Contribución de Luis García
(para Luminoso Futuro)
17-1-12
La táctica como se sabe, es el arte de dirigir y operar en medio de una coyuntura política. La táctica siempre está subordinada a la estrategia. La táctica articula la intencionalidad y direccionalidad estratégica orgánica con la motivación y disposición del militante. A diferencia de la estrategia, la táctica puede cambiar de la noche a la mañana, de un momento a otro, sin mediación de un macro balance anual, semestral, trimestral, mensual. Según Gramsci, esto se debe sobre todo al hecho que la táctica está dirigida a ganar una batalla, mientras que la estrategia está dirigida a ganar toda la guerra, pero siempre de la forma más contundente posible.
En materia orgánica, la táctica determina la acción cotidiana, señala los métodos, las formas de lucha y las acciones organizativas concretas de acuerdo a las condiciones existentes en un frente, en un espacio de coordinación. Para trazar la táctica de un partido entonces, durante un período debe tomarse en cuenta que: primero, la táctica depende de la tendencia general existente en el frente o espacio organizativo, el contexto, y todos y cada uno de los elementos, factores y dinámicas que componen la realidad; segundo, la táctica deviene de la caracterización estratégica de una etapa histórica, que tiene en cuenta que la combinación entre teoría y práctica, puede cambiar considerablemente cualesquiera de los escenarios existentes y emergentes; tercero, la táctica identifica si existen las condiciones para lanzar una plena lucha ofensiva siempre en movimiento, o, por el contrario, una completa y compleja lucha de control de espacios y posiciones que garanticen la sobrevivencia orgánica y fortalezcan la relación con la periferia, con miras a consolidar el espectro orgánico; cuarto, la táctica, determina, desde la visión orgánica, cuál es el estado de la correlación de las fuerzas contendientes.
Esto significa, por consiguiente, que no existe una tendencia unidireccional que sea por ello general y universal en determinada etapa histórica. Es decir, si no se aprecia con exactitud el momento histórico no se pueden identificar las inflexiones en la correlación de fuerzas, sus variaciones y cambios a veces imperceptibles desde las nociones estratégicas. De allí que sea siempre necesario conocer y determinar el estado de la correlación de fuerzas de clases, para lograr el objetivo principal, el avance de las fuerzas democráticas, populares y revolucionarias. Tener en cuenta esta idea permite, fundamenta y asienta, la elaboración de una adecuada táctica sea la misma para la lucha en movimiento o la lucha en y de posición.
Por tanto, evaluar el ritmo oscilante de la situación, de la correlación de fuerzas y conocer si se está inmerso como organización en la onda depresiva y defensiva, donde las fuerzas caducantes tienen el timón y la dirección de la coyuntura, o en la onda ofensiva, cuando el timón pasa a las fuerzas democráticas, populares y revolucionarias, permite determinar si se tiene que avanzar, retroceder, paralizar o neutralizar momentáneamente el movimiento. Es precisamente, la correlación de fuerzas, quien indica si se tiene que avanzar por los flancos y no de frente o por el contrario si se tiene que lanzar una ofensiva plena con la colaboración de todas las fuerzas aliadas y enemigas del sistema imperante. Pero se debe tener en cuenta que la precondición para avanzar, cuando entre en una fase de ofensiva plena, cuando se está ante la hora del asalto a posiciones avanzadas sean estas institucionales, de masas u otras formas de poder, tal cual señala Lenin, no hay, ni se puede vacilar, ni negociar ningún retroceso. Retroceder es garantizar una derrota larvada y prolongada de cual las fuerzas aliadas y las propias no se podrán recuperar en el corto plazo. Una batalla planteada en el marco de la táctica debe reconocer las condiciones de las fuerzas aliadas y su disposición para avanzar en medio de las contradicciones y condiciones emergentes.
En resumen, para que se tenga presente en todo momento, la táctica supone los siguientes componentes: detectar las correlaciones de fuerzas; apreciar con exactitud el momento; determinar el momento ofensivo o defensivo; determinar el eslabón principal de la cadena de relaciones sociales que determina y caracteriza el momento actual; elegir el momento decisivo para la ofensiva; estimar las fuerzas que hay que unir y las que se deben neutralizar; atender los compromisos y las formas de maniobra; determinar las formas de lucha y los métodos a través de los cuales se desarrollará la misma; analizar la política del enemigo y las brechas que se le abren en sus distintos frentes donde opera; replegarse a tiempo, dado el caso, para evitar derrotas tácticas y otras formas represivas superiores.
Los movimientos tácticos plantean la necesidad de elegir el eslabón principal, hacia el cual se descarga el golpe principal, el cual puede ir dirigido contra el enemigo fundamental, sus agentes, sus representantes, sus aliados. En cada momento es tarea constante, es determinante, detectar el eslabón de la cadena al cual hay que aferrarse con todas las fuerzas, a fin de retener la cadena entera y de preparar sólidamente el paso al eslabón siguiente. De igual manera, se tiene que detectar el eslabón más débil del enemigo de clase, para arremeter con fuerza y generar las necesarias fisuras en sus espacios de trabajo y adelantar la construcción de un trabajo firme y decidido con el objetivo de desplazarlo de la dirección de las organizaciones de masas, de las organizaciones populares. El error de algunas organizaciones en Panamá, sobre todo, es tratar de aferrarse siempre a toda la cadena, aferrarse a la estrategia y menospreciar la táctica.
Es por ello, que la consigna de en erradicar de la dirección de los sindicatos, las organizaciones democráticas y de las organizaciones de masas a los oportunistas, los reformistas y los revisionistas tiene como finalidad en el corto plazo, cerrarle el paso a las concesiones pequeños burguesas y burguesas de un lado y de las capas medias del otro que tanto influyen en la dinámica de las coyunturas recientes. De paso, de lo que se trata, es de asestar un golpe seguro y contundente al factor principal, al puntal ideológico del capital, a los adversarios más inmediatos, a los conciliadores y negociadores con las formas y métodos de los enemigos históricos del pueblo.
Porque aunque una organización, un partido, una fuerza, tenga bien trazada su línea política-estratégica, si no domina el arte de la táctica, puede llevar la lucha a la derrota, como en efecto ha sucedido en casos recientes. La táctica supone sobretodo el dominio del terreno, la sicología social, la idiosincrasia del país, el trabajo con las masas, los diferentes métodos y formas de lucha. Además, supone una concepción concreta que parte de la praxis: hay que enseñarle a las masas y aprender de las masas, crecer con las masas, convertirlas en sujeto, orientarlas a configurar un partido de clase. Las masas no atenderán, ni escucharan la línea táctica del partido, de la organización, si ésta no coincide con lo que su propia vida les enseña, lo que su cotidianidad les permite observar, lo que su práctica les indica, sobretodo en su relación con las direcciones conciliacionistas y aventureras.
La táctica supone, esencialmente en el corto plazo, no confundir la etapa histórica con el momento coyuntural, con las condiciones objetivas y las condiciones creadas. En eso consiste el hecho de levantar una consigna indicada en el momento indicado, tal como afirmase en más de una ocasión Mao.
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