J. Stalin
(…) RAFAIL
Creo que Rafaíl es el
representante más consecuente y cabal de la actual oposición, o, para ser más
exacto, del actual bloque de oposición. En una de las asambleas de discusión,
Rafaíl declaró que nuestro partido se ha convertido, en esencia, en una
organización militar, que su disciplina es militar y que por eso hay que
renovar todo el aparato del partido, de arriba abajo, por inservible y extraño
al verdadero espíritu del partido. Me parece que este u otros pensamientos semejantes
rondan en la cabeza de los actuales oposicionistas, pero no se atreven a
manifestarlos por distintas consideraciones. Hay que reconocer que Rafaíl ha
sido, en este aspecto, más audaz que sus colegas de oposición.
Y sin embargo, Rafaíl no tiene
razón. No tiene razón no sólo por la forma, sino, ante todo, en esencia. Si en
realidad nuestro partido se hubiera convertido o hubiese comenzado a
convertirse en organización militar, ¿no está claro que no tendríamos entonces
partido, en la verdadera acepción de esta palabra, ni dictadura del proletariado,
ni revolución?
¿Qué es un ejército?
Un ejército es una
organización cerrada, que se construye desde arriba. La esencia del ejército
presupone a su frente un estado mayor, designado desde arriba y que forma al
ejército sobre la base de la obligatoriedad. El estado mayor no sólo forma al
ejército; también lo aprovisiona, lo viste, lo calza, etc. La dependencia
material de todos los efectivos del ejército respecto del estado mayor es
absoluta. Sobre esta base, entre otras cosas, descansa la disciplina militar,
cuya transgresión acarrea una forma específica de pena máxima: el fusilamiento.
A esto mismo se debe que el estado mayor pueda mover el ejército hasta donde quiera
y cuando quiera, rigiéndose exclusivamente por sus propios planes estratégicos.
¡Qué es el partido?
El partido es el
destacamento de vanguardia del proletariado, que se construye desde abajo, sobe
la base de la voluntariedad. El partido también tiene su estado mayor, pero
éste no es nombrado desde arriba, sino elegido desde abajo por todo el partido.
No es el estado mayor el que forma al
partido, sino, al revés, es el partido el que forma a su estado mayor. El
partido se forma el mismo sobre la base de la voluntariedad. Aquí no existe
tampoco esa dependencia material de que he hablado antes, refiriéndome al
ejército, entre el estado mayor del partido y el partido en su conjunto. El
estado mayor del partido no abastece al partido, no lo alimenta ni lo viste. A
esto, entre otras osas, se debe que el estado mayor del partido pueda mover las
filas del partido a su antojo hacia donde quiera y cuando quiera; a esto se
debe que el estado mayor del partido pueda dirigir al partido en su conjunto
únicamente de acuerdo con los intereses económicos y políticos de la clase de la cual el propio partido es
una partícula. De ahí el carácter especial de la disciplina del partido, que se
basa, en lo fundamental, en el método de la persuasión, a diferencia de la
disciplina militar, basada esencialmente en el método de la coerción. De ahí la
diferencia fundamental ente la máxima pena de castigo en el partido (la
expulsión) y la máxima pena de castigo en el ejército (el fusilamiento).
Basta comparar estas dos
definiciones para comprender toda la monstruosidad del error de Rafaíl.
El partido se ha
transformado –dice- en una organización militar. Pero ¿cómo se puede
transformar el partido en una organización militar, si no depende, en el
aspecto material, de su estado mayor, si él mismo forma a su estado mayor?
¿Cómo se explica, en tal
caso, que los obreros vengan al partido, que aumente la influencia de éste
entre las masas sin-partido y su popularidad entre las masas trabajadoras del
mundo entero?
Una de dos:
O el partido es
absolutamente pasivo y mudo, y en tal caso, ¿cómo se explica que este partido
pasivo y mudo logre que le siga el proletariado más revolucionario del mundo y
gobierne desde hace ya varios años el país más revolucionario del mundo?
O el partido es activo y tiene
espíritu de iniciativa, y en tal caso no se comprende por qué un partido tan
activo y con tal espíritu de iniciativa no ha acabado durante este tiempo con
el régimen militar en el partido, si es que realmente existe ese régimen dentro
del partido.
¿Acaso no está claro que
nuestro partido, que ha hecho tres revoluciones, que derrocó a Kolchak y a
Denikin y sacude hay los cimientos del imperialismo mundial, acaso no está
claro que este partido no toleraría ni una semana el régimen militar y el
sistema de ordeno y mando, de que habla tan a la ligera y con tanto desenfado
Rafaíl; acaso no está claro que el partido destrozaría ese régimen y ese sistema
en un abrir y cerrar de ojos y establecería un nuevo régimen sin aguardar las
apelaciones de Rafaíl?
Mas, aunque el sueño es
horrible, Dios es misericordioso. El caso es que, en primer lugar, Rafaíl ha
confundido el partido con el ejército y al ejército con el partido pues,
evidentemente, no conoce el partido ni el ejército; en segundo lugar, Rafaíl no
cree, por lo visto, en su propio
descubrimiento y necesita recurrir a las “terribles” palabras de sistema de
ordeno y mando en el partido para fundamentar las principales consignas de la
actual oposición: (a) libertad de grupos fraccionarios y (b) destitución de los elementos dirigentes
del partido de arriba abajo.
Rafaíl presiente, por lo visto,
que sin palabras “terribles” no han de pasar estas consignas.
Ese es el quid de la
cuestión.
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