[Artículo del periódico Revolución Obrera No. 360 – Unión Obrera Comunista (MLM) –
Colombia]
La reciente muerte de Hugo Chávez creó conmoción
y dolor en gran parte del pueblo venezolano, desatando entre los
revolucionarios una lucha sobre la posición frente al chavismo, sobre lo cual
de tiempo atrás este periódico ha sentado posición: “De hecho la “revolución bolivariana” ha dejado
incólume el viejo Estado burgués y las viejas relaciones sociales, así como
intactas las relaciones de dependencia con respecto al imperialismo, incluso
frente al imperialismo yanqui, quien sigue teniendo el privilegio de la
explotación y el comercio del petróleo. El discurso “antiimperialista” y
“anticapitalista” del “socialismo del siglo XXI” es palabrería para engañar el
movimiento obrero y, en ese sentido, es erróneo que los comunistas se sumen a
sus corifeos, cuando su obligación es desenmascararlos y combatirlos por falsos
socialistas y comunistas.” (Carta
de mayo de 2011 publicada en el Revolución Obrera 317)
Chávez y sus reformas a nombre de la “Revolución
Bolivariana” y del “Socialismo del Siglo XXI” han causado gran alboroto en la
sociedad venezolana: levantaron ampolla en el sector burgués terrateniente
cuyos intereses son afectados por el gobierno chavista, y ganaron apoyo y
simpatía en los sectores del pueblo que admiran su enfrentamiento contra algunos
grupos monopolistas de la burguesía venezolana y el imperialismo estadounidense,
sintiendo que las reformas chavistas mitigan algunas necesidades inmediatas y alivian
su tragedia como explotados bajo el sistema capitalista.
Las grandes masas del pueblo venezolano que hoy
se movilizan en duelo por la muerte de Chávez y en defensa de su obra de
gobierno, lo hacen porque creen que la “Revolución Bolivariana” cura los males
de su situación, y que el “Socialismo del Siglo XXI” es ya un nuevo sistema
superior y distinto al capitalismo. Ese ha sido el gran servicio prestado por
el chavismo al sistema basado en la explotación del trabajo ajeno. Ese ha sido
el gran engaño del chavismo a los obreros y campesinos, a las masas del pueblo
venezolano vilipendiado, explotado y oprimido por las centenarias clases
dominantes proimperialistas, que no han sido derrotadas por una revolución,
sino que apenas se han dividido en las filas de la oposición y del oficialismo.
La esencia del reformismo consiste en atenuar
el mal, pero no en suprimirlo (Lenin), y es
precisamente lo que ha
hecho el chavismo durante 14 años, en un Gobierno que ni es verdaderamente revolucionario,
ni verdaderamente antiimperialista, y en cambio sí ha servido para disimular la
dictadura de los explotadores sobre el pueblo, el yugo de la dominación
semicolonial imperialista, y los privilegios de clase de una minoría a cuenta
de la explotación del trabajo de la mayoría en la sociedad.
La
“Revolución Bolivariana” no pasa de ser un paño de agua tibia aplicado a los
males del capitalismo. Es reformismo burgués que no socaba el poder de la
burguesía, sino que lo afianza bajo el rótulo de “revolución”. Contribuye a
enjuagar las lacras del capitalismo, con
lo cual aparta y disuade al pueblo de una verdadera revolución. Mantiene
intacto el poder del viejo Estado reaccionario y el régimen de la explotación del
trabajo, sólo que todo dirigido por la facción burguesa bolivariana.
Pero el
pueblo venezolano sí podrá romper las cadenas de la explotación, cuando con la
ayuda de los comunistas encuentre el camino de la revolución proletaria, cuya fuerza
principal será la alianza de los obreros y campesinos, y la vía no será la
“remodelación” del Estado de los explotadores, sino su destrucción con la
violencia revolucionaria, con la guerra popular, la guerra de las masas.
El
“Socialismo del Siglo XXI” es también una farsa y una falsificación burguesa
del socialismo. El discurso “socialista” de Chávez en una mezcla de bolivarismo
y nacionalismo, que lo erigió en caudillo representante de un supuesto
socialismo continental, basado en la utopía de crear una sociedad socialista
sin necesidad de destruir con la violencia revolucionaria el poder político de
los explotadores.
Una
verdadera sociedad socialista, sí podrá edificarse en Venezuela cuando las
masas populares del campo y la ciudad, derroquen el actual Estado burgués
terrateniente proimperialista, y construyan el nuevo Estado de los obreros y
campesinos, el nuevo Estado de la
Dictadura del Proletariado, en el cual, el poder sea ejercido
directamente por las masas armadas y no a través de los intermediarios y
salvadores bolivarianos.
La
“Revolución Bolivariana” y el “Socialismo del Siglo XXI”, son las dos patas del
reformismo burgués chavista, que desvía al pueblo del verdadero camino
revolucionario, ilusionándolo en que por medio de la transición pacífica, de la
toma del Estado burgués por la vía parlamentaria y de las elecciones, cuenta
con un poder, que en realidad no está en sus manos, sino que sigue firme en manos
de los dueños del capital y de las tierras, a cuya cabeza están hoy los
bolivarianos.
Así mismo, el
“antiimperialismo yanqui” de Chávez no es antiimperialismo revolucionario, sino
seudo-antiimperialismo, antiimperialismo burgués, que oculta y disimula la
dominación semicolonial económica y política del imperialismo sobre la sociedad
venezolana, pero no la suprime por la vía revolucionaria; que despotrica del
imperialismo yanqui pero defiende y se compromete abiertamente con los
imperialistas chinos o rusos. De hecho su economía depende en gran medida de la
venta del petróleo y la compra de una gran cantidad de mercancías al propio
imperialismo yanqui, en tanto que China es el segundo socio comercial de
Venezuela con un intercambio anual que supera los 12.000 millones de dólares,
en gran parte por los cerca de 500.000 barriles de petróleo que diariamente
envía el país oprimido sudamericano al país imperialista asiático.
El pueblo
venezolano únicamente podrá liberarse del yugo semicolonial del imperialismo
norteamericano y de todo imperialismo, cuando ligue la lucha antiimperialista a
la lucha revolucionaria por derrocar el Estado reaccionario.
Ni la “Revolución Bolivariana” en Venezuela,
ni la “Revolución Ciudadana” en Ecuador, ni la “Sandinista” en Nicaragua, ni
sus similares en otros países, pueden romper las cadenas que esclavizan a las masas
trabajadoras a la explotación y a la dictadura de los explotadores. Todos esos
engaños reformistas burgueses son tan peores como los otros regímenes burgueses
tipo Santos en Colombia o Piñera en Chile. Todos son en esencia una dictadura
de clase de los explotadores sobre los explotados.
Los 14 años de reformismo burgués bolivariano
en Venezuela, a la vez que han apartado al pueblo de una verdadera revolución,
no han podido suprimir la necesidad de esa revolución, pues han servido para agudizar más la lucha
de clases, para acercar más el pueblo a los problemas de la política, del poder
y del Estado, lo cual ayuda a fertilizar el terreno para la labor de los
auténticos revolucionarios, para la actividad política que lleve las verdaderas
ideas del socialismo al pueblo venezolano, para guiar el proceso que
inevitablemente derribará el poder de las clases reaccionarias y edificará un
nuevo Estado de obreros y campesinos hacia un verdadero socialismo dirigido por
el proletariado.
Tras la muerte de Chávez, se han acordado las
próximas elecciones para el 14 de abril, para que en una farsa electoral, las
clases dominantes decidan quien sigue desde el Gobierno administrando los
negocios de los capitalistas. Aunque el pueblo venezolano hoy se encuentra
convulsionado, dividido y enfrentado entre sus propias filas, debe convencerse
que:
¡Ni Capriles! ¡Ni Maduro! ¡Sólo el Pueblo Salva
al Pueblo!
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