por Quibian Gaytan
Luego del autoatentado
del 11 de septiembre de 2001, so capa de castigar a Bin Ladden y a los
Talibanes, el imperialismo se lanzó vorazmente sobre Afganistán. No voy a
hacerles pasar, una vez más, sobre la larga lista de atrocidades, destrucciones,
matanzas en masa, tropelías y horrorosos crímenes de guerra en que se han
manchado lo soldadesca yanqui y sus gobiernos francamente fascistas en ese país,
aunque enmascarado de “democrático”. Ni de su pública y aviesa intención de meter una cuña estratégica, ocupando Afganistán, en el costado del eje euroasiático, Rusia imperialista y la China socialimperialista aliadas. No, hablaré sobre otra cosa. Sobre el
programado y organizado saqueo “científico” de Afganistán por parte de la
burguesía imperialista y los grandes monopolios internacionales
estadounidenses.
De partida hay que
decir que, más allá de la palabrería de “llevar la democracia”, la “civilización
y el modo de vida norteamericano”, de “liberar a las mujeres afganas de la
dictadura fundamentalistas de los talibanes”, las motivaciones reales han sido
el despojo y saqueo de los abundantes recursos y riquezas subyacentes en los suelos
de Afganistán.
Ello se colige de
un informe conjunto final presentado por el Departamento de Defensa y una
entidad oficial filial del Pentágono, el Servicio Geológico de USA, a la
Embajada yanqui en Afganistán. Un informe prosaicamente llamado o presentado
como “mapa del tesoro”. Esto es, un estudio al detal, elaborado con el concurso
de la Nasa, de más del 70% del territorio de dicho país y la identificación de potenciales ricos depósitos de cobre, oro, hierro, petróleo y gas natural entre
otros minerales, apenas creyeron “pacificado el país” en 2004. Y, los gringos, como
pragmáticos imperialistas que son, desde ya, contando con la ayuda del gobierno
títere montado por ellos mismo y la complicidad de una traidora burguesía
compradora nativa, con el apoyo del grupo de trabajo del Departamento de Defensa, funcionarios
del Ministerio afgano de Minas abrieron los procesos de licitación o subasta,
para la exploración y la explotación posterior de cuatro áreas Licitaciones,
que duda cabe, acaparan exclusivamente las grandes componías mineras y petrolíferas
estadounidense. Es el viejo derecho de conquista del invasor extranjero, apenas
disfrazado de "democrático".
Este saqueo y depredación de Afganistán
se encuentra en estadio de realización inmediata con el proyecto de oro de
Badakhsan (provincia de Badakshan), el de cobre de Zarkashan, el de oro en
Ghazni, de cobre en Balkhab, Sar-i-Pul (provincias de Balkh), y el proyecto de
cobre Shaida (provincia de Herat).
Un vez una empresa imperialista “gana”
una licitación, de algunos de los sitios, recopila datos hiperespectrales
geológicos, geoquímicos y geofísicos. Envía, a renglón seguido sus expertos y
ejecutores, sin olvidar por algún momento dotarse de una bien armada guardia de
seguridad, por ejemplo para uno sólo de los proyectos con un número de 1,500
mercenarios (“especialistas” dicen que son) y con la perspectiva de aumentarlos
hasta 7000 en el futuro.
"Hemos identificado entre 10 y 12
de clase mundial de cobre, oro, mineral de hierro [y] los depósitos de tierras
raras que nadie sabía que estaban allí", ha dicho untuosamente un tal Jack
Medlin, especialista regional para la región Asia-Pacífico en la Oficina del
Servicio de Programas Internacionales. Agregando, a renglón seguido, "Estamos
hablando de una inversión de capital de miles de millones de dólares por
adelantado antes de que haya extraído de una libra de mineral".
Por su parte, pintando de rosa lo que realmente significará
esta depredación imperialista del suelo y subsuelo de Afganistán ocupado por
las fuerzas militares imperialistas, el embajador en USA Hecklil Hakimi
derramando promesas y quimeras proclama demagógicamente: “la estimación de
ingresos directos que se generen por las regalías y los impuestos de las
industrias extractivas podría llegar a $1,5 mil millones para 2016 y superar
los $3,7 mil millones para 2026”. Y que “se
convertirá en una importante fuente de empleo, con 165,000 puestos de trabajo
previstos por 2016 y hasta el medio millón en 2026”.
Cuando en realidad este saqueo
científico de los recursos naturales, que sólo pertenecen al soberano pueblo
trabajador de Afganistán, se traducirá más bien en despojos y desalojos masivos
de la población campesina de sus tierras ancestrales, generación de una
población excedente y medio muerta de hambre y privaciones. Mendigante de un
puesto de trabajo en dichos proyectos mineros y petrolíferos, míseros salarios
y víctimas inermes de enfermedades que dichos procesos productivos extractivos generarán.
Amén de desculturalizados, su cultura nacional democrática destruida, y,
sometidos a una cultura extranjera imperialista alienante y degenerada.
En cambio, en el otro polo, lo que no ha
dicho el señor embajador de un gobierno fantoche, los supuestos miles de
millones de dólares, provenientes de las tales “regalías” e “impuestos” a recibir
de los monopolios imperialistas, se convertirán en agua en la mano ante la
voracidad del puñado de títeres gobernantes corruptos, burgueses burocráticos y
compradores, terratenientes, jefes de tribus y señores de la guerra, de
truhanes y malvivientes.
Esa es la aspiración más sentida de los
imperialistas yanquis, por eso mismo provocaron la guerra colonial de ocupación;
esas son las aspiraciones y sueños de los traidores a su patria; cómplices de
este saqueo imperialista científico de las fuerzas productivas del pueblo
afgano. Bombeando así, con este saqueo barbárico e inhumano, riquezas físicas
(hierro, oro, cobre, petróleo y gas) para emparapetar su bamboleante economía
nacional imperialista en crisis agónica. Robar las riquezas materiales y
espirituales del pueblo trabajador del país, sojuzgarlos y destruir la nación
afgana.
Esos son sus sueños de opio. El pueblo
afgano tiene otras miras, aquellas dictadas por su orgullo nacional pisoteado y
befado, su libertad nacional y su libertad política destruida, su soberanía
nacional y su soberanía estatal y su soberanía territorial aplastada. De ahí,
su irrefrenable deseo de sobrevivencia, su intransigente resistencia general,
su sostenimiento consciente y masivo de la su guerra popular de liberación
nacional contra el ocupante y saqueador de sus riquezas naturales y sociales.
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