y haga parte de la sociedad ejerciendo su derecho al voto, haciéndole creer que desde las urnas se decide su destino. En realidad al proletariado y el pueblo trabajador, todos los días y a toda hora le impiden participar en los destinos de esta sociedad, le niegan los derechos básicos de salud, educación y vivienda, lo golpean a diario con alzas en los servicios públicos y lo detienen por exigir los derechos arrebatados por la burguesía.
La realidad nos dice que esta democracia está al servicio de unos cuantos, para la muestra varios botones:
El presidente de la agencia nacional de hidrocarburos y los altos funcionarios de esta entidad se han gastado más de 3.600 millones de pesos en becas para que sus hijos estudien en las mejores universidades del país y del exterior, mientras que a los miles de hijos del pueblo se les niega la educación, a los que logran entrar se le ponen miles de trabas burocráticas para ganarse media beca y para rematar les cierran colegios y les privatizan las universidades.
El actual presidente del congreso, Juan Manuel Corzo ha defendido abiertamente que debe ser el Estado el que les pague, aparte de los 22 millones de pesos mensuales de sueldo, la gasolina de sus carros, porque esa plática no les alcanza; mientras que a la gran mayoría de la sociedad le toca pagar sus pasajes, y les toca pagar las alzas en el transporte producto del constante aumento en los combustibles.
Los ministros y el presidente como administradores del Estado burgués, reciben subsidios permanentes para su gasolina, su alimentación, vivienda, y a las masas les quitan los pocos subsidios que hay, les suben los precios de los alimentos, los desalojan de sus casas; esta es compañeros, la democracia burguesa que vivimos.
Mientras a los ricos les recogen las basuras en sus casas, mantienen las calles de sus barrios limpias, a los pobres, como los del municipio de La Tebaida (Quindío) les suben hasta en un 300% el servicio de aseo. ¿Y qué han hecho estos compañeros?, apelar a su propia fuerza, se han organizado para derrocar esta medida por medio de una grandiosa asonada, porque han ido comprendiendo que el pueblo no tiene espacio en esta democracia, y que el único camino que les queda es el de la lucha organizada y directa.
Se podrán esforzar la burguesía y sus medios de comunicación, en organizar caravanas de la democracia, para limpiar el horrendo Estado de los explotadores, pero la realidad, terca hasta más no poder, le enseña a la clase obrera y al conjunto de los explotados y oprimidos, que en esta democracia serán siempre excluidos, serán siempre pisoteados.
Pero lo que deben saber los proletarios, es que la lucha directa en calles, barrios, fábricas y campos se abre camino como un poderoso torrente, que así se están arrebatando los derechos, que así ganan una experiencia tal, que con una correcta dirección, sirve para avanzar a la construcción de una nueva sociedad, el socialismo, en donde las masas trabajadoras gobiernen directamente todos los asuntos de la sociedad, en donde no haya privilegios para unos pocos, en donde los productores de la riqueza sean sus directos beneficiarios.
Tomado de Revolución Obrera, Nº 325
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